Lección de células de adultos para sábado 18 de septiembre
Sábado 18 de septiembre de 2021
El rico insensato
LECTURA: Lucas 12:16-21
16 También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho. 17 Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? 18 Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; 19 y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. 20 Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? 21 Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios.
VERDAD CENTRAL: El verdadero sentido de la vida es llegar a ser ricos en fe y amor para Dios.
INTRODUCCIÓN
El ser humano es consciente de que vive en un universo con fuerzas muy grandes que no puede controlar. Por ese motivo, desde sus orígenes, siempre ha buscado la seguridad para sí mismo y para los suyos. Esa seguridad la buscó en las cavernas y luego en casas. Después construyó ciudades y grandes murallas que lo protegieran. En la actualidad el hombre cree encontrar seguridad en las riquezas. Quien tiene dinero puede protegerse de mejor manera contra casi todo peligro. Esa es la razón por la que algunas personas se enfocan en hacer dinero y de esa manera sentirse seguros contra los infortunios de la vida. La parábola que hoy consideramos habla precisamente del error que eso representa.
CUERPO
1 – Una cosecha muy abundante. La parábola cuenta de un hombre que un año tuvo una cosecha enorme. «La heredad de un hombre rico había producido mucho» (v. 16). La cosecha era más grande de lo que el hombre había podido manejar hasta ese momento. «Él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos?» (v. 17). El hombre no sabía qué hacer con tanta abundancia. Hay personas que piensan que el tener mucho dinero es la solución de todos sus problemas, pero como puede verse en el caso de este hombre, la riqueza solo trae nuevos problemas. Entonces el hombre rico tuvo una idea: «Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes» (v. 18). La idea fue la de comenzar todo de nuevo: demoler sus graneros de siempre para poder construir otros mucho más grandes que fueran capaces de almacenar todo el grano que había cosechado. De esa manera, aprovecharía al máximo su nueva abundancia y podría asegurarla para los días venideros. Una nueva etapa de gran fortuna comenzaba para él.
2 – Calculando para el futuro. Cuando el hombre de la historia llenó sus nuevos graneros comenzó a hacer cálculos de cuánto podía durar todo el grano que había acumulado. El resultado fue que tenía suficiente como para no tener que volver a trabajar por el resto de su vida. Él pensó: «Diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate» (v. 19). Según sus estimaciones el hombre rico podía ahora despreocuparse de trabajar. Sus riquezas le hacían sentir seguro y pensó que podía dedicar el resto de su vida a descansar, comer, beber y regocijarse. En su manera de ver la vida, no pensó en que sus riquezas podían servir para ayudar a los necesitados o, al menos, para generar más trabajo y que otras personas pudieran también mejorar sus condiciones de vida. Su visión era totalmente egoísta y no pensaba más que en su propio bienestar. El tener riquezas y usarlas tan solo para el propio placer es un pecado de egoísmo muy grande. Cada persona es responsable delante de Dios de cómo administra los bienes que se le han confiado.
3 – Lo único en lo que el hombre no pensó. En sus planes para el futuro solo hubo un detalle muy importante que el hombre perdió: tenía la riqueza, pero no tenía la vida comprada. «Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?» (v. 20). ¿De qué sirve la riqueza sin la vida, la salud y la paz interna, que es producto de compartir lo que se tiene con los desposeídos? Aquel hombre insensato perdió de vista la perspectiva de la eternidad. Se enfocó en lo efímero de la materialidad, en detrimento de lo trascendente de la espiritualidad. Es importante destacar que el rico de la parábola, al menos en once ocasiones, empleó la primera persona. ¡Era un egoísta vanidoso! En suma, perdió la oportunidad de disfrutar la verdadera riqueza: aquella que es producto de invertir generosamente nuestras vidas, aquí y ahora, en favor del prójimo. La lección, por tanto, es confiar en Dios y su reino, y liberarse de los afanes respecto del dinero y las posesiones.
APLICACIÓN
El Señor Jesús extrajo la advertencia de la parábola cuando dijo: «Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios» (v. 21). Es una amonestación contra la confianza que los seres humanos ponen en sus posesiones materiales, y enseña la importancia de que acumulen tesoros en el cielo, es decir, que amen a Dios sobre todas las cosas y amen a quienes los rodean, siendo generosos con ellos. La búsqueda del reino de Dios y su justicia es la clave para disfrutar de la plenitud de vida que Jesús ofrece.
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