La ciudad sobre el monte

Las enseñanzas de Jesús no tuvieron como propósito crear una nueva religión, por el contrario, su objeto fue el de romper con los moldes religiosos de su época para sustituirlos por una vivencia radical y vibrante de valores fundantes como el amor, la compasión y la reconciliación. Las personas que son salvadas de sus egoísmos y ambiciones por medio de ese mensaje, de manera natural, se asocian para formar comunidades a las cuales se les llama iglesias. En consecuencia, las iglesias poseen una naturaleza que contrasta con un mundo lleno de egolatría, avaricia y crueldad.

Hablando a esas comunidades de creyentes Jesús dijo: «Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder… que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos» (Mateo 5:14, 16). Las personas renovadas por la vivencia de las enseñanzas de Jesús son comparadas con la inevitable visión de una ciudad construida en lo alto de un monte, que no puede pasar desapercibida. El llamado de Jesús ha convertido a los discípulos en esa ciudad. No puede ser de otra manera, ellos son la ciudad que se puede ver; si no fuera así, entonces no habría ninguna conversión y no serían discípulos de Jesús.

Lo que es visible al mundo no es el sermón de los creyentes, sino el creyente mismo. No se debe disociar el mensaje de los mensajeros y tampoco pueden los mensajeros permanecer ocultos, incluso si desearan estarlo. La ciudad en el monte no puede esconderse porque está visible a todos. Los discípulos deben ser quienes son, o de lo contrario no son seguidores de Jesús. El discipulado de los creyentes consiste en ser visibles y ser distintos al mundo; de no ser así, no hay discipulado.

Cuando el creyente escapa para no ser visto está negando su llamado. Una iglesia que se convierte en invisible dentro de una sociedad ha dejado de seguir a Jesús. Las iglesias pueden negar su naturaleza ya sea por temor al ser humano o por una adaptación al mundo bajo cualquier excusa. Las iglesias pueden pensar que el dejar de contrastar con el mundo es una buena estrategia misionera para atraer a más personas. También puede ser que su ocultamiento y silencio se justifique con una torpe idea de prudencia frente a un mundo que muestra desprecio hacia la verdad, el perdón y la honestidad. Tal iglesia olvida que Jesús también dijo que de nada sirve ganar el mundo si se pierde el ser. Otros justifican su traición a las enseñanzas de Jesús presentando su cobardía como «humildad» y condenando la visibilidad de la ciudad en el monte como «farisea». No es necesario demostrar que quienes piensan de esa manera están totalmente embebidos por el mundo por más religiosos que sean.

Una iglesia que opera únicamente en el marco de la libertad que la sociedad o los poderosos le otorguen no desea estar asentada sobre el monte, solo quiere ubicarse debajo de la cama. En este tipo de iglesia el criterio es que la luz no brille. Pero el llamado de Jesús es a seguir su camino; un camino de sencillez, ternura, compasión y perdón, pero que también recibe persecución y rechazo. En todos esos elementos hay un denominador común: llevar la cruz de Jesús. La cruz es esa extraña cualidad que ubica a la iglesia sobre el monte. En ningún caso se habla de que Dios se hará visible, sino que son los hechos de justicia los que se hacen visibles y hace que la gente alabe a Dios por esos hechos.

Tanto la cruz como las obras de la cruz se hacen visibles, y la firmeza y fe de los discípulos se hacen visibles también. No obstante, nada queda digno de alabanza para el discípulo que lleva la cruz, ni para la iglesia que es visible en la montaña, porque, encima de sus buenas obras, únicamente el Padre que está en el cielo puede ser alabado. De esta manera, los hombres ven la ciudad sobre el monte y la iglesia vive bajo la cruz; y es entonces cuando Dios les resulta creíble y ven la luz de la resurrección en sus vidas.

Restauración 100.5 FM · Editorial de la semana – La ciudad sobre el monte
Comments
One Response to “La ciudad sobre el monte”
  1. Adal R dice:

    Resulta muy interesante abordar este tema de los efectos poderosos de la cruz de Cristo Jesús. He tratado de llamar de esa manera, ya que para poder gozar de lo grande, sublime y digno de la Resurrección de Cristo, debemos pasar el grado inevitable de su muerte o Sacrificio Redentor. Dios nos ha llamado con un llamamiento santo, un llamado que nace de su Santo Ser Sublime. Y para arribar a su presencia y gozar de ese Trono de Gracia y Verdad es importante entrar al corazón de Cristo, al cuerpo de Cristo, permanecer en sus mano horadadas. Sin Cristo no hay Gloria eterna. Gálatas 6:14 Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo. Sin la cruz de Cristo no hay resurrección del cuerpo de la iglesia. Y por esa muerte del Hijo de Dios hoy gozamos de paz para con Dios, siendo reconciliados y aceptos en el Amado. De manera que de entrada hay una nueva posición para el creyente, y recibe la naturaleza divina la iglesia por medio de la renovación del Santo Espíritu y el poder del Evangelio, la Palabra viviente. Tito 3:5 nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo. De ese modo, el creyente recibe la luz Admirable. Como lo que dice el texto: 1 Pedro 2:9 Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable;
    Entonces, con esas virtudes divinas y ese poder de Cristo no se puede seguir siendo igual que antes. Ni ser otro culto religioso. No es religión el Reino de Cristo, antes es Amor, gozo, paz, verdad, justicia y todo lo de buen nombre se resumen en Vida nueva. Es aquí el detalle, aquí comienza lo fructífero y productivo. Y es lo que Cristo dijo:
    Mateo 13:8 Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno.
    Bueno, he aquí La ciudad sobre el monte, o el efecto poderoso de la muerte y resurrección de Cristo. Cuando recibimos por Gracia todo lo daremos por Gracia. Cuando hay cambio o renovación interior se manifiesta la vida nueva o la luz ante el mundo. No es religión, ni invento, ni lavado de cerebro, ni intereses vanagloriosos, o falso triunfalismo o riqueza mundana, o negocio de hombre. Es Dios mismo en uno, es Cristo mismo en uno, es su presencia en cada creyente, El Señor enseñandole a su pueblo, y es su luz (vida) admirable produciendo virtudes, valores, amor, paz, gozo, justicia y todo lo bueno para anunciar el poder de salvación de Cristo. Este es el método de nuestro Señor Jesucristo llamar lo vil del mundo, lo que no es para avergonzar lo que es. La potencia del Reino no radica en oro o plata, influencias o grados humanos( como los nicolaítas, los únicos) sino que del polvo El Señor transformó los huesos secos en instrumentos de justicia. Todo estriba en el corazón contrito y humillado. Es todo creyente un nuevo siervo y ministro del Reino.

    ¿Para qué hemos sido levantados de la muerte? ¿Cuál es el propósito divino? ¿Qué obra milagrosa para echarla a perder escondiendola finalmente? Dios liberó a Israel y le dio una obra o misión para que le sirviera delante de las naciones.
    De modo que podemos concluir lo siguiente: Nuestra participacion en la ciudad sobre el monte es ordenada por La obra de Jesucristo, su muerte y resurrección hace un poderoso efecto en cada creyente:
    1 Vivencia en el Reino. En este debemos estar agradecidos con Dios el Padre y con su Hijo al darnos de su Espíritu para experimentar esa renovación que nadie más puede hacer. Sólo en El hay salvación y nos concede espacio para hablar con Dios, es decir la comunión y consuelo del Padre. La Vivencia de recibir su sangre preciosa y ser lavado de todos nuestros pecados. De modo que, No es religión, ni es cosa de carácter humano lo que hemos recibido. Es Dios en nosotros, su sangre preciosa, su Espíritu, su amor verdadero.
    2 Vida abundante en Cristo. Hemos pasado de muerte a vida. Y ese es el ministerio que recibimos, no de condenación ni de muerte, sino de vida productiva. Mateo 7:19 Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Es la vida del Cristo Resucitado para dar a otros olor de vida y no de muerte. Dios nos usa en ese orden vivificante. 2 Corintios 2:15,16 Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden; a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos olor de vida para vida. La promesa de Dios es vida eterna en Cristo Jesús. Vida abundante para todo aquel que cree. Vida para producir frutos dignos en su Reino. Las obras muertas van pasando y ahora ya fluye su Espíritu de Dios. Gálatas 5:22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe. En otra parte dice: Colosenses 1:10 para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios. La ociosidad es falta de vida abundante.
    3 Virtudes de su luz admirable. Efesios 5:1 Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. Hemos aprendido de Cristo: su estilo, su Palabra, su enseñanza, su misericordia y compasión, la verdad que hemos aprendido de El, eso anunciamos. 1 Tesalonicenses 4:9 Pero acerca del amor fraternal no tenéis necesidad de que os escriba, porque vosotros mismos habéis aprendido de Dios que os améis unos a otros. Con todo esto anterior, veamos un cuarto elemento de la ciudad sobre el monte para servir a Dios.
    4 Ser Visible. Es inútil un ministerio invisible. Se le puede llamar militancia de cine o de elogios, de vanagloria y de publicidad mercantil. Vistos solo en las redes, en la web, en el ciberespacio, pero ya en la presencia hay un gran abismo. No se conoce, no se ve, no hay comunión vivencial con los hermanos, no se conoce ni hay saludo personal, lejos de la gente, lejos de los pecadores. Ocultos y en secreto se realiza la obra a un pequeño grupo. Puede ser miedo a los burladores y malignos. O por razones de religión apolítica libre intervención social, o mas bien, una religión mas conformada para no dañar las estructuras de este mundo. Para no afectar dictaduras, gobiernos injustos, idólatras o sistemas de egolatría. Muchos viviendo en silencio, sin confrontar la injusticia social y los dictados de crueldad y avaricia. Marcos 8:38 Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles. Vivir en el Reino de los cielos es vivir en el rechazo, persecución y sufrimiento. 2 Timoteo 3:12 Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución.
    Siendo aprobados por Dios en Cristo Jesús. Con estos cuatro elementos podemos dar inicio a construir una ciudad sobre el monte, siendo visible, vivificante, con virtudes del Reino y vivencias imperecederas. Que La Gracia y la Verdad de Cristo llene cada corazón.

    Adal R
    3marzo2024

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