Agujeros negros y teología
Einstein publicó su teoría general de la relatividad en 1915. En ella describió la manera cómo la gravedad afecta al espacio y al tiempo. Sus cálculos matemáticos condujeron a concluir que en el universo podían existir objetos con una masa tan grande que nada, ni siquiera la luz, podría escapar de su gravedad. Precisamente porque la luz no escapa de esos objetos se concibieron como muy oscuros y fueron llamados agujeros negros. Aunque los cálculos de Einstein podían predecir con exactitud la formación y el comportamiento de los agujeros negros, él mismo nunca llegó a creer que esos objetos de tan potente fuerza de gravedad pudieran existir en el universo.
Después de Einstein otros físicos profundizaron en el tema y se fueron acercando a la convicción de que los agujeros negros eran la explicación lógica y matemática de la manera cómo el universo está estructurado. Pero no sería sino hasta 2019 cuando el astrofísico y radioastrónomo alemán Heino Falcke logró coordinar un esfuerzo internacional para crear una red mundial de radiotelescopios que logró captar la primera fotografía de un agujero negro. La imagen es histórica y es evidencia contundente de que los agujeros negros en verdad existen y son capaces de curvar el espacio, el tiempo y la luz, tal como las matemáticas lo habían predicho.
Heino Falcke ha señalado que su espectacular trabajo le inspira un profundo sentido de asombro y humildad ante la inmensidad del universo, lo que refuerza su creencia en algo trascendental. En su libro «Luz en la oscuridad», al reflexionar sobre los orígenes del universo, no tiene ambages en remitirse al pasaje del evangelio de Juan que dice: «En el principio era el Verbo, y el Verbo era Dios». Para Falcke, hablar de la naturaleza del universo y de las profundas preguntas existenciales que surgen al contemplar fenómenos como los agujeros negros, no debe hacerse separando la ciencia de la fe.
Él expone que en el pasado la ciencia, la filosofía y la religión se encontraban estrechamente relacionadas y que la separación se produjo como resultado de la especialización que se fue dando en esos campos y no porque sean intrínsecamente excluyentes. Falcke afirma que no deben ser excluyentes pues la ciencia y la fe se necesitan mutuamente. Enseña que la ciencia debe mantenerse humilde ante lo desconocido. A pesar de los grandes avances científicos, algunos de los cuales son de su autoría, cree que hay límites a lo que la humanidad puede conocer mediante la ciencia.
Sin duda que la ciencia y la fe tienen metodologías diferentes. Mientras la ciencia se basa en la observación empírica y la comprobación de las hipótesis, la teología parte de la reflexión sobre cuestiones existenciales y éticas. La ciencia no puede demostrar la existencia de Dios, pero tampoco puede demostrar la no existencia de Dios. Porque se trata de disciplinas diferentes que buscan respuestas desde ángulos distintos. La fe no debe contradecir a la ciencia ni la ciencia a la fe. Cuando surge un conflicto aparente es porque o bien no se ha entendido completamente la ciencia o no se ha interpretado correctamente la teología.
Sus estudios y su involucramiento en proyectos como el de lograr la primera imagen de un agujero negro ha llevado a Falcke a reflexionar sobre la naturaleza del espacio y el tiempo, y ha relacionado sus descubrimientos con conceptos filosóficos y teológicos sobre el infinito, el vacío y lo eterno, que son temas que la ciencia no puede abarcar completamente, pero que la teología intenta explorar.
Convencido de que la ciencia se enfoca en explicar el cómo de los fenómenos naturales mientras que la teología se ocupa del porqué, Falcke ha dedicado tiempo a explorar las cuestiones teológicas. Aunque su enfoque profesional es en la astrofísica también ha realizado estudios teológicos que reflejan su deseo de entender las implicaciones filosóficas y espirituales de sus investigaciones científicas. Además de maestro universitario en radioastronomía y partículas es miembro de la Iglesia Evangélica en Alemania, una de las principales instituciones cristianas alemanas y que tiene una visión que busca equilibrar la fe con el pensamiento crítico y el diálogo con la ciencia. Un aporte imprescindible en nuestra época de posverdad e involución del pensamiento crítico.
La carrera científica fuera de los límites
Para los científicos el estudio de los agujeros negros representa un misterio. Y se invierte grandes recursos para realizar mucha investigación. Y prácticamente el avance es poco aún con los distintos medios que hoy se poseen. De igual manera cuando se inició el estudio del cuerpo humano, todo indicaba ser un misterio, pero es algo tangible y accesible. Pero la realidad de los agujeros negros es difícil de conocer, aunque se disponga de la implementación de nuevos y poderosos Telescopios. Pero hay un deseo por buscar respuestas de la estructura cósmica del Universo.
Debemos recordar la orden divina antes de continuar, no por el estudio sino por los límites. En Génesis 1:28 dice: Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra. El campo de acción de la humanidad es la tierra. Sin embargo, la proyección del hombre actual es salirse de los límites permitidos. El impulso humano es salir de la atmósfera, buscar fuera de su linderos. Busca en el espacio sideral respuestas, y deja lo que tiene tan cerca. Olvida las verdaderas tinieblas de su mente, al dejar la luz de Dios. Deja su habitación y mira por la ventana una ínfima parte del Universo. Se sale de su entorno mentalmente y mira hacia el espacio quedando peor o igual en su incapacidad por conocer lo desconocido. Dios le permite ese atisbar desde el telescopio, y queda totalmente asombrado. Hace cálculos matemáticos y no hay respuesta cabal. Solo se puede ver entornos gravitacionales. El 85% de la materia del universo es oscura, de la que solo percibimos su huella gravitatoria y de la que desconocemos prácticamente todo lo demás. Esa misma huella, las ondas gravitacionales, es las que a su vez han abierto las puertas para las investigaciones más fascinantes de la Humanidad hasta ahora: los agujeros negros.
Conocemos la existencia de los agujeros negros desde hace mucho tiempo, incluso Einstein ya los incluyó en sus cálculos. Pero fue hasta el 2014, cuando se logró la constatación directa de las ondas gravitacionales que demostraron su existencia. En el campo astronómico hay potentes Telescopios, por ejemplo el Telescopio de Horizonte de Eventos, se ha logrado captar un agujero negro en una galaxia lejana, la M-87. Es un agujero negro inmenso, mucho mayor que el de nuestra galaxia. Pero notemos las características del agujero negro de nuestra Vía Láctea: Sagitario A* se encuentra a más de 25.000 años luz de la Tierra y es nuestro agujero negro supermasivo más cercano, con una masa estimada de millones de veces la de nuestro Sol. El agujero negro de Sagitario A (o Sgr A* “Sagitario A asterisco”), se encuentra en la constelación de Sagitario en el corazón de la Vía Láctea. Sagitario A*, el agujero negro supermasivo en el centro de la Vía Láctea, es mucho menos luminoso que otros agujeros negros en el centro de las galaxias que podemos observar. La nueva evidencia obtenida por el telescopio Explorador de polarimetría de imágenes de rayos X (IXPE, por sus siglas en inglés) de la NASA sugiere que el antiguo gigante dormido despertó recientemente —hace unos 200 años— para devorar gas y otros desechos cósmicos que estaban a su alcance.
Un punto que no podemos olvidar es la mala fama que tienen los agujeros negros, de ser peligrosos. La razón estriba en estos agujeros atraen y devoran todo lo que hay a su alrededor. Es cierto que a partir de una cierta distancia de ese agujero negro no se puede sacar nada, pero eso no quiere decir que no pueda haber objetos que orbitan alrededor de un agujero negro. Los investigadores señalan: que hay estrellas que orbitan alrededor de los agujeros negros y no les pasa nada. Algunas estrellas pasan tan cerca que pierden las capas exteriores, lo único. El público debe ser consciente de que son objetos astrofísicos, que están ahí y hay una razón de ser. Dios ha estructurado el Universo para ejecutar órdenes y leyes para la preservación, sustentación y eliminación de cosas decadentes. Sobretodo las cosas establecidas responde a los propósitos de su Reino Eterno, que ya está presente hasta entrar la Plenitud. Para finalizar este contenido debemos revisar el texto bíblico que dice:
2 Pedro 3:10 Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas.
2 Pedro 3:12 esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán!
Apocalipsis 21:1 Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más.
Y finalmente todo el universo entero y las cosas creadas, los seres y los cielos y la tierra reconocerán la Plenitud del Reino de Dios, será visible el Trono de Blanco. Si hoy nos asombramos por lo visible, de millones de estrellas, de cometas, de satélites, de los agujeros negros y de muchas cosas mas por descubrir, viene el día Glorioso que se manifestará la Gloria de Dios en el Trono Blanco de Justicia, de Verdad y Vida Eterna. Todo esto indica que en Cristo Jesús son Restauradas todas las cosas, las que están en la tierra como en el cielo. Y todo nuestro ser entregado a Dios.
Apocalipsis 20:11 Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos.
Adal R
7 Octubre 2024