La casa de don Eugenio
A sus 79 años don Eugenio Cerón terminaba un día más de trabajo. Era jueves y la proximidad de un nuevo fin de semana no le resultaba ser presagio de nada. Para su oficio de carpintero los días no marcaban la diferencia entre trabajo y descanso. Mas bien lo marcaba la mayor o menor necesidad que afrontara. Si había trabajo había para comer. Si no había trabajo las cosas se ponían difíciles.
A su edad su mayor activo era la experiencia acumulada a lo largo de los años. Su habilidad en el uso del serrucho, el formón y el escoplo le habían provisto lo necesario para vivir y sostener a su familia. Con escasez, pero con la satisfacción del trabajo honrado. Su pequeña habitación, parecida a la de un mesón, era testimonio de su vida sencilla y limitada. Pero, veía con alegría a su hija, ya hecha mujer; porque no hay mayor obra que el hombre pueda hacer que lo que hace con sus hijos.
Era invierno y esa noche una fuerte lluvia comenzó a caer. Era una lástima que los jóvenes ya no se interesaran en el oficio de carpintero. A todos los que se había empeñado en enseñarles se alejaban muy pronto. Tal vez por falta de interés, tal vez por falta de paciencia. El camino más fácil era recibir remesas o emprender rumbo hacia el norte. Pero a él la vida le había enseñado a luchar y a alcanzar a fuerza de tesón el sustento cotidiano sin más armas que sus herramientas.
Pero, por ese día, era ya suficiente el trabajo. Era tarde y parecía que la lluvia no cesaría. Con la idea de esperar un nuevo día fue a su cama en busca del sueño reparador. Ya en su cama escuchó cómo el agua chocaba contra el techo y las aguas de la quebrada rugían hasta hacer temblar la débil estructura de su habitación.
El rugido y los temblores fueron en aumento y algo le hizo presagiar que aquello no era normal. Ya con una aprensión que le oprimía el pecho decidió levantarse. Pero para entonces ya era tarde. Sintió que el piso se hundía bajo sus pies y vio las paredes y el techo combarse como papel.
La hija de don Eugenio corrió espantada por el ruido y descubrió con horror que la habitación era ahora un enorme hueco desde donde se veían, en medio de la oscuridad, las aguas que corrían por el Arenal Montserrat, ahora en un impresionante nivel que lamía con furia lo que aún quedaba de la pequeña habitación.
Tomó varios días encontrar el cuerpo de don Eugenio y para su hija el insomnio fue inevitable. ¿Cómo conciliar el sueño cuando ni en casa se está seguro? ¿Tendría algo que ver en esto los trabajos de la quebrada que nunca se extendieron unos metros más hasta su casita? Poco más abajo la fuerza del mismo desborde había devorado también un autobús con más de una treintena de personas a bordo. De no haber sido por esa dolorosa coincidencia la muerte de su padre hubiese quedado en total olvido e indiferencia. Pero el dolor de otras hijas, madres, esposas, abuelas y hermanas hicieron coro suficiente para que finalmente se concluyera lo que siempre debió haberse concluido.
Lamentablemente nuestra cultura tercermundista se refleja en nuestros gobernantes (doctores, licenciados e ingenieros) que hasta que ocurre una desgracia actúan en beneficio de sus ciudadanos. Debemos aprender todos la cultura de la prevención de desastres.
Lamentable la muerte de esa persona,pero no hay lugares seguros en
nuestro pais,y muchas veces lo que pasa en su mayoria no es culpa del
estado sino de nuestras desiciones,yo puedo estar en el parqueo de la
iglesia que hace un poco mas de dos años asesinaron a quema ropa a un
joven que nos visitaba,cuando el desidia a subirse al bus de regreso a
casa con todos los hermanos,llegaron unos tipos dentro de la terminal de
buses de elim,y le dispararon a quema ropa. ¿Sera que era culpa de
elim?la falta de suguridad a los mienbros?no si no que el joven tenia a
pariencia de pandillero y por esa razon lo suguieron los de la pandilla
cercana a la iglesia,con esto quiero desir q no todo siempre es culpa
de una institucion,sino de neustras desiciones,el joven se vestia como
pandillero y vivia en mariona una zon aplagada de pandillas,el desidio
vestirse haci,de quien es la culpa???del estado?la la alcaldia?o de
elim?? ninguna de los anteriores sino de el joven al no ser prudente al
vestir…
porque no hay mayor obra que el hombre pueda hacer que lo que hace con sus hijos.eso me toco….gracias.