Lección de células de adultos para sábado 21 de agosto

Sábado 21 de agosto de 2021

Los cuatro terrenos

LECTURA: Marcos 4:1-9

1 Otra vez comenzó Jesús a enseñar junto al mar, y se reunió alrededor de él mucha gente, tanto que, entrando en una barca, se sentó en ella en el mar; y toda la gente estaba en tierra junto al mar. 2 Y les enseñaba por parábolas muchas cosas, y les decía en su doctrina: 3 Oíd: He aquí, el sembrador salió a sembrar; 4 y al sembrar, aconteció que una parte cayó junto al camino, y vinieron las aves del cielo y la comieron. 5 Otra parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra. 6 Pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. 7 Otra parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron y la ahogaron, y no dio fruto. 8 Pero otra parte cayó en buena tierra, y dio fruto, pues brotó y creció, y produjo a treinta, a sesenta, y a ciento por uno. 9 Entonces les dijo: El que tiene oídos para oír, oiga.

VERDAD CENTRAL: Debemos ser buena tierra para llevar los frutos que la palabra de Dios nos pide.

INTRODUCCIÓN

Existe un acuerdo completo con respecto al significado de la parábola que hoy consideramos. Eso es así porque fue el mismo Señor Jesús quien la interpretó (Marcos 4:14-20). La parábola nos presenta una escena de la vida diaria: la de un sembrador que salió a sembrar. Esa imagen era muy familiar para quienes le oían ya que la mayor parte de ellos se dedicaban a actividades agrícolas. Para ellos era muy sabido que había terrenos que eran mejores que otros para sembrar. Valiéndose de esas diferencias Jesús expuso cuatro maneras en que las personas reaccionaban ante el anuncio del reino de Dios.

CUERPO

1 – El sembrador que salió a sembrar. La parábola comienza con la mención de un sembrador. Jesús no identificó quién era la persona que sembraba. Solo dijo: «El sembrador es el que siembra la palabra» (Marcos 4:14). Dado que la semilla es la palabra de Dios el sembrador es todo aquel que la anuncia. Ese puede ser el mismo Señor Jesús, alguno de sus apóstoles o cualquier persona que comparte el evangelio con alguien más. Toda persona que sale a sembrar lo hace porque espera obtener una cosecha. Su intención no es la de desperdiciar la semilla sino usarla de la manera más eficiente posible. A pesar de ese cuidado, no toda la semilla cayó en buena tierra. Parte de ella cayó en algún camino que atravesaba la propiedad. Otra parte cayó en un lugar aparentemente bueno, pero bajo una delgada capa de tierra había muchas piedras. Otra parte cayó en un lugar limpio, pero en ese lugar también había semillas de espinos que habrían de crecer pronto. El problema no estaba en el sembrador sino en las condiciones de cada terreno.

2 – Los malos terrenos. Parte de la semilla cayó junto al camino, allí la tierra estaba endurecida y no pudo germinar. Llegaron las aves y se la comieron. Jesús explicó que las aves representaban a Satanás que se roba la palabra de los que oyen distraídamente. Otra parte cayó en terreno pedregoso, la semilla germinó y creció rápido, pero como no tenía raíces profundas se secó. Este terreno representa a los que oyen con emoción la palabra, pero la emoción no es suficiente para enfrentar las dificultades de la fe. Cuando los problemas llegan, se alejan del Señor. Otra parte cayó entre los espinos, la semilla creció, pero los espinos también y la ahogaron. Estos representan a los que reciben la palabra, pero tienen otras prioridades como los problemas de la vida, las riquezas y otras cosas que terminan de ahogar el mensaje en ellos. Nadie puede servir a dos señores, quien desea de la vida riquezas y poder terminará muy lejos de los caminos del Señor e imposibilitado de llevar los frutos que el reino de Dios demanda.

3 – La buena tierra. Otra parte de la semilla cayó en buena tierra. Allí la semilla germinó, creció y llevó fruto. Ese era el deseo del sembrador y por el cual había trabajado arduamente. Aún la semilla que cayó en buena tierra y llevó fruto no lo hizo en la misma medida. Los resultados fueron diferentes: «a treinta, a sesenta, y a ciento por uno» (v. 8). Cada persona produce resultados de acuerdo con la gracia que Dios otorga a cada cual. Pero ya sea que la semilla produzca treinta, sesenta o cien, siempre llena de alegría al sembrador pues su meta se ve recompensada, aunque con distintos niveles de éxito. Las personas que dan fruto son aquellas que oyen la palabra, la ponen por obra y viven como verdaderos hijos de Dios. Llevan una vida cristiana productiva siendo verdadera luz y sal de un mundo hundido en la oscuridad.

APLICACIÓN

La palabra de Dios ha sido anunciada una vez más. Se repite la historia del sembrador que con generosidad ha entregado la palabra a todo el que desea oír. El asunto decisivo ahora es en qué clase de terreno nos convertiremos. ¿Seremos terreno endurecido, pedregoso y con espinas o seremos buena tierra? Que Dios nos ayude para que seamos oyentes receptivos de buen corazón que toman la palabra con gratitud y viven para honrar al Señor. Todo eso comienza por recibirle como salvador. Para ello se requiere un arrepentimiento sincero y una entrega honesta a su mensaje.

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