Lección de células de adultos para sábado 7 de agosto

Sábado 7 de agosto de 2021

Los dos hijos

LECTURA: Mateo 21:28-32

28 Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña. 29 Respondiendo él, dijo: No quiero; pero después, arrepentido, fue. 30 Y acercándose al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él, dijo: Sí, señor, voy. Y no fue. 31 ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dijeron ellos: El primero. Jesús les dijo: De cierto os digo, que los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios. 32 Porque vino a vosotros Juan en camino de justicia, y no le creísteis; pero los publicanos y las rameras le creyeron; y vosotros, viendo esto, no os arrepentisteis después para creerle.

VERDAD CENTRAL: Lo que Dios valora son las conductas de las personas antes que sus palabras.

INTRODUCCIÓN

Las parábolas fueron un recurso que Jesús utilizó a menudo para dar a entender sus enseñanzas. Para construir sus historias partía de las cosas que eran muy familiares para sus oyentes. En esta ocasión él uso las relaciones entre un padre y sus hijos y la vida de trabajo en el campo. Los dos elementos eran el día a día de quienes le escuchaban. Ellos sabían muy bien de qué hablaba Jesús y de esa manera les era muy fácil comprender lo que él quería decir. Los temas teológicos que podían tener cierta complejidad se volvían comprensibles para todos, incluso para aquellos que no tenían mucha educación. En esta parábola Jesús parte de lo conocido para enseñar nuevas verdades espirituales.

CUERPO

1 – El hijo arrepentido. La historia presenta a un padre que tenía dos hijos. Cada uno de ellos tenía una manera diferente de ser. Jesús dijo: «Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña. Respondiendo él, dijo: No quiero; pero después, arrepentido, fue» (v. 28-29). El hombre necesitaba que sus hijos fueran a trabajar en la viña propiedad de la familia. El primer hijo le respondió de una manera desconcertante. Claramente le dijo a su padre: «No quiero». Esa respuesta resultaba hasta irrespetuosa en una cultura donde el respeto a los padres se valoraba muchísimo. Tal vez porque su repuesta fue tan tajante fue que ese hijo reflexionó posteriormente sobre lo que había dicho. Quizá pensó en toda la bondad que su padre le había mostrado y se sintió mal por la respuesta que le había dado. Arrepentido, decidió hacer lo que su padre le pedía y fue a trabajar en la viña.

2 – El hijo pretencioso. Ya que el padre no había recibido una buena respuesta de su primer hijo, se dirigió al segundo: «Y acercándose al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él, dijo: Sí, señor, voy. Y no fue» (v. 30). Este segundo hijo le respondió de buena manera y le aseguró que iría a trabajar a la viña. Pero, el tiempo pasó y al final de cuentas nunca fue a trabajar. Aunque había dado una buena respuesta, el tiempo demostró que solo se trataba de puras palabras. A la hora de hacer lo que su padre le pedía falló terriblemente. Este muchacho pretendía ser un hijo obediente, pero no pasaba de las palabras. Entonces Jesús preguntó: «¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dijeron ellos: El primero» (v. 31). Los mismos oyentes del Señor estuvieron de acuerdo con que el hijo verdaderamente obediente fue el fue a trabajar a la viña, aunque al principio dijo que no quería ir. Lo importante es que a fin de cuentas hizo lo que su padre le pidió. En cambio, el otro hijo, no pasó de las palabras. Aunque su discurso sonó respetuoso y atento, nunca hizo lo que su padre deseaba.

3 – Los arrepentidos y los pretenciosos. La moraleja de la parábola la expresó el Señor en estos términos: «De cierto os digo, que los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios. Porque vino a vosotros Juan en camino de justicia, y no le creísteis; pero los publicanos y las rameras le creyeron; y vosotros, viendo esto, no os arrepentisteis después para creerle» (v. 31-32). Al igual que el primer hijo, que inicialmente desobedeció y se negó a trabajar en el viñedo, pero luego se arrepintió y fue, así lo hicieron los recaudadores de impuestos y las prostitutas. Estaban siguiendo sus propios caminos, pero habiendo creído el mensaje que Juan el Bautista predicaba, decidieron andar por el camino de justicia que él anunció. Por otro lado, está la actitud del segundo hijo: inicialmente afirmó que, para cumplir la orden de su padre, iría a trabajar en el viñedo, pero luego no fue. Así sucedió con los jefes de los sacerdotes y los fariseos, quienes escucharon la predicación de Juan y vieron el cambio de estilo de vida de los recaudadores de impuestos y las prostitutas, pero no se sintieron sensibilizados lo suficiente como para creer el mensaje de Juan y aceptar el camino que él proponía.

APLICACIÓN

Las apariencias engañan, la actitud que más valora Dios es la que hace más y dice menos. El Señor lo que observa es la conducta real de las personas, no se deja engañar por las palabras o discursos. Si en verdad deseamos agradarle, debemos ir más allá de las palabras y actuar como él desea.

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