Lección de célula de adultos para sábado 17 de julio
Sábado 17 de julio de 2021
El buen samaritano
LECTURA: Lucas 10:30-37
30 Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. 31 Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. 32 Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo. 33 Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; 34 y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él. 35 Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese. 36 ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? 37 Él dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo.
VERDAD CENTRAL: La verdadera conversión nos lleva a amar al prójimo tanto como a Dios.
INTRODUCCIÓN
El camino de Jerusalén a Jericó era muy escabroso, esa característica hacía de esa ruta un lugar propicio para los ladrones. Casi a diario se producían asaltos de personas que volvían de Jerusalén. Jesús no estaba inventando nada de lo que relata en la parábola. Un pobre hombre que camina por allí fue asaltado, despojado, herido y dejado medio muerto. Los ladrones no solo le habían robado, sino que lo habían tratado con crueldad dejándole mal herido. Si el hombre no era auxiliado pronto no podría sobrevivir por sí mismo.
CUERPO
1 – El sacerdote y el levita. Ya estando el hombre medio muerto, el Señor relató que comenzaron a pasar por allí personas que estaban muy relacionadas con la religión de Israel. Se trataba de un sacerdote y de un levita. Ellos eran quienes realizaban los sacrificios en el templo. De seguro volvían de Jerusalén a sus ciudades para descansar y esperar el siguiente turno de servicio que les correspondería. Por venir de regreso del culto en el templo se podría pensar que ellos iban sensibles a las necesidades de los demás, pero actuaron de manera muy diferente. «Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. Asimismo, un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo» (v. 31-32). Los que se suponían que estaban más cerca de Dios se mostraron completamente indiferentes al hombre sufriente. Hicieron como que no tenía nada que ver con ellos y lo dejaron allí en una condición próxima a la muerte sin ningún tipo de ayuda.
2 – El samaritano misericordioso. En la continuación de su relato el Señor introdujo a un samaritano. La mención de un samaritano debió ofender a los que lo oían porque golpeaba directamente su nacionalismo. Judíos y samaritanos no se llevaban entre sí, pero este samaritano resultó ser el único que mostró compasión hacia el necesitado. «Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia» (v. 33). La clave del versículo es cuando se nos dice que el samaritano «fue movido a misericordia». La única razón por la que el extranjero actuó fue porque sintió compasión del herido. Las cosas no se quedaron solo en sentimientos, sino que el samaritano «acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él» (v. 34). Este versículo está lleno de acciones, de cosas que los religiosos no quisieron hacer. El samaritano demostró que la práctica del amor no tiene límites. Es la necesidad del otro la que determina lo que se debe hacer y hasta qué punto se debe amar. No sólo calmó su conciencia con una buena acción, sino que sobre todo mostró su verdadera motivación al hacerla: el amor.
3 – ¿Quién es el prójimo? Jesús contó esta parábola a partir de que un maestro de la ley le había preguntado ¿quién es mi prójimo? Después de contar la parábola el Señor le devolvió la pregunta: «¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?» (v. 36). La manera cómo Jesús había presentado los hechos le obligaba a responder su propia pregunta. Pero, se puede notar en la respuesta del maestro de la ley que se resistía a reconocer al samaritano como su prójimo. Por esa razón, se refirió a él de manera impersonal: «El que usó de misericordia con él» (v. 37). El maestro de la ley reconocía que la misericordia es la que nos mueve a convertirnos en prójimos de los necesitados. La compasión se produce cuando entramos en sintonía con el sufrimiento ajeno. La respuesta esperada por Jesús era: ¡el samaritano! Un nombre que el judío no quería ni mencionar.
APLICACIÓN
Jesús cerró su parábola con la siguiente recomendación: «Ve, y haz tú lo mismo» (v. 37). Estas palabras son un mandamiento que debemos poner en práctica diariamente en el camino de la vida. El amor al otro nace del amor a Dios, que hace que nos aproximemos al necesitado con respuestas concretas. Dios nos llama a dejar de ser extraños, para ser prójimos de los otros caminantes. En un mundo que se enfoca en el egoísmo, esta es una lección que solo se puede alcanzar por la conversión sincera al Hijo de Dios.