Lección de célula de adultos para sábado 24 de octubre
Sábado 24 de octubre de 2020
Esfuérzate y sé valiente
LECTURA: Josué 1:6-9 RVC
6 Esfuérzate y sé valiente, porque tú serás quien reparta a este pueblo, como herencia, la tierra que juré a sus padres que les daría. 7 Pero tienes que esforzarte y ser muy valiente. Pon mucho cuidado y actúa de acuerdo con las leyes que te dio mi siervo Moisés. Nunca te apartes de ellas, ni a la derecha ni a la izquierda, y así tendrás éxito en todo lo que emprendas. 8 Procura que nunca se aparte de tus labios este libro de la ley. Medita en él de día y de noche, para que actúes de acuerdo con todo lo que está escrito en él. Así harás que prospere tu camino, y todo te saldrá bien. 9 Escucha lo que te mando: Esfuérzate y sé valiente. No temas ni desmayes, que yo soy el Señor tu Dios, y estaré contigo por dondequiera que vayas.
VERDAD CENTRAL: Las promesas de Dios se alcanzan cuando somos esforzados y valientes.
INTRODUCCIÓN
Moisés había dirigido al pueblo de Dios desde su salida de la esclavitud en Egipto hasta la frontera de la tierra prometida. Habían pasado 40 años entre el éxodo y la llegada a Canaán. Dios ya había dicho a Moisés que él no podría entrar a la tierra prometida a causa de no haberle glorificado en una ocasión. Por ese motivo, Dios había preparado a otra persona para que completara la tarea. Esa persona era Josué, quien había sido un colaborar estrecho de Moisés y que ahora se había convertido en su sucesor. Josué era ya un anciano, pero eso no era un obstáculo para ser el instrumento de Dios. No obstante, había un reto innegable: ganarse el respeto que Moisés había gozado del pueblo todos esos años.
CUERPO
1- La tarea pendiente. Ser el sustituto de Moisés era un desafío inmenso. Él había gozado del respaldo de Dios de una manera única y el pueblo se había acostumbrado a ello. Ahora le correspondía el turno a Josué. La tarea que Dios le encomendaba no era fácil: «Esfuérzate y sé valiente, porque tú serás quien reparta a este pueblo, como herencia, la tierra que juré a sus padres que les daría» (v. 6). La promesa de Dios de recibir una nueva tierra finalmente se cumpliría. Pero, eso no sería fácil. Habría que pelear muchas batallas y derrotar a otras naciones. Eso demandaba un sentido de responsabilidad grande, capacidad de planificación y liderazgo fuerte. Reunir esas cualidades no es algo común. Sin embargo, la promesa de repartir la tierra seguía en pie. En ese contexto las palabras del Señor asegurándole que él repartiría la tierra al pueblo se convertían en una promesa sobre la que Josué podría basar su confianza.
2- Para que todo prospere y salga bien. La promesa de conquistar la tierra ya había sido dada, pero había una condición que Josué debía cumplir: «Pon mucho cuidado y actúa de acuerdo con las leyes que te dio mi siervo Moisés. Nunca te apartes de ellas, ni a la derecha ni a la izquierda, y así tendrás éxito en todo lo que emprendas. Procura que nunca se aparte de tus labios este libro de la ley. Medita en él de día y de noche, para que actúes de acuerdo con todo lo que está escrito en él. Así harás que prospere tu camino, y todo te saldrá bien» (v. 7-8). Lo que habría de garantizar el éxito de Josué no era el tener una estrategia militar refinada o un ejército muy poderoso. La clave de todo se encontraba en el apego que él tuviera a la palabra de Dios. En realidad, quien le daría la victoria era Dios y a Dios solamente se le puede agradar cuando se le obedece. Cualquier otra cosa en que el ser humano quiera colocar su confianza fallará, pero quien confía en la palabra de Dios no será avergonzado.
3- La responsabilidad humana. Es cierto que Dios ponía en manos de Josué su promesa y su palabra. Pero, era necesario que Josué también hiciera su parte: «Escucha lo que te mando: Esfuérzate y sé valiente. No temas ni desmayes, que yo soy el Señor tu Dios, y estaré contigo por dondequiera que vayas» (v. 9). La parte de Josué era esforzarse y ser valiente. No tener temor. Ninguna promesa de Dios es gratuita, siempre hay una responsabilidad que el ser humano debe cumplir. Si la persona solamente se sienta a esperar que una promesa se cumpla, nunca ocurrirá. Pero, si tenemos una promesa, esa es una base sobre la cual debemos trabajar y luchar hasta que se haga realidad.
APLICACIÓN
Las promesas de la Biblia no anulan la responsabilidad que tenemos de esforzarnos y ser valientes. Esas actitudes son las que Dios recompensa con la victoria. Dios nunca hará lo que él ha dicho que debemos hacer nosotros. Dispongámonos a no tener temor y a trabajar para que las promesas de Dios lleguen a cumplimiento. La vida cristiana demanda valentía y esfuerzo, no es para cobardes. Tampoco es un camino de rosas, se trata de una batalla. Pero, no estaremos solos en esa confrontación contra el mal. Podemos recibir a Jesús como salvador y cumplir su palabra con amor. Así él irá con nosotros dondequiera que vayamos. Nada podrá hacernos frente y, al final, podremos dar la gloria a él, quien nos dio la victoria.