El poder de la no violencia

Cuando la no violencia se combina con la desobediencia civil bajo la premisa básica que aun el más poderoso no puede gobernar sin la cooperación de los gobernados, los resultados no se dejan esperar.

Las campañas no violentas triunfan no necesariamente cuando grandes masas de personas se vuelcan a las calles, lo cual no siempre es posible, sino cuando una cantidad suficiente de ciudadanos retiran su cooperación, rehúsan obedecer y socavan la sustentabilidad del sistema existente. Durante los disturbios en Burma, en 2007, la población inició la acción no violenta para enfrentar a una Junta que hizo de la represión su principal instrumento de control. Los disidentes se las arreglaron para colocar subrepticiamente carteles opositores en lugares públicos, en los muros de las prisiones, pegados en globos de helio y hasta en pequeños barquitos en los ríos. Aunque tales expresiones de descontento no son propiamente un movimiento no violento, sí son un tipo de táctica no violenta.

Un movimiento no violento articula otras tácticas que hacen posible el cambio que las personas requieren hacía lo justo. Esas otras tácticas incluyen elementos como la desobediencia civil, boicots, huelgas y no cooperación. Las acciones no violentas persiguen la desarticulación del funcionamiento normal de una ciudad, región o país, volviendo la realización de negocios difícil o imposible. Durante el régimen de Augusto Pinochet la oposición convocó a una «desaceleración». Ésta consistió en una fecha específica cuando la mayoría de los habitantes de Santiago comenzaron a manejar sus vehículos a velocidades muy bajas. Muy pronto los atascamientos fueron colosales en toda la ciudad, lo que constituyó un rechazo muy fuerte al régimen que no puso en riesgo a ningún ciudadano.

Durante la revuelta popular en contra de Ferdinand Marcos, en Filipinas, muchas personas retiraron su dinero de los bancos asociados con el régimen y dejaron de pagar sus cuentas. Eso produjo una presión real sobre un gobierno que encontraba muchas dificultades para manejar una economía ya en problemas. Marcos necesitaba dinero ya que la represión no es gratuita. Cuesta mucho dinero alimentar, transportar y armar soldados al igual que comprar la lealtad de los altos mandos y los círculos internos.

Si las acciones se conservan en una línea no violenta, el atraer nuevas personas a la oposición resulta mucho más fácil que si se utiliza la violencia. En Burma, una creciente cantidad de personas apagaban sus televisores, y algunos hasta las luces de sus casas, cuando el noticiero nocturno del régimen comenzaba. En cada hogar donde eso sucedía había una señal de oposición y de rechazo a la Junta gobernante.

La campañas no violentas no buscan derrotar al adversario en su terreno, sino en el campo moral, donde son débiles. Si los generales quieren silencio, se les da silencio. Es decir, acciones no violentas silenciosas pero con capacidad de crecer. Tal como sucedió en Turquía en 1997, cuando una protesta contra la corrupción comenzó con algunas personas apagando sus luces y terminó con marchas de hasta 30 millones de personas.Mientras estuvo en prisión, el pastor Martin Luther King Jr. escribió: «Sabemos a través de la dolorosa experiencia que la libertad nunca será otorgada por el opresor, ésta debe ser demandada. por los oprimidos». La historia nos brinda muchos ejemplos ilustrativos de lo que las tácticas no violentas pueden lograr. Ese es el poder de la no violencia. A los opresores se les derrota en el campo moral y se les deja una salida honorable, pues no se busca su humillación sino facilitarles su conversión.

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