Intentando borrar la historia
Entre los años 221 y 210 a. C. reinó sobre China el emperador Qin Shi Huang. Entre sus principales logros se encuentran: la unificación de China bajo un solo gobierno centralizado, la construcción de la Gran Muralla China, su monumental tumba que es famosa por los guerreros de terracota, una colección de miles de figuras de soldados de tamaño real que fueron enterrados con él para protegerlo en el más allá.
Tan importantes logros hicieron de él un hombre petulante y narcisista. Desarrolló un estilo autoritario de gobierno que empleaba métodos brutales para retener el poder. Hizo un gran esfuerzo por abolir el pasado porque sus opositores lo invocaban en añoranza de los moderados emperadores anteriores. El narcisismo de Shi Huang lo llevó a decretar: «Los que se sirvan de la antigüedad para denigrar los tiempos presentes serán ejecutados junto a sus parientes. Quienes oculten libros serán marcados con un hierro candente y condenados a trabajos forzados». El edicto del emperador no se quedó solo en palabras, sino que los soldados fueron de casa en casa, apoderándose de los libros para hacerlos arder en una pira.
Quería que la historia comenzara con él y, para eso, decidió abolir el pasado. Desplegó toda una política premeditada de control ideológico y cultural. Su filosofía de estado favorecía un gobierno autoritario, con leyes severas y castigos inhumanos. Para lograr establecerla, tuvo que declarar guerra al confusionismo, que promovía valores éticos y de moderación. Como parte de su cruzada anticultural enterró vivos, según algunos investigadores, a unos 460 eruditos confucianos que criticaban sus excesos.
El propósito de destruir todos los libros filosóficos, históricos, literarios y religiosos fue el de eliminar toda disidencia intelectual y controlar la narrativa histórica. El odio de Shi Huang condujo a la destrucción de miles y miles de libros. Entre ellos fueron quemados todos los escritos del confucianismo. Por supuesto, tan oprobiosa campaña produjo una gran pérdida de conocimientos y diversidad cultural de la antigua China.
Pero su mismo autoritarismo y la consecuente inestabilidad social comenzaron a propiciar las condiciones para su caída. Su mano de hierro produjo un profundo descontento entre la población, especialmente entre los campesinos que sufrían las secuelas de los proyectos masivos de construcción. El fortalecimiento y desarrollo del imperio avanzaba a costa del sufrimiento de los trabajadores que continuaban viviendo en condiciones duras y al margen de los beneficios que la estabilidad del imperio podía producir. Las rebeliones y el descontento generalizado se fueron extendiendo y fortaleciendo.
Después de la muerte y caída de la dinastía de Shi Huang, en el año 191 a. C., se desplegó un esfuerzo mayúsculo para recuperar los libros que habían sido destruidos. Los nuevos emperadores fueron más favorables al confucianismo y a otras escuelas de pensamiento. Las tradiciones fueron restablecidas y se montó una campaña para reproducir los libros que habían sido prohibidos y que algunos eruditos habían escondido durante los años de persecución. Otros libros tuvieron que ser reescritos a partir de la memoria de sabios que los habían memorizado antes de su destrucción. Por supuesto que estas recuperaciones a partir de la memoria dieron lugar a versiones divergentes de algunos textos.
Para facilitar la tarea de recuperación, los nuevos emperadores establecieron academias imperiales en las que los eruditos se dedicaron a rescatar, recopilar y transcribir los textos clásicos. Como resultado, se montaron bibliotecas en las que se almacenaron los libros recuperados y que permitieron la elaboración de políticas educativas basadas en los clásicos. China llegó así a experimentar un renacimiento cultural. Los textos clásicos se convirtieron en la base del sistema educativo chino. Para asegurar que no volviera a repetirse la desgracia que Shi Huang produjo, la selección de los funcionarios de gobierno comenzó a realizarse en función del conocimiento que los aspirantes tuvieran de los clásicos confucianos.
Aunque la quema de libros ordenada por Shi Huang fue un golpe importante para el conocimiento y la cultura china, los emperadores que lo sucedieron lograron recuperar y restaurar muchos de los textos antiguos, lo que permitió que la historia y el legado cultural chino sobrevivieran y pudieran ser estudiados por siglos. El egocentrismo y la ignorancia fueron derrotados y la cultura y los valores éticos triunfaron. Siempre será así.
El intento final: Suprimir voluntades.
Estimados hermanos y amigos, es evidente que las conductas de muchos hombres como líderes, gobernantes, emperadores a través de la historia buscaron el engrandecer la nación o pueblo, pero finalmente se consideraron como únicos y exclusivos de esa región y labor, así que impusieron sus reformas y tendencias a través de la fuerza y opresión. Pero ese mismo proceder los condujo a su propia y contundente caída y perdición. Considero que es el mal impregnado en el interior del hombre: el orgullo y la vanagloria. Y con un poco de viruta en la cabeza se elevan en desatinos. Las armas, la avaricia, la fuerza bruta militar, la fama o notoriedad del gobernante, el deseo de ser( yo y nadie mas) en conjunto permite que se utilecen ideas maquiavélicas ( el fin justifica los medios) y estrategias nocivas para borrar: 1. Las Evidencias situacionales( quemar libros y contenido, limpiar según ellos elominar evidencias históricas), Las evidencia situacional implica situaciones presentes o anteriores, hechos que han acontecido y las ocultan 2. Las evidencias existenciales(ontológicas y culturales, el clamor y las voces de muchos oprimidos), la expresión social, el hombre mismo siendo imagen de Dios. Unen todo un dispositivo opresor para detener voluntades populares o suprimir ideas, voces sociales, y todo tipo de contenido que los ponga en entredicho. Este proceder que se vio en China el emperador Qin Shi Huang, también se ha visto en las formas de gobierno, tanto en líderes políticos y religiosos. Todo aquel que realiza estos actos de violencia y destrucción manifiesta la soberbia para reinar o entronizarse. La misma estructura religiosa se ve atrapada entre nicolaítas o líderes del gremio élite de idólatras y sensuales, triunfalistas, sin el Espíritu de Cristo, apegados al gobierno mundano y tirano para arribar en la cúspide. De modo que, hasta Cristo los denuncia y aborrece por semejantes ejemplos de injusticia, sensualidad e idolatría. Es para todos conocido que engañar es un arma cruel que reduce al ser humano a la ignorancia. Los gobiernos que actúan de manera injusta y bajo el patrón de la mentira ocultando evidencias de la realidad son gobiernos autoritarios, dictatoriales y tiranos. El asesino borra las evidencias, los tiranos suprimen libertades, las estructuras de poder imponen sus jueces, compran voluntades, destinan recursos del Estado para perseguir a la oposición, destruyen la democracia y hablan de «gobierno superior». La idea que persiste es engrandecer al grupo, cuyo propósito es permanecer en el poder a toda costa. En un principio todo parece bien y estable. Pero el ser humano es variable. Lo que un día fue alegría y celebración pronto se convierte en tristeza y dolor, engaño y muerte, frustración e injusticia social. Tarde o temprano sacan las garras. ¡El Señor nos libre!. Tenemos que reconocer los elementos que intervienen en cada escena histórica de los pueblos. Como ya se mencionó: Primero, el punto existencial (el ser humano tal como es). Segundo, el punto situacional o circunstancial (los hechos en su contexto sin borrar las evidencias). Pero hay un elemento mas, la poderosa normativa la voz de Dios, porque es el carácter mismo de Dios interviniendo en la humanidad. Este tercer punto es el más importante para los hombres, es el orden Divino. Aunque los hombres en su mayoría no lo ven o lo pasan por alto. Es la presencia de Dios en la Historia de la humanidad. El es Señor de todo, Creador de Todo, Hacedor de maravillas y Señor de Señores a quien daremos cuenta de todas las acciones. La presencia de Dios es evidente en su Plan, en su Palabra Santa, en el Evangelio Eterno. Por muy lejos que vivan los hombres en cuanto las Normas divinas, siempre hay un testimonio inmerso e imborrable en la vida, en la creación entera, en las acciones humanas. Los pueblos no pueden escapar del testimonio de Dios, las naciones siguen siendo hombres y cada ser humano tendrá que rendir cuentas ante Dios.
Todo ese testimonio que Dios ha dejado para beneficio del hombre está unido a la existencia humana, a las distintas circunstancias y sobre todo la voz de Dios sale por toda la tierra anunciando a los hombres que hay una Inteligencia Suprema e infalible, hay un Creador de todas las cosas, hay un Dios de vida que sustenta y ordena todas las cosas. Hay una Verdadera Ciencia y Sabiduría para hacer las cosas y tomar decisiones. Cuando el hombre se desliga de la Norma divina, está próximo a sucumbir en todos su proyectos e ideas. Ahora bien, en más de dos mil años el Testimonio ha sido mayor y mejor, El Tododeroso que todo lo invade: el cielo y la tierra, lo visible e invisible. Hebreos 1:2 en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo. Y mas adelante al conocer lo que dice El Espíritu de Dios que Hay cosas mejores en Cristo. (He 6:9) De hecho, ya estamos en los postreros días, y la visitación de Dios es Superior a todo lo revelado anteriormente. Su Gracia y su Verdad es por medio de su Hijo Jesucristo. La palabra de Dios nos advierte que el proceder de los hombres en el tiempo postrero es Amadores de sí mismos. Este es el mal final y que cada día se extiende por todos los rumbos. Amadores de sí mismos. ¿Qué pasa con el hombre en ese estado? ¿Que cosa produce esta conducta? ¿Que hay en el corazón humano? Es lo mismo que aconteció en el principio: El amor propio vale más que otra cosa. El orgullo de tomar decisiones sin Dios. Es egolatría, es narcisismo, es buscar el beneficio personal, sin importar la forma de conseguirlos. La palabra de Dios dice: Romanos 14:7 Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. Gálatas 2:20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí. La dicha de todo creyente es gozar de ese acercamiento con El Señor y hacer la voluntad del Padre. Como niños sedientos de El. Lo contrario, es dejar la voz de Dios y seguir la voz personal. Es ser yo, seguir siendo yo, y nadie más. Así que, ese amor desmedido egocéntrico los conduce a su propia destrucción. Es una actitud interna por tener, gozar, poseer, desear, sobresalir, y todo aquello que permita satisfacer su yo, lo sensual y temporal pesa más. Dentro de esa condición humana, el hombre se vuelve engañador, irrespetuoso, injusto, avaro, vanaglorioso, irreverente, despojador, abusador, asesino y cruel. Es un total idólatra de sí mismo. Las personas ególatras se caracterizan por tener sentimientos de grandeza, una percepción exagerada de sus cualidades, necesitan ser el foco de atención. Cuando ven el periódico quieren ver su foto y su fama o grandeza. Cuando gobiernan quieren más poder y más dominio, suprimen voluntades, voces y el clamor de todo un pueblo que está en el olvido. Miremos lo que pasaba en Egipto, un Faraón Destructor de la vida, temeroso de perder el poder de un imperio decadente. Dio ordenes de asesinar niños de esclavos, más adelante siendo confrontado por la voz de Dios para que Israel adorara al Señor, rechazó la Verdad en 10 ocasiones. Dios envió, en respuesta, las plagas en Egipto. Recibió la retribución de su propia dureza y enaltecimiento. Asimismo, podemos comprender el control de Dios en los hechos históricos. Cuando el hombre vano busca el poder y dominio tiende a destruir la vida, destruye súbditos y daña la sociedad, controla las instituciones, controla los poderes del Estado. Entonces es cuando, Dios interviene y reprende todo desatino humano. La Verdad de Dios siempre permanece. Y viene la verdadera liberación.
Ese ha sido el mal de todo los que buscan su grandeza, aquellos que viven para ser vistos, reconocidos, aprobados, fotografiados, pintados, publicados en las redes, anunciados y elevados en su orgullo como señores de la tierra. No estamos lejos, ya que cada día se ve más esa conducta o proceder de los hombres. Notemos el proceder de estos hombres amadores de sí mismo:
2 Timoteo 3: 1
También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos.
2 Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos,
3 sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno,
4 traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios,
5 que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita.
Bueno, como primer advertencia es saber bien lo que está pasando en este tiempo, como lo afirma el Apóstol Pablo escribe: «debes saber esto,» lo hace para que Timoteo esté conciente de el peligro que viene, y esta en acción y se manifiesta con mayor frecuencia: Hombres amadores de sí mismo y con apariencia de piedad. Esto es totalmente terrible. Son dos elementos: Uno, amadores de sí mismo, Y dos, tendrán apariencia de piedad. Y tres como una advertencia: A estos evita.
Ahora bien, ¿Que hay en cada presentación de los gobiernos? Aniquilar al anterior gobierno, borrar la administración anterior, y así elevar la nueva imagen de «un mejor gobierno». Pero la realidad es otra, ya que con el correr de los días va saliendo a luz las cosas frágiles y lo débil y malo que son en distintas áreas. En esa condición, es que los nuevos gobiernos hacen uso de una constantes: la publicidad propia. La propaganda de su hechos. Engañando a muchos. Con la tecnología usan las redes sociales, entre videos y fotos, mensajes e imagenes de su labores manipulando el contenido de la realidad. Elevan cada acción a una foto o video. De modo que, vemos hoy que hay un gasto enorme en publicaciones vanas y engañosas. Seducen a muchos con su artimañas y estrategias. El icono de maldad. Lo que vimos en el pasado con los emperadores se repite hoy en las medios, y cada día conforman la estructura de la iniquidad. Como caso veamos el ejemplo de Gobiernos autoritarios:
-Suprimen libertades y derechos.
-Autoridad total del líder supremo para controlar todas las instituciones del Estado.
-Autoritario: Control de todos los aspectos de la vida.
-Uso de la fuerza para oprimir y someter a los hombres. Uso del régimen que persigue y despoja y suprime voluntades hechas a la imagen de Dios. Las voluntades individuales enfocadas a su propio interés ( idolatrar al hombre inicuo). Para finalizar, hoy los hombres perversos utilizan dispositivos inteligentes y programas para embaucar a millones de personas con un «Simple click «.
Pero Dios ha de intervenir en la Historia del hombre:
2 Tesalonicenses 2:8 Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida.
Dios bendiga la iglesia y sea guardada en el hueco de su mano.
Adal R
26agosto2024