Lección de célula de adultos para sábado 5 de diciembre

Sábado 5 de diciembre de 2020

Dios es nuestro amparo y fortaleza

LECTURA: Salmo 46:1-3

1 Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. 2 Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar; 3 aunque bramen y se turben sus aguas, y tiemblen los montes a causa de su braveza.

VERDAD CENTRAL: Dios es el socorro de los que confían en él en medio de las peores circunstancias.

INTRODUCCIÓN

El Salmo 46 es un himno de alabanza que proclama la grandeza y suficiencia de Dios para socorrer a su pueblo. Por ese motivo, es un salmo muy conocido y memorizado por los cristianos. Algunos le han llamado el «salmo de Lutero», porque se cree que el reformador se inspiró en sus palabras para componer su también famoso himno «Castillo fuerte es nuestro Dios». Otros intérpretes de las Escrituras ven al salmo como una expresión de la confianza fundamental en la victoria final de Dios y la sujeción de todas las naciones a su reconocimiento y soberanía. Es decir, que se le interpreta de manera escatológica. El salmo está dividido en tres estrofas, cada una de ellas marcada por una pausa (selah). La primera estrofa trata de la protección que Dios brinda y constituye el material de la presente lección.

CUERPO

1- Dios es amparo, fuerza y auxilio. El salmo comienza con una triple declaración de lo que Dios significa para los suyos: «Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones» (v. 1). En primer lugar, se afirma que Dios es amparo, lo cual, hace referencia a una apelación a una instancia superior en busca de protección y defensa. Por supuesto que en este caso la instancia superior es Dios en quien su pueblo encuentra seguridad. En segundo lugar, Dios es presentado como fortaleza. Él es la fuerza que sostiene a sus hijos y que les otorga la valentía para permanecer firmes en tiempos de adversidad. En tercer lugar, Dios es auxilio en las tribulaciones. Él está siempre dispuesto a ayudarnos. Muchas veces las personas no tienen duda de que Dios es capaz de auxiliarles, pero dudan de si tendrá el deseo de hacerlo. Dios no solo puede hacerlo, sino que está muy dispuesto a hacerlo. Pero, aún más que eso, también lo hará pronto, porque se afirma que él es nuestro «pronto» auxilio. Dios siempre está dispuesto a socorrer a los que confían en él.

2- Aunque la tierra sea removida. La tierra y los montes eran considerados en el mundo de la Biblia como sinónimos de estabilidad y seguridad. Pero, la tierra del Antiguo Testamento también era una zona sísmica. Razón por la que, eventualmente, los montes podían ser sacudidos: «Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar» (v. 2). Un terremoto puede ser tan potente que los montes pueden ser alterados. El pasaje puede ser interpretado en un sentido escatológico, hablando de la destrucción y renovación apocalíptica, o como una descripción de una tragedia local de gran envergadura. Para las personas que viven en zonas sísmicas, las experiencias de la tierra siendo removida o los montes siendo traspasados resultan familiares. Ellos saben que no se trata de una exageración. Pero aun cuando las condiciones pueden desafiar a lo que el hombre considera más estable y seguro, Dios siempre estará allí para proteger a sus hijos y darles fuerzas. Más firme que la tierra y los montes es el auxilio que Dios da a los que esperan en él.

3- Aunque bramen y se turben las aguas. Las calamidades que hacen temer al hombre no solo son geológicas sino también hidráulicas: «…aunque bramen y se turben sus aguas, y tiemblen los montes a causa de su braveza» (v. 3). La fuerza del agua es enorme. Solo cuando ocurren desastres naturales se pude caer en la cuenta de su poder. El agua desbordada puede hacer temblar los montes, como dice el versículo. La figura de las aguas bramando hablan del sonido poderoso que se escucha cuando las aguas se desplazan con fuerza arrasando con lo que encuentra a su paso. Pero, ya sea que se trate de un terremoto o de una tempestad, Dios sigue siendo capaz de dar a sus hijos amparo, fuerza y auxilio. Cuando las situaciones escapan de control y parece que los cimientos se derrumban, Dios será siempre el amparo de su pueblo. La respuesta oportuna a su aflicción.

APLICACIÓN

En la vida toca enfrentar situaciones muy difíciles que retan las cosas que damos como más seguras. Cuando la base para la esperanza desaparece o es movida, el ser humano ya no tiene más a dónde recurrir. Pero, en esa circunstancia, es cuando Dios aparece para presentarse como quien puede dar el auxilio oportuno. Quien busca a Dios con sinceridad, de seguro le encontrará. La manera de invocar su ayuda es, en primer lugar, creyendo en su Hijo, que nos ofrece el perdón. El creer significa una rendición de la vida entera. En esa experiencia de arrepentimiento y nuevo nacimiento, la persona adquiere el privilegio de ser hijo de Dios. En segundo lugar, se debe expresar al Señor la aflicción que se vive. Todos los que le invoquen con fe, serán ayudados, no tardará el Señor en dar su pronta respuesta. Hoy es el mejor momento para clamar al Señor, él le responderá con seguridad.

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