El Monumento en la Colonia Málaga
Las medidas de reparación simbólica en los casos de violaciones a los derechos humanos se centran no sólo en el conocimiento de los hechos, sino en el reconocimiento de su importancia y el de las propias víctimas. En el caso de un evento de violación a los derechos humanos como el ocurrido en la Colonia Málaga en julio de 2008, pasaría al olvido con relativa facilidad si no fuese por el empeño de las familias afectadas por mantener vivos los acontecimientos, sus causas y el estado actual de las investigaciones.
Una reparación simbólica, como lo es el monumento memorial que actualmente construye el Ministerio de Obras Públicas, se convertirá en un elemento físico de carácter permanente, que traerá a la memoria los hechos ocurridos en ese punto de la ciudad. Pero además es una forma de resarcir a los fallecidos y a sus familias dado que las víctimas de violaciones a los derechos humanos suelen ser estigmatizadas porque usualmente pertenecen a una asociación colectiva que les identifica.
Esto ocurrió con las 32 víctimas que fallecieron en el desborde del Arenal Montserrat y del único sobreviviente que tenían en común su fe evangélica y su pertenencia a una misma iglesia de la cual regresaban a sus hogares. La estigmatización y el desprecio provino incluso de periodistas, que partiendo de la identidad evangélica de las víctimas hicieron mofa de un supuesto providencialismo, que los testigos presenciales y la única investigación seria que se ha hecho de los sucesos han desmentido ampliamente.
Una reparación simbólica resulta ser apropiada porque rescata tanto el valor de las personas como la injusticia de los hechos. Mantiene el recuerdo de las víctimas, sus ideales y aspiraciones. El memorial que se construye tendrá también un beneficio más extenso al convertirse en un ícono que conservará para la sociedad las lecciones del pasado y las hará parte de la memoria colectiva. Un recuerdo dramático de las consecuencias de la explotación abusiva de los recursos naturales, que casi siempre termina por afectar a los inocentes.
En el Derecho Internacional Humanitario las reparaciones morales se acuerdan como resultado de soluciones amistosas o sentencias emitidas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Las medidas simbólicas se hacen acompañar de otras reparaciones como las económicas, las investigativas y las penales. En el caso que nos ocupa, la medida simbólica será en realidad un gesto de buena voluntad por parte del Ministro de Obras Públicas en su preocupación por hacer lo que está dentro de sus posibilidades, para reconocer la dignidad de las víctimas y fomentar el recuerdo de lo sucedido. Pero aspectos como las sanciones morales hacia los responsables y la ejecución de acciones que impidan la reiteración de los hechos escapan a su competencia.
Por ese motivo, la iniciativa es acogida por las familias víctimas con mucha gratitud y aprecio como un gesto humano, por su innegable valor simbólico y por ser una de las primeras acciones por parte del Estado que indica que, al menos, se dieron por enterados de lo ocurrido. Pero, al mismo tiempo le ven como el paso inicial que podría allanar el camino hacia el cumplimiento de las restantes recomendaciones hechas por el Procurador para la Defensa de los Derechos Humanos sobre el caso. Dios quiera que esa esperanza sea cierta.
La esperanza debe ser a Dios, pero recordemos que el partir de un hecho simbólico nos puede dejar en el error de la idolatría. Bendiciones y reforcemos el temor a Dios.