El servicio frente al poder
La relación de las iglesias con el Estado siempre será, a lo menos, tensa. Con frecuencia será beligerante. Eso a pesar de que, desde el punto de vista de las Escrituras, ambas entidades persiguen el mismo fin de procurar el bien común. Para que exista una relación plena es necesario no solo tener coincidencia de propósito sino también de metodologías. Pero ese no es el caso en este tema. Con relación al Estado las Escrituras afirman: «Porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo» (Romanos 13:4). El poder político echa mano de recursos que son opuestos a los del reinado de Dios. Mientras el Estado usa la espada, Jesús ordenó a los suyos: «Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán» (Mateo 26:52). El Estado es descrito como vengador, en tanto que al cristiano se le instruye: «No os venguéis vosotros mismos» (Romanos 12:19).
Como puede verse, las metodologías de las iglesias y el Estado no solo son incompatibles sino encontradas. Mientras que para el poder político el fin justifica los medios, para las iglesias los medios determinan el fin. (Un mal medio no puede contribuir a un buen fin). Mientras que el poder político persigue la represión del malo, las iglesias trabajan por su conversión y salvación. Mientras el Estado busca el poder, las iglesias buscan el servicio. Como consecuencia honesta de esas contradicciones, las iglesias se convierten en críticas y censuradoras necesarias de las actuaciones del poder. Esa tarea fue parte del kerigma de Juan el Bautista, Jesús, Pablo, Santiago y debería serlo de todos aquellos que se precian de continuar sus legados.
El poder político es poder en cuanto es capaz de manejar con eficacia y pertinencia los hilos de la popularidad, los pactos y la fuerza. Para eso hace uso de símbolos, imágenes, armas y logros reales o ficticios. En la construcción de esa narrativa pragmática, el Estado suele distanciarse de la ética. En ese punto, el choque con las iglesias se vuelve mayor porque pretende manipular las conductas y pensamientos de las personas en interés propio. La batalla por las conciencias de los ciudadanos alcanza las esferas del pensar, actuar y creer. Dicho en otras palabras, ya es una disputa sobre el señorío de Jesús. Las iglesias deben pagar el precio de su fidelidad. En el conflicto con las formas del poder, el Maestro advirtió de antemano: «Los entregarán a los tribunales y los golpearán en las sinagogas. Serán sometidos a juicio ante gobernantes y reyes por ser mis seguidores, pero esa será una oportunidad para que ustedes les hablen de mí» (Marcos 13:9).
Las autoridades son instituidas por Dios, pero su obstinación en la consolidación y retención del poder les conduce pronto a chocar con la vocación de desprendimiento y servicio de las iglesias. Los cristianos deben orar por las autoridades y en esas peticiones no puede faltar la necesidad de que se arrepientan y busquen la justicia. No puede construirse el interés social sobre el desprecio de la imagen de Dios en las personas ni sobre la reducción de las garantías del derecho. El respeto que los creyentes deben a las autoridades no excluye su responsabilidad de señalar todas las veces que pierden el camino, al tiempo que les invitan a retomar el designio divino. En eso consiste la responsabilidad de ser testigos fieles de los evangelios.
Tanto las iglesias como el Estado son instituciones divinas con esferas separadas de trabajo. Esas esferas se interceptan en la responsabilidad común de hacer justicia y construir el bien común. Pero hemos visto que se trata de una interacción confrontativa y tensa. No obstante, el espacio para el trabajo conjunto, aunque estrecho, existe. Es tarea de las iglesias aprovecharlo de la mejor manera y contribuir de todas las formas posibles a que tengan buenos resultados. Todo eso desde una postura ética sólida que nada tiene que ver con el oportunismo electoral pero sí mucho con las responsabilidades que las Escrituras exigen de los creyentes de todos los tiempos.
El Estado posee su labor y ejerce cierta autoridad, entre tres poderes: ejecutivo, legislativo y judicial. Pero hasta donde llega su nivel de compromiso con : el ser humano, con la justicia, con la verdad, con la transparencia y desempeño a favor de la población?. Aún están como dice en cierto lugar: aún no les ha amanecido. Puesto que aún vemos muchos desposeídos, mutilados, olvidados, enjuiciados arbitrariamente, capturados, perseguidos despiadadamente sin el debido proceso, marginados, asesinados y torturados tan sólo por la manera de pensar o hablar, ejemplo de ello : los acribillados en la manifestación del 30 de julio de los años 77, por militares armados con tanquetas, gases y plomos. Los crímenes ejecutados: contra maestro, comunidades (el mozote), el asesinato de jesuitas, religiosos, líderes cristianos en comunidades, y la historia sigue ese mismo ritmo hoy día, al despreciar y destruir al ser humano. Quitando las libertades, derechos y defensas. Los gobiernos poseen sus métodos y controles y obras que apuntan a un determinado fin. Cuál es ese fin? Dicen el bienestar del pueblo, el progreso. Pero el fondo de las cosas es otro, como Manipular, engañar, desatención social, servir a una estructura corrupta. Al ver las cosa desde la óptica de Dios, es evidente que se apartan de la verdad, usan método y medios para mentir, anunciando vanidades, buscan lo temporal, dañan la tierra, dañan el planeta, la vida misma, con el fin de beneficiar a unos pocos o élite o estatamento gerencial, las minorías evarientas, sedientos de seguir evadiendo compromisos sociales y dejan en la ignorancia a millones de persona. La falta de educación, la pobreza extrema, el aparato usurpador de propiedades, la usura de banqueros. Un mar de cosas que se podrían presentar: en suma no les importa las almas y el bien común. Y publican esa necedad con falacias. Ahora bien, dentro de esta situación existe el clamor de un pueblo La oposición, un Estado que fenece y pretende poner lodo sueldo a los problemas, y la iglesia de Cristo que posee el testimonio del Reino Eterno, y un mundo lejos de Dios. Entonces Qué hacer? La tarea es amplia para Iglesia. Ese acercamiento y virtud de Dios en Cristo para con los creyentes y la misma palabra de Dios nos da ese visión de vida, de poder espiritual y de verdad de un Reino Justo y Verdadero. Cristo su nombre es : Verbo de Dios, Fiel y verdadero, y su Reino se ha acercado . Cada día que pasa se acerca por segunda vez y todo ojo le verá, toda rodilla se doblará, toda tribu y nación harán lamentación. Verán al Bendito. Y al verle serán acusados por haber hecho el bien con el prójimo, con el hermano, con la humanidad. Muchos tratarán de esconderse pero ya será tarde. La Iglesia de Cristo con esa vida abundante, nueva, con esa luz de Dios y el amor de Dios debe servir, orar por los párvulos o neófitos, enseñar la verdad, la justicia, un mensaje de vida y esperanza, destruyendo fortalezas, debe extenderse en todos los sectores no temer no doblegarse, aunque haya persecución o desprecio. Más nos ha manifestado el Señor con su obra! El Reino de los cielos es manifestado en nosotros, y somos instrumentos del Dios vivo. Vayamos al trabajo en toda su expresión y compromiso de que Su Nombre sea exaltado. En esto actuemos:
Salmos 46:10 Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; Seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra.
Dios le bendiga hermano Pastor Mario Vega. Y Dios bendiga a cada fiel con nunca apartarse de la Verdad aun cuando todo este en contra.