El padre de la mentira
Decir la verdad nunca daña a una causa justa. Pero si se necesita mentir, de ninguna manera se puede pensar que la tal causa sea justa como tampoco las personas que la impulsan. Decir la verdad y ser honesto consigo mismo es siempre el camino correcto. Mentir implica una falta de sinceridad y una intención premeditada de engañar o inducir a confusión a otra persona. La mentira siempre lleva implícita una intención maligna e irrespetuosa. Es producto de una carencia de entereza e integridad. Quien miente lo hace para manipular a otros y protegerse de las consecuencias de su mal proceder. En lugar de reconocer la mala actuación y repararla, prefiere mentir para proyectar una imagen falsa y, así, evitar consecuencias negativas.
La mentira siempre es creciente. El pastor Marthin Luther King dijo: «La mentira es como una bola de nieve; cuanto más rueda, más grande se vuelve». Quien comenzó engañando se ve en la necesidad de decir nuevas mentiras para evitar que las anteriores sean descubiertas. El mentiroso se vuelve un malabarista que debe sostener en el aire más y más engaños de manera simultánea. No hay quien tenga tanta habilidad para mantener mentiras tan recurrentes y muchas veces, innecesarias. Cuando la situación se vuelve inmanejable la verdad sale a relucir y la persona pierde la confianza de los demás. Su credibilidad se derrumba y llega al punto en que, aunque lo que diga sea cierto, ya no hay nadie que le quiera creer. Las relaciones interpersonales se dañan gravemente y en ciertos casos pueden conllevar repercusiones legales.
La ansiedad siempre acompaña a quien miente. La proximidad de la verdad es su tormento constante. Por esa razón, el mentiroso es inseguro, su autoestima está afectada negativamente y desconfía de quienes lo rodean. En su inseguridad trata de controlar todas las variables, pero al ser imposible, se llena de ira y reacciona desproporcionadamente. Pero el peor de los males es que el mentiroso empedernido, a fin de cuentas, termina creyendo su mentira. Cuando alguien repite tantas veces una falsedad, comienza a aceptarla como verdad para aliviar la incomodidad de la culpa que va asociada con el engaño. Al autoengañarse, el mentiroso pierde el contacto con lo real y comienza a desvariar.
Siendo la mentira un desafío a principios como el de la honestidad y la integridad, su reiteración produce una erosión de los cimientos éticos. Así, el mentiroso ve disminuida o perdida del todo su percepción de lo correcto e incorrecto. Una vez esas fronteras se han difuminado, la persona es capaz de cualquier estafa, delito o barbarie. Existen muchos ejemplos en la historia de personas que acompañaron sus mentiras de la crueldad, el robo, la inhumanidad y el crimen. No hay perverso que no eche mano de la mentira y quien miente, de una manera u otra, ha iniciado el camino hacia la maldad y los abusos.
La desinformación es una forma de mentira a gran escala que contribuye a tensiones y conflictos que eventualmente pueden conducir a grandes crisis. Aunque la relación entre una mentira individual y una crisis en particular puede ser compleja y difícil de probar, es un hecho que ha sucedido repetidas veces en la historia humana. La mentira en el ámbito de la política y la diplomacia a menudo juega un papel preponderante en la génesis de los conflictos sociales.
Razón suficiente tuvo Jesús al definir el origen de la mentira como diabólica: «El diablo… no se mantiene en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando miente, expresa su propia naturaleza, porque es un mentiroso. ¡Es el padre de la mentira!» (Juan 8:44). Nadie que pretenda fe en Dios puede practicar la mentira. Quien lo hace, demuestra de quién verdaderamente es hijo.
La desaprobación de la mentira es una constante en las Escrituras. El Noveno Mandamiento prohíbe dar falso testimonio contra cualquiera, subrayando la importancia de la honestidad en las relaciones humanas. Mentir es una falta de respeto y una desconsideración y su práctica es condenada como una práctica incompatible con los principios éticos y morales que Dios establece para sus seguidores. Lo que se espera de un creyente sincero es verdad y honestidad en todas sus interacciones humanas.
Debe ser motivo de gozo y fortaleza hoy que permanecemos en Cristo Jesus. Ya que su testimonio es único en El: Juan 14:6 Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. No debe existir temor ni cobardía hoy que enfrentamos la vida, que no es tanto de aceptación. Más es una lucha constante contra las huestes del mal. Pero esa arma que hoy poseemos en la Unción del Santo, La Espada del Espíritu, que es la palabra de Dios. Pero hay algo más y es que no estamos lejos para ignorar la Verdad. Dios en Cristo nos ha acercado a toda su Riqueza, a todo su Bien, a toda su Verdad, porque le conocemos. Este conocimiento no se fundamenta en sabiduría humana, ni en hombres. Es la sabiduría de Dios, Cristo el Señor. Este Gran tema de la Verdad esta ligado al corazón de Dios: su Santo Espiritu. En el Evangelio de Juan encontramos mas de 30 referencias acerca de la Verdad. Y todo está enfocado en Dios Padre, en su Hijo Jesucristo y en su Santo Espíritu. Y como testimonio real y tangible de la Verdad: La Palabra de Dios. Esta obra de Dios en nosotros no es más que vida Eterna por medio de la Verdad. Sembrar en nosotros la Semiente de la Verdad, sacándolos de la muerte eterna y darnos vida, resucitando nuestro ser para la Gloria de Dios. Aquella mentira que se extendió desde el jardín del Edén, cuando el maligno dijo a Eva, Gen 3: 4 —¡No morirán! —respondió la serpiente a la mujer—. 5 Dios sabe que, en cuanto coman del fruto, se les abrirán los ojos y serán como Dios, con el conocimiento del bien y del mal. Esta crueldad y maldad hizo sucumbir al hombre. Entonces el hombre murió delante de Dios bajo desobediencia. Veamos en Juan 8:44 El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.
Toda mentira procede del Maligno, porque esa es su naturaleza. Pero nosotros hemos recibido la Unción del Santo. Y para eso apareció el Hijo de Dios para deshacer las obras del Diablo. Y lo que resta pues, es darle seguimiento a lo que ya comenzó en nosotros nuestro Señor:
1. Permanecer en la Verdad 1 Juan 2:27, Juan 15:9
2. Hablar verdad cada uno como miembros del Cuerpo de Cristo. Efesios 4:25 Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros.
3. Gozarnos en la Verdad , porque estamos en el Verdadero Dios. Hechos 8:39 Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe; y el eunuco no le vio más, y siguió gozoso su camino.
3. Gozarnos en el Espíritu, la Unción del Santo que nos guía a toda Verdad.
4. Predicar la Verdad, evitando las cosas necias y cuentos de viejas.
5. Desear la Verdad tal como ha sido anunciada por los santos.
6. La verdad es nuestra fortaleza.
7. La verdad se manifiesta en humildad y mansedumbre.
Cuando cantemos: Yo quiero más de Cristo Pensemos en llenar nuestros vasos de esa Verdad. Y Dios hará grandes cosas aunque nuestra fe fuese muy pequeña.
2 Juan 1:3 Sea con vosotros gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y del Señor Jesucristo, Hijo del Padre, en verdad y en amor.
Adal R
7ene2024
Muchas gracias hermano Vega. Debemos examinarnos cada día y pedir a Dios discernimiento, para no caer en las trampas de la mentira, sea está individual o social. Dios le siga dando sabiduría.