Lección de células de adultos para sábado 14 de agosto

Sábado 14 de agosto de 2021

Los dos cimientos

LECTURA: Mateo 7:24-27

24 Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. 25 Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. 26 Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; 27 y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.

VERDAD CENTRAL: Para ser salvos no solo debemos escuchar la palabra de Dios, también es necesario obedecerla.

INTRODUCCIÓN

Tanto Mateo como Lucas ubican la parábola de los dos cimientos al final del llamado Sermón del Monte. Es una manera efectiva de animar a los oyentes a no ser solo oidores sino también hacedores de la palabra de Dios. Para eso el Señor utilizó una comparación breve, fácil de recordar y que partía de un asunto muy conocido para sus oyentes. Si la parábola es sencilla se hace mal cuando se trata de complejizarla tratando de encontrar significados en detalles muy específicos. La comparación debe ser tomada como un conjunto cuyo mensaje es que la obediencia es esencial para ser un discípulo de Jesús. El oír la palabra, pero no hacerla conduce a la ruina espiritual. En cambio, oír la palabra y hacerla es la base para una vida firme en la fe que es capaz de hacer frente a todas las contrariedades.

CUERPO

1- Semejanzas de los dos constructores. En la parábola del Señor aparecen dos hombres que construyen cada uno su casa. A uno lo calificó de «prudente» y al otro de «insensato». En la historia se puede ver que hubo varias semejanzas entre ellos. En primer lugar, los dos oyeron las mismas palabras del Señor, ambos tuvieron la misma oportunidad de reaccionar a esa palabra, ambos necesitaban construir su casa, ambos fueron libres de construir donde quisieran, aparentemente ambos construyeron casas parecidas y, finalmente, ambos tuvieron que enfrentar la misma prueba. Vistas las cosas desde el exterior no había mayores diferencias entre el prudente y el necio. Todo parecía ir bien y cualquiera que los hubiera visto construir no habría advertido ninguna diferencia. Le habría parecido que ambos hacían bien escuchando al maestro y construyendo sus casas. Lo mismo ocurre con las personas que van a una iglesia. En apariencia, todos parecen escuchar y estar interesados, pero la verdad puede ser muy diferente.

2- Diferencias entre los constructores. La comparación de Jesús también estableció diferencias entre los dos hombres. Esas diferencias estaban relacionadas con el carácter de cada uno. El carácter no se puede ver en una persona sino solo cuando habla o actúa. El hombre que Jesús calificó de prudente no pensó en su comodidad sino en la seguridad de la casa que quería construir. Previó que las condiciones podían cambiar y que una tempestad podía ocurrir; por eso, cavó hondo hasta que encontró un lecho de rocas donde apoyó el cimiento de su casa. Por su parte el insensato encontró muy fácil y rápido cavar en la arena. Terminó su casa bien pronto, pero sin que tuviera un fundamento fuerte. Cuando llegaron la tormenta y los ríos la casa del hombre prudente se mantuvo firme. En cambio, ante la misma dificultad, la casa del insensato se derrumbó y todo terminó en fatalidad. Los hechos demostraron por qué el primer hombre era prudente y previsor, pero también mostraron por qué el insensato era necio y poco reflexivo.

3- Los cimientos ocultos. Cuando se hace una construcción los cimientos siempre quedan bajo tierra y no son visibles. Las casas que construyeron los dos hombres muy seguramente eran bastante parecidas. A juzgar por su apariencia cualquiera hubiera pensado que eran iguales. Pero toda la diferencia estaba en el fundamento oculto bajo tierra que, a final de cuentas, determinó la resistencia o la ruina frente a la tempestad. El Señor mismo explicó la comparación al decir que el hombre prudente representaba a las personas que no solo oyen su palabra, sino que también la ponen en práctica. Por el contrario, el insensato representa a quienes oyen la palabra, pero no la obedecen. En tiempos normales y juzgados externamente los dos resultan parecidos, casi iguales. Pero cuando llegó la hora de la prueba solo quien obedeció salió triunfante. No es suficiente con ser solo un oyente del evangelio, se necesita ponerlo por obra.

APLICACIÓN

Ya que solo la obediencia a la palabra de Dios nos puede dar seguridad, ha llegado el momento de pasar de la escucha a la puesta en práctica. Si solo nos conformamos con oír la palabra para después olvidarla seremos insensatos. Pero si además de oír con atención obedecemos el evangelio, seremos prudentes y estaremos seguros, aunque venga la tempestad. La manera de poner en práctica el evangelio es creyendo en Jesús como el salvador. Él murió derramando su sangre en la cruz. Con esa sangre puede limpiar nuestros pecados y presentarnos delante del Padre justificados. Pero es necesario dar el paso del arrepentimiento sincero. Hoy es el mejor momento para hacerlo. El pasado ya dejó de ser y el mañana es solo una probabilidad. Solo tenemos el presente que debemos aprovechar. La mejor manera de hacerlo es por medio de una sincera rendición al Hijo de Dios.

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