Fe cristiana y anticorrupción
¿Por qué razón deberían los cristianos comprometerse con el combate a la corrupción? Al menos por dos razones.
La primera es porque el cristianismo se realiza plenamente en el amor hacia los demás, especialmente hacia los más vulnerables. Jesús expresó que lo que, a final de cuentas, determinará el destino eterno de las personas será el haber dado alimento al hambriento, agua al sediento, acogida al migrante, vestido al desnudo, atención al enfermo y visitas al encarcelado (Mateo 25:31-46). La corrupción afecta a toda la población, pero los pobres son siempre los más golpeados. Al no tener muchos recursos deben enviar a sus hijos a las escuelas públicas en las que no hay libros, papel, buenas pizarras, pupitres ni instalaciones adecuadas. Las personas con recursos resuelven el problema cambiando a sus hijos a instituciones privadas, pero el pobre no tiene esa opción. Lo mismo sucede si se habla de los hospitales públicos con todas sus carencias, de la falta de agua, de los caminos maltrechos o de la vivienda precaria. La corrupción constituye un robo a los vulnerables, aquellos con respecto a quienes se definirá si nuestro cristianismo es real o solo una parodia. Si las Escrituras establecen que «la fe sin obras está muerta», no es posible que los creyentes se mantengan indiferentes frente al despojo crónico que aflige a los pobres.
La segunda razón por la que los cristianos deberían tomar la iniciativa en la lucha contra la corrupción es por la importancia que el evangelio tiene en la erradicación del mal. Por importantes que sean el cambio de leyes y la organización de la presión de la sociedad civil para las reformas anticorrupción, las convicciones morales personales de los funcionarios, empresarios y ciudadanos serán las que en última instancia determinarán los avances o los retrocesos que se produzcan. Este es el corazón del asunto. Jesús dijo: «Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos… los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño… la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre» (Marcos 7:21-23). La lucha para reducir la corrupción debe pasar por una transformación ética profunda y uno de sus componentes básicos es la novedad de vida que propone el evangelio.
En este punto, el papel de los cristianos, como modelos de la vida nueva que hay en Jesús, se vuelve esencial. Los valores no se adquieren por medio de definiciones sino por el ejemplo impactante de quienes viven convicciones insobornables a pesar de que continuar sosteniéndolas se vuelva amenazante. Sin ganar o con perder, no cambian. Porque han renunciado a la vida egoísta para enfocarse en el servicio a los demás. Si hay corrupción es porque hay personas corruptas y corruptibles. Es aquí donde el protagonismo de las iglesias puede ser decisivo, sobre todo en un país como el nuestro en el que la mayoría de la población es creyente. Pero si las iglesias desvían la mirada o callan lo obvio, en lugar de ser transformadoras de la realidad se vuelven cómplices y preservadoras de las estructuras corruptas. Esto puede ocurrir por idolatría electoral, por ser parte interesada en los sobornos, por ignorancia o por simple cobardía. En cualquier caso, se trata de una escandalosa infidelidad hacia Jesús.
De manera que la corrupción no solo es una amenaza inmediata contra los pobres sino también un desafío grave para la integridad de los cristianos. Es un tema que no debe tomarse a la ligera sino con la responsabilidad que amerita. Lo que se encuentra en juego es si el evangelio posee o no la capacidad de cambiar la realidad. Los cristianos deberían invertir voluntad, conocimiento y fuerzas para erradicar este pecado que afecta a millones. Entre ellos, a muchos de sus hermanos en la fe.
En lugar de ser un mensaje de resignación y derrota, el evangelio es una propuesta renovadora, desafiante y capaz de transformar las estructuras corruptas. Pero son los cristianos quienes tienen la responsabilidad de hacerla valer. Para ello deben informarse, investigar, organizar la presión social a favor de la transparencia, censurar el secretismo, mostrarse como ejemplos de integridad y honestidad. Si no son capaces de ello, será mejor que se replanteen su identidad.
Tres componentes básicos: el amor, la novedad de vida y el hacer el bien, son uno sólo en el Nombre de Cristo, por lo cual todo creyente debe manifestar la acción de gracia ( fe viviente) para la sociedad con el propósito de anunciar el Reino de los cielos, cómo ese acercamiento de Dios a los hombres. «1 Pedro 2
15 Porque ésta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos;». Hoy en Cristo, siendo hijos amados siendo luz para el mundo, y esa nueva naturaleza de vida nueva vayamos exponiendo con acciones concretas las virtudes de Jesucristo: El amor, la verdad el bien que mora en nosotros. En esa situación no podemos estar ociosos, ni olvidando a los pobres, ni dejando a otros el oficio. Que nadie tome tu recompensa, las cuales se generan de acciones justas. Digamos no a las entretenciones del mal, a las malas ideas de impiedad, un NO se valientes a la injusticia y avaricia. Todo esto es una batalla constante en todo el mundo. No fuimos llamados para decir amén al diablo. El verdadero Amén es Jesucristo, el cual nos ha llamado a ser luz porque El es luz. La corrupción es una total ignorancia, soberbia y vanidad, pensando el hombre en su Yo, en sí mismo, en sus cosas. La vida no consiste en la abundancia de cosas, Muchos han pisoteado al pobre con tal de engrandecer un gobierno, una estructura, un partido, o su propia hacienda.
Todo ese error y mal que hoy impera despiadamente tiene su límite y día final. Cristo ha de suprimir la atrocidad del corazón humano, ya venció en la Cruz a Satanás. Hemos visto su ejemplo, sigamos sus pasos que están delante de nosotros: Vencer el mal con el bien. Pero también vemos que la corrupción opera en los hijos de desobediencia. De ahí nos sacó el Señor para que hoy podamos extender la mano y sacar a muchos de la gran corrupción y la charca fangosa.
Por eso es importante:
Proclamar el Reino obedeciendo el mandato del Señor. Anunciar el Evangelio del Reino siendo nosotros cartas vivas del amor y el bien de Dios. El Señor nos hizo libres de la prostitución, no como Jezabel, seductora mujer( todo el aparato de impiedad contra Dios y su Reino en Cristo) que a muchos incito a dejar el Reino de la verdad y del testimonio de Dios. La Gran Ramera pintada seduciendo a los servidores para opacar este encuentro Glorioso con el Hijo de Dios, para detener la Verdad, para confundir y entretener a los hombre con mentiras, chistes, redes de maldad, y vanagloria religiosa. Mientras son millones sin comida ni pan ni agua. Ya vimos a través de la historia todos han fallado, entre reyes, gobiernos, imperios, grupos y seres han caido. Pero Cristo dijo danle ustedes de comer. Y cómo? Dijeron, Y Cristo tomó los cinco peces y dos panes les dió de comer. Europa quedó sumergida entre sus adornos religiosos, grandes catedrales, grandes aposentos góticos, pero Será eso lo que Dios quiere? Millones y millones de ducados en pisos, techos, alfombra y cosas, para la construcción de algo hueco y sin valor delante de Dios. El oropel del mundo, es el falso espejismo religioso por seguir fomentando la avaricia y orgullo humano, pero muy lejos de ayudar a las almas hambrientas de la Palabra y del pan de cada día.
La nueva naturaleza en Cristo de Libertad y Gozo, de amor y verdad nos lleva cada día a no pasar por alto el destrozó de aquel hombre herido que ha caído en manos de corruptos( ladrones). Esa corrupción puede ser : en la calle, en las empresas, en las colonias, escuelas o colegios, en el gobierno o los administradores de «justicia».
Esos elementos fundamentales han Sido evidentes en El Hijo de Dios. Lo que Juan anuncia: 1 Juan 1:1
Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida.
Jesucristo es nuestro Salvador, libertador, Señor, Rey de justicia y Verdad. Jesús es el amor de Dios el Padre. En el está toda nuestra inspiración, transformación, vida abundante y Esperanza de Gloria. Siendo esto así, Qué esperar de la esposa virtuosa: La iglesia? Qué hay en nosotros? Si Dios está con nosotros, Porqué no actuar a favor de los marginados y necesitados. El Reino se verá en gloria y los rostros de los pobres sedientos y hambrientos le verán. No así aquel que ya está saciado y engordado de corrupción y maldad para el día del juicio final.
Adal R
10abril2023