Lección de guía de células para sábado 8 de mayo

Sábado 8 de mayo de 2021

El desierto de José

LECTURA: Génesis 45:3-9 NVI

3 —Yo soy José —les declaró a sus hermanos—. ¿Vive todavía mi padre? Pero ellos estaban tan pasmados que no atinaban a contestarle. 4 No obstante, José insistió:—¡Acérquense! Cuando ellos se acercaron, él añadió: —Yo soy José, el hermano de ustedes, a quien vendieron a Egipto. 5 Pero ahora, por favor no se aflijan más ni se reprochen el haberme vendido, pues en realidad fue Dios quien me mandó delante de ustedes para salvar vidas. 6 Desde hace dos años la región está sufriendo de hambre, y todavía faltan cinco años más en que no habrá siembras ni cosechas. 7 Por eso Dios me envió delante de ustedes: para salvarles la vida de manera extraordinaria[a] y de ese modo asegurarles descendencia sobre la tierra. 8 Fue Dios quien me envió aquí, y no ustedes. Él me ha puesto como asesor[b] del faraón y administrador de su casa, y como gobernador de todo Egipto. 9 ¡Vamos, apúrense! Vuelvan a la casa de mi padre y díganle: “Así dice tu hijo José: ‘Dios me ha hecho gobernador de todo Egipto. Ven a verme. No te demores.

VERDAD CENTRAL: Dios utiliza la soledad y el sufrimiento para que sean canales de bendición a otras personas.

INTRODUCCIÓN

La historia de José es una de las más impactantes de la Escritura, debido a que en ella se deja ver que dios ha hilado las circunstancias de su vida para el cumplimiento de sus planes. Los sueños, el rechazo y la envidia de sus hermanos, las situaciones inesperadas y aun las tragedias que experimentó fueron solo instrumentos usados por Dios para moldearlo. El hecho de haber sido el hijo favorito y consentido de su padre no le habría ayudado mucho en el desarrollo de los propósitos de Dios. Su tiempo de soledad le enseñó a entender que todos los momentos difíciles de su vida habían servido para ser de bendición a otros.

CUERPO:

1- José en la soledad del desprecio. Desde muy joven José se vio enfrentado al odio.  Aunque su padre lo amaba, sus hermanos lo despreciaban llevándole a una vida de sufrimiento que, con la gracia de Dios, supo enfrentar y salir airoso. La envidia es una de las causas primarias del odio. Este pesar que nace como resultado del bien ajeno es el caldo de cultivo para el aborrecimiento. «Y vieron sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos sus hermanos; por eso lo odiaban y no podían hablarle amistosamente» (Gn.37:4). La primera distorsión que produce la envidia es la incapacidad de las personas para comunicarse adecuadamente. A los hermanos de José les era imposible hablarle con suavidad: de sus corazones sólo salían palabras de dureza y frialdad. Lo hermoso de esta triste historia es que el Señor no descuida a aquellos que ama. José fue sacudido por el odio de sus hermanos, pero Dios se encargó de guardar su corazón para que no se descompusiera con el veneno de la hostilidad.

2- José en la soledad de Egipto. José fue una persona que tuvo muchas razones para vivir amargado con sus semejantes o resentido con Dios por causa de las injusticias que enfrentó en Egipto. Primero, ser esclavo a causa de la traición de sus hermanos. Segundo, enfrentar una falsa acusación por parte de la mujer de Potifar. Tercero, terminar injustamente en prisión. Cuarto, ser «utilizado» solamente para interpretar los sueños de los funcionarios de faraón y luego ser olvidado en la cárcel. Pese a todo ello, José aprendió en su soledad a depender de Dios y a aprovechar las oportunidades que llegarían en forma de crisis. En Egipto desarrolló habilidades de administración, aprendió la lengua egipcia, sustituyó una posición de víctima por el de un compromiso de servicio y excelencia. El ejemplo de José nos demuestra que la soledad que podemos vivir en las crisis, son utilizadas por Dios para otorgarnos nuestras mayores fortalezas y capacidades.

3- José frente a los planes de Dios. José ayudó a sus hermanos a ver las cosas desde otra perspectiva: ellos eran instrumentos en las manos de Dios. El consuelo y la bendición que aquellas palabras dieron a aquellos sorprendidos hermanos fue incalculable. La mejor manera de ayudar a restaurar la relación con la persona que nos ha ofendido es guiarla a ver cómo, en cierto modo, estamos agradecidos de haber sido instrumento para el bien de nuestra vida. Esta perspectiva, provee así de un alivio al sentimiento de culpabilidad, consecuencia de aquella mala acción. El ofendido José pidió a sus hermanos que no se entristecieran. Él los tenía en sus manos y podía hacer con ellos lo que quisiera. El verdadero hijo de Dios junto con su perdón da consuelo y ánimo a aquellos que le han ofendido. Solo quien ha alcanzado madurez ve las cosas de esta manera.

APLICACIÓN

Los sucesos que José vivió en su propio desierto perseguían cumplir los planes soberanos de Dios. Frente a todas las crisis provocadas por sus hermanos, José los consoló, aceptando los hechos como la voluntad de Dios. Fue Dios quien envió a José de antemano a Egipto y le puso en el cargo de responsabilidad para preservación de vida de la descendencia de Jacob. José permitió que Dios utilizara su dolor y soledad para que los demás recibieran la vida y la bendición.

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