El mensaje de Juan

En el año 26 llegó a Judea un nuevo prefecto llamado Poncio Pilato. Este fue un funcionario soberbio que de llegada cometió la torpeza de ingresar a Jerusalén los estandartes con la imagen del emperador, lo cual los judíos consideraron imágenes idólatras.

El rey Herodes Antipas, queriendo siempre ganarse el favor popular, apeló directamente ante el emperador para forzar a Pilato a retirar los emblemas. Pero, aun con ese logro, Herodes estaba lejos de ser aceptado como rey.

Cuando un gobernante desea respaldo popular, lo desea pronto y a cualquier precio. En ese afán Herodes tomó la decisión de divorciarse de su esposa árabe para casarse con Herodías, quien era la esposa de su hermanastro Felipe. El interés de Herodes por Herodías respondía a que ella era del clan asmoneo, del cual ciertos círculos judíos poseían una imagen nostálgica e idealizada dado que eran los descendientes de Judas Macabeo, un héroe patriótico defensor de la espiritualidad judía. De la misma manera que el rey David se había casado con la princesa Mical, Herodes ahora se casaba con una descendiente macabea.

Pero todos los esfuerzos de Herodes por consolidarse políticamente encontraban un escollo formidable en Juan el Bautista, a quien el pueblo tenía por profeta. El mismo Herodes reconocía que Juan era un hombre justo, a pesar de que se había instalado en el valle del Jordán estropeando los planes modernizadores que tenía para el lugar. La oposición de Juan no solo se expresaba en el asiento que había escogido para su ministerio sino también en sus enseñanzas en contra de los abusos del poder: «Las multitudes preguntaron: —¿Qué debemos hacer? Juan contestó: —Si tienes dos camisas, da una a los pobres. Si tienes comida, comparte con los que tienen hambre. Hasta los corruptos recaudadores de impuestos vinieron a bautizarse y preguntaron: —Maestro, ¿qué debemos hacer? Él les contestó: —No recauden más impuestos de lo que el gobierno requiere. —¿Qué debemos hacer nosotros? —preguntaron algunos soldados. Juan les contestó: —No extorsionen ni hagan falsas acusaciones, y estén satisfechos con su salario» (Lucas 3:10-14).

Todo eso Juan lo hacía plenamente convencido de su llamado y su misión. Su predicación y estilo de vida reflejaban una espiritualidad y entrega impresionantes, pero tampoco era un ingenuo que desconociera las repercusiones políticas de sus posturas. Las conocía muy bien y sabía emplearlas con gran sabiduría sabiendo que la principal protección que jugaba a su favor era su integridad.

La parte más perturbadora del mensaje de Juan era su anuncio sobre la venida del Mesías. Había creado una gran expectativa entre las multitudes quienes pensaban que el Cristo llegaría pronto o, incluso, que Juan era ese Mesías. En ese momento, y por muchos siglos, los judíos habían esperado un Mesías guerrero, liberador. Un salvador que restablecería la monarquía davídica y acabaría con reyes usurpadores como Herodes. Un Cristo que reuniría al pueblo para expulsar a los romanos y que restablecería la soberanía del territorio.

Esa concepción también la compartía Juan y, por eso, sus profecías lo presentaban como un Mesías justiciero. Mientras él bautiza con agua, el Cristo bautizaría con fuego. Decía: «Él está listo para separar el trigo de la paja con su rastrillo. Luego limpiará la zona donde se trilla y juntará el trigo en su granero, pero quemará la paja en un fuego interminable» (Lucas 3:17). El movimiento de Juan era muy popular y movilizaba a multitudes al valle del Jordán. La zona ahora poseía un dinamismo espiritual muy robusto que intriga incluso a los líderes del judaísmo al mismo tiempo que echaba al traste los planes de Herodes. Con el anuncio de la inminente aparición del Mesías el ambiente se volvía aún más inestable.

El historiador Flavio Josefo describe el ambiente político generado por Juan: «Cuando a las multitudes que lo rodeaban se agregaron otros, Herodes se alarmó, debido a que sus sermones los soliviantaban en sumo grado. La elocuencia que tanto efecto había surtido en las gentes podía conducir a alguna forma de sedición, pues parecía como si estuvieran dirigidos por Juan en todo cuanto hacían». Por mucho que el mensaje y la figura de Juan quieran espiritualizarse, no es posible soslayar el hecho de que se produjeron en una realidad específica muy convulsionada.

Comments
One Response to “El mensaje de Juan”
  1. Adal R dice:

    Dos cosas tan importantes se puede extraer del ministerio de Juan Bautista. Pero antes se debe ver el contexto en el cual se desenvolvió como vocero del Reino de Dios. Juan Bautista lideró en su juventud una secta judía emparentada con los esenios. Los esenios eran una de las muchas sectas judaicas de la época (saduceos, fariseos y celotes) con la diferencia que los esenios se apegaban a la ley, vivían en comunidad, abandonaban todos sus bienes, Leian constantemente la ley de Moises y se esforzaban en observarla en todos los detalles y esperaban la llegada de un Mesías. Entre los esenios que llevaba una vida ascética, había un grupo que desarrollaban el bautismo. Y fue en el año 28 d. C. que Juan como líder se ubica en el bajo valle del río Jordán, rodeado por sus discípulos. Conciente de las atrocidades y tiranía de la dinastía Herodiana, Juan desarrolla su pregón en estas direcciones:
    El llamado al Arrepentimiento del pueblo y a un verdadero cambio de actitud en la manera de vivir y actuar (preparación bajo las exigencias proféticas del AT).
    Juan bautizó a numerosos judíos, a quienes pretendía purificar y preparar para la inminente llegada del Mesías;
    Anuncia Advenimiento del Mesías El Cristo (La esperanza de liberación )
    Denuncia los abusos de poder ( de los Herodianos y grupos afín) es decir, romper con el dominio humano religioso que seducía a muchos en la más vil derrota espiritual, sin frutos y lejos del Camino del Dios verdadero.
    Ahora bien, no era fácil confrontar a una estructura tanto de poder político como religioso. La dinastía Herodiana que por años venía dominando el ambiente judío tanto la religión, la sociedad, la vida personal embaucada al Imperio Romano y sus vanidades. Muchos estaban dominados por el poderío humano y la Esperanza de un Reino Eterno se opacaba con tanta mentira, emblemas, imágenes, publicidad, propaganda pagana. El hombre fácilmente se va tras lo que ve. Era pues necesaria la fe que pronto se manifestará en La Persona del Cordero Santo: Jesucristo el Hijo de Dios.
    ¿Que tipo de dinastía dominaba?
    La Dinastía herodiana fue la última casa real de Judea. Comenzó con Herodes I el Grande, quien asumió el trono de Judea con apoyo romano, sustituyendo a la dinastía asmonea, y gobernó un extenso territorio hasta su muerte en 4 a. C. El reino de Herodes fue dividido entre sus hijos con Arquelao como rey y sus hermanos como tetrarcas. En el año 3 a. C. el emperador Augusto dividió la región de Siria Romana entre los sucesores de Herodes I: Herodes Arquelao fue nombrado tretarca de Judea y Samaria; Herodes Antipas fue nombrado tetrarca de Galilea y Perea; y así los otros hijos en su región. De modo que no fue un sólo individuo sino que fue una dinastía que deseaba perpetuarse en el poder.
    Pero debemos notar que Herodes el Grande, que era el padre de Herodes Antipas, fue conocido por sus proyectos constructivos colosales, entre los que están la expansión del Segundo Templo de Jerusalén (el Templo de Herodes), la construcción del puerto de Cesarea Marítima y las fortalezas de Masada y Herodión. Pero también fue un asesino ya que como el gobernante de Judea ordenó la matanza de los niños en la época del nacimiento de Jesús. Y por otro lado Creó una nueva aristocracia prácticamente de la nada. Es realmente el deseo desmedido de poder y de gobernar lo que enferma al ser humano, y eso del hedonismo que lleva a muchos a comprar voluntades, a mantener el clan familiar, y con esa actitud dañan la sociedad, el país entero, pervierten el derecho, imponen sus jueces y secuaces para cometer actos de injusticia, y doblegar o asesinar a todo aquel que se oponga o se interponga. En el Salvador ocurren situaciones semejantes de hacer callar o silenciar el mensaje de Liberación y Redención, se visten de ovejas y fiscalizan iglesias, recintos y todo sector de la sociedad. El fin que persiguen es hacer crecer la estructura de iniquidad y de dominio injusto por medio del control digital.
    Juan conciente de la maldad del está dinastía, que desde el principio quizo destruir el plan de Dios. Herodes El Grande molesto porque los sabios no le dieron aviso en dónde residía el niño, hizo una cruel carnicería de niños en Belén de Judea. Dios guardó a su Hijo Bendito Redentor del mundo. Y hoy podemos cantar la victoria de Cristo que murió por nuestros pecados pagando el precio con su sangre preciosa y Resucitó para nuestra justificación. Creo que cuando se desconoce y se omite la historia estamos al borde de perderlo todo o de ceder espacio a asesinos gobernantes, a dejar que (ateos, idólatras o musulmanes gobiernen) o que el enemigo dirija los pasos de toda una nación. La iglesia en este tiempo final debe asegurar su rol y perseverar en el Reino de Cristo, La iglesia que es la Esposa del Cordero, poseemos el Espíritu Santo, somos templo y morada del Espíritu de Dios. La unción está en nosotros, lo cual nos da poder para anunciar el Evangelio, y el dominio propio para vencer cada propuesta del mal o la avidez de la carne o de la mercadería del mal.
    ¿Qué vemos en Juan Bautista? ¿ Que hay de enseñanza? Ya es un enfasis que debe marcar nuestro proceder: Primero, Es Generar un verdadero impacto en la sociedad, la convulsión social del ayer debe manifestarse hoy, (trastornar al mundo con la locura de la predicación ) no por escándalos de mala conducta o mal testimonio, ni con armas carnales ni por enseñanzas huecas o cuentos de viejas, no por ídolos mudos ni formas mundanas. Más bien, con el ministerio de la Reconciliación con Dios, es la manifestación del Espíritu, que llama a los hombres al Arrepentimiento y a vivir en justicia y verdad.
    Y Segundo, Perseverar en integridad, velando y orando. Como ministros sabemos que todo lo que se anuncia conlleva implicaciones, ya que los hombres buscarán la manera de bloquear esta labor encomiable. Solo en firmeza, en fe en Cristo somos más que vencedores.
    Hermanos en Cristo, El Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo haga resplandecer su Rostro en cada creyente, nos de fuerza y amor para seguir anunciando el Evangelio de manera sólida: en hecho y en verdad, en humildad e integridad, a tiempo y fuera de tiempo. En cada lugar, ningún hermano está exento de esta gran labor, Cristo y su Reino crece cada día, mientras este cuerpo de barro se desgasta más nuestro interior revestirse de gloria en gloria hasta ver al Hijo de Dios descender de los cielo.

    Adal R
    16 julio 2023

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