La mayor dificultad que encuentran los jóvenes que fueron miembros de pandillas y luego experimentaron una conversión al Evangelio es la de encontrar un trabajo estable. Los empleadores son bastante reacios a correr lo que consideran un riesgo al contratar a un joven que fue integrante de una pandilla, tenga o no tatuajes, haya experimentado o no la conversión.

Estos jóvenes han invertido casi toda su vida cultivando relaciones al interior de un grupo altamente homogéneo como es una pandilla con muy limitados lazos en el mundo exterior. Al salir de la pandilla el joven encuentra que no posee las relaciones sociales que puedan ofrecerle información o una recomendación para encontrar un trabajo donde ganar un salario humano.

En ese contexto, las iglesias les ofrecen los cruciales apoyos sociales que necesitan para obtener una forma de subsistencia. Acostumbrados a las conversiones, los cristianos saben de la veracidad de la experiencia y no abrigan las reservas o dudas que pueden invadir a los no creyentes. Con sus limitadas posibilidades estos cristianos ayudan a los nuevos conversos indagando sobre oportunidades o compartiendo con ellos las pequeñas claves para autoemplearse en el mercado informal.

Los pastores también son un recurso importante ya que algunos jóvenes encuentran un trabajo como resultado directo de una recomendación o referencia pastoral. También existen los ministerios cristianos que se dedican a apoyar a estos jóvenes capacitándoles en oficios como el muy tradicional de panadero pero también el de electricista, albañil, mecánico, zapatero, pintor, etc.

Otra forma en que las iglesias ayudan es abriendo espacios para que estos jóvenes compartan el relato de sus vidas y su conversión en esfuerzos evangelizadores o, los que tienen talento, en el área musical. Aunque este no es un trabajo formal, al menos, les garantiza la comida y el hospedaje durante las visitas a distintas congregaciones. Las actividades evangelizadoras y las iglesias son numerosas y permiten el sostenimiento de estos esfuerzos de manera indefinida.

Finalmente, cuando todos estos métodos fallan y no es posible la inserción laboral de un joven, los cristianos terminan por brindarle apoyo donándole abarrotes o haciendo pequeñas colectas para comprar la leche de los bebés de las jóvenes parejas.

El camino no es fácil para quienes erraron el camino pero han experimentado un arrepentimiento genuino y buscan la manera de ordenar sus vidas. Son presa fácil del ejército o la policía y serán capturados tantas veces como sea necesario un reporte noticioso que demuestre la efectividad de las fuerzas del orden.

Las repetitivas detenciones, cuya extensión es bastante arbitraria, rompe el ciclo educativo que los creyentes aplican con bastante amor y paciencia para que adquieran la disciplina que se requiere para levantarse temprano y perseverar durante una jornada laboral desarrollando una tarea específica, después que por años se han acostumbrado a una vida sin horarios y sin obligaciones.

Las detenciones saturan las bartolinas y los juzgados con casos de jóvenes que fueron detenidos por su aspecto o por inferencia subjetivas. El sistema judicial es atiborrado con casos espurios desviando el tiempo, recursos y personal de la investigación de los verdaderos delitos. La Ley Especial de Retiro y Rehabilitación de Miembros de Pandillas, Maras, Agrupaciones y Organizaciones de Naturaleza Criminal puede ser un instrumento muy útil que haga más eficaz la inserción de quienes la desean y el combate al delito.