De Manila a Ciudad del Cabo, pautas para la misión
En julio de 1974 se promulgó el Pacto de Lausana como resultado del Primer Congreso Mundial de Evangelización en la ciudad suiza de Lausana. Se considera que el Pacto de Lausana pasará a la historia como uno de los documentos cristia- nos más importantes del Siglo XX. Su importancia reside en que brindó a las iglesias evangélicas una definición de misión, que marcó una nueva época en la comprensión de lo que se debe entender por evangelizar.
El reconocimiento de que los cris- tianos deben compartir la preocupación de Dios «por la justicia y la reconciliación en toda la sociedad humana y por la liberación de los hombres de toda clase de opresión», y de que «la evangelización y la acción social y política son parte integral de nuestro deber cristiano», no deja lugar a un concepto unilateral de la misión de la iglesia basado en un divorcio antibíblico entre la proclamación y el servicio.
Hoy, 36 años después de Lausana y 21 después del Manifiesto de Manila, las iglesias evangélicas realizaron el Tercer Congreso Mundial de Evangelización. Esta vez, la sede se trasladó al continente que ha experimentado el mayor crecimiento de evangélicos en las últimas décadas: África. El Tercer Congreso, también conocido como Lausana III, se realizó del 16 al 24 de octubre de 2010 en Ciudad del Cabo, Sur África.
La preocupación de Lausana III continúa girando en torno al lema: «Toda la iglesia llevando todo el evangelio a todo el mundo». «Toda la iglesia» implica la búsqueda de un mayor sentido de unidad intereclesial en el cumplimiento de la misión. «Todo el evangelio» implica un mayor sentido de claridad en la comprensión de la buena nueva. «A todo el mundo» implica un mayor sentido de prioridades en la tarea pendiente.
Los temas fundamentales sobre los que se ha venido trabajando y sobre los que se espera llegar a conclusiones orientadoras para la práctica de la fe son: verdad, reconciliación, autenticidad e integridad, creencias mundiales, prioridades de las nuevas misiones y asociación. Estos grandes temas se desglosan en tópicos como: niñez y juventud, migraciones, medio ambiente, etnicidad, globalización, bioética, medios y tecnología, oralidad, pobreza y riqueza, trabajo, misión urbana, mujeres y hombres.
Siendo las iglesias evangélicas poseedoras de variados matices distintivos, la delegación invitada para representar a El Salvador fue definida por los coordinadores del congreso de manera igualmente plural: pastores, profesionales, miembros de la Directiva de la Alianza Evangélica, jóvenes, mujeres, un director de un ministerio para-eclesiástico, el rector de la Universidad Evangélica y un representante de la Fraternidad Teológica Latinoamericana capítulo El Salvador.
Bajo la convicción que el evangelio es la buena noticia de Dios para el mundo entero, los cristianos evangélicos expresan en este esfuerzo su decisión de obedecer el mandato universal del Señor resucitado de anunciar las buenas nuevas a toda la humanidad y de hacer discípulos optimizando el uso de los recursos, las experiencias y los co- nocimientos acumulados.
Las estadísticas de crecimiento en diversos países no conducen a una actitud triunfalista sino, por el contrario, como lo afirma reiteradamente el pacto, a una actitud de arrepentimiento ante las fallas. La conciencia de la acción actual de Dios como también de las fallas conduce inevitablemente a ver el futuro con una mirada llena de propósito: el desafío de completar la tarea de evangelización tanto en extensión como en profundidad.