Lección de célula de adultos para sábado 3 de octubre
Sábado 3 de octubre de 2020
Polvo eres y al polvo volverás
LECTURA: Génesis 3:17-19
17 Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. 18 Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. 19 Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.
VERDAD CENTRAL: La paga del pecado es la muerte.
INTRODUCCIÓN
Cuando Adán y Eva pecaron en el jardín, en Edén, comenzaron a cosechar las consecuencias de su mala decisión. El Señor se acercó y comenzó a explicarles la manera en que su pecado les afectaría. Para Eva, las consecuencias estarían relacionadas con la maternidad: sería incómoda y con dolor. Como pareja, afectaría la relación entre la mujer y el hombre. Ya no podrían ser una pareja ideal dado que, al pecar, el egoísmo había entrado en la relación. Cada uno buscaría su propio beneficio y el hombre se impondría sobre la mujer. El rompimiento de la armonía en la pareja habría de trasladarse posteriormente a todas las relaciones sociales. Muy pronto ese cáncer habría de traer su amargo fruto: el asesinato de su hijo Abel. Ahora tocaba el turno para que el hombre conociera las consecuencias de su desobediencia.
CUERPO
1- La maldición de la tierra.
Los efectos del pecado son permanentes. Aunque Dios puede perdonar la culpa de las personas, las consecuencias del pecado siempre subsistirán. El Señor le dijo a Adán: «Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa» (v. 17). El ser humano siempre ha tenido una relación vital con la tierra. Es de ella que brota el alimento que le sustenta. Además, el hombre fue creado del polvo de la tierra; en esencia, están hechos de la misma sustancia. Cuando el hombre pecó, también murió espiritualmente. En consecuencia, la tierra también resultó maldecida. Se rompió la relación de armonía que había entre el hombre y el planeta. Ahora la tierra ya no sería el jardín pacífico y generoso que producía alimento en abundancia para la criatura humana. Ahora, maldecida, la naturaleza comenzaría a generar desgracias: huracanes, erupciones volcánicas, terremotos, sequías, desiertos, etc. Es una solemne lección que nos deja ver que el pecado no es un juego, siempre produce efectos más graves de lo que suponemos.
2- El dolor y el sinsabor de la desobediencia.
Al ser afectada la tierra, era inevitable que se produjera un conflicto entre ella y el hombre. La tierra no solo da alimento al ser humano, sino que también es la base de su trabajo. A partir de la caída, la tierra se volvió hostil y comenzó a ser una fuente de dolor: «… con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá…» (v. 17-18). Las palabras del Señor dejan ver las frustraciones a las que el hombre se enfrentaría de manera permanente. El trabajo sería insatisfactorio y desgastante. Es importante aclarar que el trabajo no es presentado como un castigo o maldición, es la manera cómo las personas ganan su sustento y cómo pueden desarrollar sus potencialidades. No obstante, siempre será una fuente de penas y de fracasos al proveer el sustento. Cuando el trabajo no se realiza para el Señor, se vuelve tedioso. Las personas pueden considerarlo un mal necesario o pueden llegar a aborrecerlo y a buscar la menor oportunidad para escapar de él.
3- Polvo eres y al polvo volverás.
Antes de la caída Dios había advertido que el día que comieran del árbol del conocimiento del bien y del mal, en verdad, morirían. Esa sentencia se cumpliría ahora por medio del trabajo, que iría arrebatando la vitalidad del hombre hasta llevarlo a la muerte: «Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás» (v. 19). Ahora el alimento ya no sería fácil de obtener, sino que demandaría esfuerzo y sacrificio. Todo eso hasta ponerle un término a la vida física. Hasta el momento cuando el cuerpo volviera a la tierra. El cuerpo fue hecho del polvo, por tanto, al polvo volverá. Es lo que ocurre con quienes fallecen: después de un tiempo, terminan por volver al polvo.
APLICACIÓN
Dios estable que la paga del pecado es la muerte. No hay manera de evadir esa verdad universal. La mejor prueba de su realidad es el hecho de que el ser humano sabe que sus días llegarán a su fin. Un día, su cuerpo volverá al polvo de donde fue tomado. Pero, la muerte física es solo un aspecto de toda la verdad. También existe la muerte espiritual, que no puede ser vista, pero que es tan real como la muerte física. Es la separación del hombre de Dios que se produce cuando se sigue una vida de pecado. Para ambas el evangelio tiene una solución: la sangre del Hijo de Dios. Cuando una persona se arrepiente de su forma de vida y decide seguir a Jesús, sus pecados le son perdonados. Vuelve la vida espiritual y, en la resurrección, volverá a la vida física.
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