La pregunta de Juan
La autenticidad de Juan el Bautista incomodaba a Herodes y a su nueva esposa Herodías, razón por la que había sido capturado. Juan era un auténtico profeta, había logrado discernir las señales de los tiempos y posicionarse con relación a su realidad. Con una fuerte espiritualidad había logrado escuchar la voz de Dios para su tiempo y regalaba libremente esa palabra a quienes desearan escucharlo.
Juan tenía una idea del Mesías similar a la del resto del pueblo. Siguiendo la tradición davídica, concebía al Mesías como un guerrero liberador que terminaría con las injusticias y devolvería a Israel la soberanía en todo su territorio. En su predicación, lo presentaba como alguien que intervendría violentamente: «Ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego. Su aventador está en su mano, y limpiará su era; y recogerá su trigo en el granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará» (Mateo 3:10,12).
Es posible que por la esperanza puesta en esa concepción tuviera a menos el hecho de estar en la cárcel, el Mesías había aparecido y pronto terminaría con el gobierno corrupto de Herodes y recobraría la libertad. Pero el tiempo transcurría y aquel Jesús a quien había bautizado no daba muestras de iniciativas para el combate. Juan estaba confundido porque lo que escuchaba de Jesús, a través de sus discípulos, no concordaba con lo que había anunciado. Ese Jesús no tenía un hacha en la mano, el nazareno tampoco estaba cortando los árboles que no daban buen fruto, tampoco tenía un rastrillo para separar la paja y quemarla en un fuego sin fin. ¿Y si Jesús no era el Mesías? El hecho de continuar en la cárcel ¿no era una evidencia de que quizá el Mesías aún no había llegado?
Juan envió a dos de sus discípulos para preguntarle a Jesús: «¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?». Jesús les respondió: «Vayan y cuéntenle a Juan lo que están viendo y oyendo: Los ciegos ven, los cojos andan, los que tienen lepra son sanados, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncian las buenas nuevas. Dichoso el que no tropieza por causa mía» (Mateo 11:4-6). El Mesías poseía una misión muy diferente a la que Juan esperaba. En lugar de acciones de fuerza, realizaba obras de servicio y compasión a favor de ciegos, cojos, leprosos y pobres. El Mesías había llegado para servir y salvar, no para destruir. Su camino de redención pasaba por la conversión. De nada servía hacer justicia por la fuerza, más bien, eran los mismos injustos quienes debían convertirse y terminar con sus injusticias.
La misma lección enseñaba Jesús a sus seguidores sobre las diferencias entre el poder y el servicio: «En este mundo, los reyes y los grandes hombres tratan a su pueblo con prepotencia; sin embargo, son llamados “amigos del pueblo”. Pero entre ustedes será diferente. El más importante de ustedes deberá tomar el puesto más bajo, y el líder debe ser como un sirviente» (Lucas 22:25-26).
La respuesta de Jesús iluminó a Juan. Pero la respuesta traía implícita la posibilidad de que nunca saliera de prisión. Entendió entonces que la fe en el Mesías era un camino lleno de persecuciones y sufrimientos en el que estarían presentes los tentáculos del maligno que son el poder, la ambición, el egoísmo, el odio y la manipulación. Pero en eso consistía el profetismo de Juan: no en que acertara en su idea del Mesías, sino en su capacidad de poder escuchar la voz de Dios. Eso hasta el punto de poner en duda sus propias convicciones y apreciaciones con respecto a la realidad.
Para acercarse a la espiritualidad de Juan el Bautista se debe aprender a ponerse en duda a uno mismo. Poner en duda todo lo que se piensa. Poner en duda las imágenes de Dios y de Cristo que se puedan poseer. Poner en duda los prejuicios y las etiquetas que se colocan a los vecinos, los amigos, los conocidos. Etiquetas que distancian y matan, que impiden el verse como humanos.
El editorial de la semana es una acción profética que nos lleva a la meditación y reflexión. Y para no cometer los errores en el servicio a Dios , y para recuperar la sencillez, humildad, mansedumbre y paciencia dentro de la obra del Reino de Dios. Hoy como ayer debemos sacar las inferencia necesarias para evaluar nuestro compromiso con Dios. Por otro lado no perdemos nada haciendo un esfuerzo por conocer la historia bíblica y las enseñanzas espirituales para nuestro hombre interior. Lo que encontradomos en esta enseñanza:
Primero Debemos servir de manera original. Ser original es recibir directamente de Dios el alimento espiritual, no radica en la forma de vestir, de comer o gritar o hablar, sino en esa dependencia total con Dios. Es la comunión intransferible con el Dios verdadero. Y así todo viene de El y para El, a Dios servimos, y a El sea la Gloria. Gálatas:1 [1] Pablo, apóstol no de parte de hombres ni por medio de hombre, sino por medio de Jesucristo y de Dios Padre, quien lo resucitó de entre los muertos.
Existen muchos que solo hacen una copia de un ministerio emergente o novedoso. Juan no copió, Juan lo que realmente hizo fue buscar a Dios, verdadera comunión . En el silencio con Dios y a solas con Dios, en ese sometimiento personal, comprometido con el Reino de los cielos. Toda su visión era la inmanente venida del Ungido de Dios, el Cordero Santo, Jesús de Nazaret. Y Juan no lo conocía pero El Padre quien le llamó desde el vientre de su madre y le dijo cómo reconocerlo: Juan:1 [32] Juan dio testimonio diciendo: He visto al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y posó sobre él.
[33] Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar en agua me dijo: “Aquel sobre quien veas descender el Espíritu y posar sobre él, este es el que bautiza en el Espíritu Santo”.
Segundo Aunque hayamos recurrido un cierto tiempo en el ministerio siempre es importante aprender de Dios. Y Juan anunció el Reino de Dios y Cristo se acercó a él para ser bautizado, ahí Juan le conoció y dijo he aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Una vez iniciado el ministerio de Cristo, Juan notó algo distinto: andaba haciendo bienes, sanando enfermos, libertando a los oprimidos por el diablo, y mucho mas. De manera que he aquí el punto principal: El amor de Padre en Cristo Jesús que vino a busca lo que se había perdido. Mateo:5 [1] Cuando vio la multitud, subió al monte y, al sentarse él, se le acercaron sus discípulos.
[2] Y abriendo su boca, les enseñaba diciendo:, son todas las bienaventuranzas de seguir a Cristo y de permanecer en el Evangelio del Reino de los cielos. Más adelante dice el Señor: Mateo:11 [28] “Vengan a mí, todos los que están fatigados y cargados, y yo los haré descansar. [29] Lleven mi yugo sobre ustedes, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para su alma.
La esencia del ministerio de Cristo ha sido compasión, misericordia y nueva vida, paz con Dios, perdón, por medio del verdadero sacrificio de mansedumbre, humildad, humillación plena hasta morir en la cruz por los pecadores, de los cuales yo soy el primero. Ahora bien Juan notó todo el bien que hizo Cristo Jesús y escuchó de la misión que les encomendó a sus discípulos. Y ahí en la cárcel, se sintió solo y fuera se oía decir: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen y los muertos resucitan y a los pobres le es predicado el Evangelio del Reino. Un ministerio no de liberación temporal, ni secular, ni de imperios dominantes, ni de la crueldad de Herodes y sus intereses. La liberación es interna, espiritual y poderosa y eterna en Dios para restaurarlo todo, con su sangre preciosa desde adentro hacia fuera. Libres de condenación eterna por el sacrificio perfecto. El Señor nos dio un camino de Salvación, de vida nueva y abundante. Reconciliación con Dios es la paz en nuestros corazones. En suma lo que encontramos en Cristo Jesús es entrega total: sanando los enfermos, sanando corazones quebrantados, y sobretodo librar al pecador de gran condenación, el Señor dijo: Mateo 20:28 como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.
Juan se vio como frustrado, solo, triste en medio de la agobiante espada de la dinastía de Herodes.
Pero Juan era un Siervo que sabía esperar, si espero tres décadas para anunciar el Reino de Dios, estando encarcelado siguió aprendiendo en medio de la prueba, su corazón esperó la respuesta del Hijo de Dios, y fue levantado y fortalecido cuando recibió el mensaje del Reino de los cielos. Sus discípulos le anunciaron lo que vieron y oyeron en la persona de Cristo Jesús. Y con paciencia y humildad confrontó cualquier designio aún hasta la muerte. El supo menguar hasta ser decapitado y vio el Reino de los cielos y a Cristo crecer. Entonces Cristo dije de Juan: Lucas:7 [22] Y respondiendo, les dijo: Vayan y hagan saber a Juan lo que han visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son hechos limpios, los sordos oyen, los muertos son resucitados y a los pobres se les anuncia el evangelio. [23] Bienaventurado es el que no toma ofensa en mí.
En otras palabras Cristo le manifestó con una realidad de compasión, de amor, justicia divina, señales y prodigios, liberaciones y resurrecciones y le animaba a no moverse de su confianza en Dios y que, quien cree en El no morirá jamás. El vencedor del Imperio de la muerte Jesucristo El Hijo de Dios. Amén.
Tercero Es necesario morir al yo, a mis expectativas, a mi modo de ver o pensar o de creer, y dejar que Dios nos invada todo nuestro ser, llenos de El y así poder decir : ya no vivo yo más Cristo vive en mí. En alguna medida todos cada día vamos expresando o por vida o por muerte una sola verdad: Cristo en nosotros la Esperanza de Gloria.
Mientras tanto sigamos esperando el retorno de Cristo y cada día aprendamos de El. Todas nuestras interrogantes desaparecerán cuanto más le veamos. Y al verle cara a cara seremos tal como El es.
Adal R
30julio2023
En suma, La reflexión es importante para llevar a cabo una buena labor y servicio a Dios:
1_Siempre hay cosas nuevas por aprender
2_ La humildad en el siervo genera una visión muy amplia del Reino de Dios. Sin humildad no hay aprendizaje.
3_ La persecución y el sufrimiento no impide ni detiene el triunfo de los ministros del Evangelio de Jesucristo.
4_El rechazo o la negación a sí mismo permite crecer. Cristo dijo: niegate a ti mismo y ven sígueme.
5_Permitamos que Dios Padre nos enseñe la Dimensión del Reino de Cristo, por medio de su Espíritu.
6_Recibamos la misericordia de Dios porque cada día son nuevas, cada mañana nos capacita. Es interminable su bendición y amor. Aunque estemos en la cárcel, o en el desprecio o el mundo nos persiga por anunciar la verdad y justicia del Reino de Dios.
7_Nuestra fe puesta en El vence al mundo. La fe en el Hijo de Dios: su muerte y resurrección nuestro gran fundamento para vivir, servir y permanecer.
Adal R
1Agosto2023