Lección de células de adultos para sábado 28 de agosto
Sábado, 28 de agosto de 2021
El juez y la viuda
LECTURA: Lucas 18:1-8
1 También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar, 2 diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre. 3 Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario. 4 Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, 5 sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia. 6 Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto. 7 ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? 8 Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?
VERDAD CENTRAL: La oración perseverante alcanza las respuestas de Dios.
INTRODUCCIÓN
Algunas de las parábolas resultaban difíciles de comprender. El significado de algunas de ellas presenta dificultades de interpretación hasta el presente. No hay un acuerdo sobre cuál es su aplicación principal. Pero, en otros casos, las parábolas resultaban muy fáciles de comprender. En el caso que nos ocupa hoy, el sentido es anunciado antes del relato de la parábola: «Les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar» (v. 1). No hay donde perderse, esta parábola nos enseña a ser perseverantes en la oración.
CUERPO
1 – El juez sin criterios para la justicia. La historia se desarrolla en un pueblo donde un juez tenía cualidades extrañas: «Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre» (v. 2). Es difícil imaginar como este hombre había llegado a ser juez ya que no poseía ninguna cualidad para eso. Se dice que no tenía temor de Dios ni respeto a las personas, que son las dos fuentes de la justicia. El temor de Dios es el que forma el carácter de las personas y le otorga el conocimiento para distinguir el mal del bien. Por su parte, el respeto al hombre es el reconocimiento de la dignidad que existe en cada persona y que le hace merecedor de un trato verdadero y justo. Cuando no hay temor de Dios ni respeto al hombre ya no queda ningún referente para poder juzgar con justicia. Parece que este hombre juzgaba de acuerdo con su criterio personal y eso lo hacía ser muy arbitrario y, por supuesto, injusto. Él mismo reconocía no temer a Dios ni respetar al hombre (v. 4).
2 – La viuda perseverante. La parábola continúa así: «Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario» (v. 3). Las viudas eran personas muy vulnerables: sin protección social podían ser extorsionadas de diversas formas. La parábola no explica cuál era la dificultad de la mujer, solamente dice que se trataba de una exigencia de justicia. La mujer decidió acudir al juez del pueblo, el cual, no tenía razones para atender a la viuda y mucho menos resolver su situación. Si el juez no respetaba a hombre, menos respetaría a una viuda. Efectivamente, al oír la petición, «él no quiso por algún tiempo» (v. 4). Lo que el juez no había previsto es que la viuda no dejaría de insistirle cada día. Ella era tan perseverante que el juez «dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia» (v. 4-5). Con el fin de deshacerse de la viuda insistente el juez decidió otorgarle lo que pedía.
3 – La misericordia de Dios. El juez era un hombre malo e irrespetuoso, pero terminó haciéndole justicia a la viuda. En cambio, Dios es justo y bueno; mayores razones para estar seguros de que él responderá a las peticiones de sus hijos. Así lo aseveró el Señor: «¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?» (v. 7-8). Las palabras claves en esta frase son: clamar día y noche. Todo gira alrededor de la perseverancia: de día y de noche. Quien es insistente recibirá de Dios su respuesta sin tardanza. La insistencia es importante no por ser el medio para convencer a Dios sino como el instrumento por el que cada creyente crece en confianza ante Dios.
APLICACIÓN
Jesús terminó la parábola con una pregunta: «Cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?» (v. 8). Al final de cuentas, la perseverancia es el resultado de la fe. Cuando una persona está segura de que Dios responderá a su necesidad no tiene reparos para clamar a él día y noche. Cuando la oración es perseverante alcanza su meta y Dios no se tarda en responder. El primer paso para una oración aceptable a Dios es recibir a Jesús como salvador. Solo entonces es cuando se alcanza una condición de agrado ante Dios. El ser sinceros en el arrepentimiento del pecado y en el seguimiento de Jesús es lo que abre los cielos para que las oraciones sean escuchadas.