Lección de célula de adultos para sábado 14 de noviembre

Yo sé que mi redentor vive

LECTURA: Job 19:23-27

23 ¡Quién diese ahora que mis palabras fuesen escritas! ¡Quién diese que se escribiesen en un libro; 24 Que con cincel de hierro y con plomo fuesen esculpidas en piedra para siempre! 25 Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo; 26 y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios; 27 al cual veré por mí mismo, y mis ojos lo verán, y no otro, aunque mi corazón desfallece dentro de mí.

VERDAD CENTRAL: Dios es fiel y vindicará a sus hijos aún después de la muerte.

INTRODUCCIÓN

Job fue un hombre muy rico que vivió en el medio oriente. En el libro que lleva su nombre no se hace ninguna mención de la ley de Moisés, lo que hace pensar que vivió en una época anterior al éxodo. Se cree que fue contemporáneo de los patriarcas. La historia relata que Satanás llegó delante del Señor para pedir permiso de poner a prueba a Job. El Señor se lo concedió y así es como Job perdió sus bienes, sus hijos y su salud. Su sufrimiento fue inmenso y dio paso al libro que ahora tenemos, en el cual, se trata el tema de por qué tienen que sufrir los justos. Es un tema que no es fácil de comprender y tampoco de explicar. Tres amigos de Job fueron a visitarlo y a consolarlo en su situación dramática, y terminaron discutiendo con él sobre las razones para el sufrimiento.

CUERPO

1- En busca de la simpatía del futuro. Los amigos de Job explicaban los males que le habían llegado como un castigo de Dios por sus pecados. A pesar de que Job muchas veces negó haber pecado, sus amigos no dejaban de acusarlo. Al punto que perdió las esperanza de recibir de parte de ellos comprensión y ayuda. Pero, Job también sabía que no recibiría tampoco apoyo de otras personas, ni en el presente ni en el futuro inmediato. Por eso, tomó la decisión de buscar la simpatía en el futuro distante. Para ello se dirigió a la posteridad con este deseo: «¡Quién diese ahora que mis palabras fuesen escritas! ¡Quién diese que se escribiesen en un libro; que con cincel de hierro y con plomo fuesen esculpidas en piedra para siempre!» (v. 23-24). La mejor manera de que sus argumentos alcanzaran el futuro era de manera escrita. De allí su deseo de que sus palabras quedaran gravadas en piedra para siempre. Su confianza era que las generaciones venideras lo mirarían con más simpatía y entenderían la justicia de sus argumentos.

2- Las palabras de Job para la posteridad. Ya Job había perdido la confianza de que su nombre y honor fueran vindicados durante su vida. Por ese motivo, traslada a las personas del futuro su testimonio de fe para ser juzgado por las futuras generaciones. Esta era su fe: «Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo; y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios» (v. 25-26). Job confiaba en que Dios, su redentor, se levantaría del polvo. Estas palabras fueron entendidas como una referencia a la resurrección del redentor. Pero también, referidas a la resurrección del mismo Job quien hablaba de lo que ocurriría después de que su piel estuviera deshecha. Él estaba convencido de que no alcanzaría la justicia en su vida presente, pero creía firmemente que después de la muerte, el Señor todavía habría de vindicarlo. Este es un pasaje que nos habla de una revelación anticipada de la justicia que se recibirá después de la resurrección. No importa que en la vida los justos no reciban el reconocimiento que merecen, el redentor se levantará y los vindicará después de la muerte.

3- La convicción que se abraza personalmente. Job tenía una convicción absoluta de que las cosas ocurrirían tal como las esperaba. Por eso afirmaba: «… al cual veré por mí mismo, y mis ojos lo verán, y no otro, aunque mi corazón desfallece dentro de mí» (v. 27). La frase posee redundancias como la de decir «veré por mí mismo» o «mis ojos lo verán». Con ello, lo que deseaba era asegurar que él sería testigo de las cosas que creía. No era algo que otras personas certificarían o verían, sino que era él, personalmente, quien vería su deseo hecho realidad. No importaban las aflicciones presentes o que su corazón desfalleciera, la fidelidad de Dios no le fallaría. Su redentor le honraría sin falta.

APLICACIÓN

El deseo de Job se hizo realidad: aunque sus palabras no fueron escritas en piedra, ocurrió algo mejor. Sus palabras llegaron a formar parte de las Escrituras y así es como las tenemos preservadas hasta el día de hoy. En esas palabras se declara la fe del patriarca en la resurrección de su redentor y la propia. En el presente, con la revelación del Nuevo Testamento, sabemos que lo que para Job fue una esperanza lejana, para nosotros, se ha convertido en una verdad cercana. La fe en el Señor Jesús nos conduce a confiar en que con la vida de resurrección vendrá la justicia de Dios y la vindicación para su pueblo. Lo importante es que ahora podamos ser parte de ese pueblo. Eso se logra por medio del arrepentimiento y la fe honesta en Jesús.

Comments
One Response to “Lección de célula de adultos para sábado 14 de noviembre”
  1. Maricela dice:

    Alabado sea Dios, nosotros como cristianos, debemos tomar como ejemplo la vida del siervo Job, varón temeroso y lleno de amor por El que le dio la vida, en la prueba Job nunca desconfió del Señor, el sabía que no tenía pecado contra El Señor y aún así no le reprochó nada, sólo esperaba en El, tubo la crítica de sus mejores amigos, el desprecio de su esposa y aún así, se mantuvo firme, esperando en El que le había dado la vida, el sabía que Dios no lo desampararía que aún después de el muerto seria reconocida su santidad, eso es ser un verdadero cristiano.

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