La prevención, la represión y la responsabilidad ciudadana
En los últimos años se ha producido una amplia documentación sobre el tema de la violencia social. Esos estudios y rutas de acción surgieron ante la constatación de que la violencia en nuestro país es una realidad cotidiana, que acaba con vidas únicas y que deja huellas irreversibles en los familiares de las víctimas.
Una dicotomía surgió en cuanto a los temas de la prevención y de la represión. Mientras unas personas e instituciones se alinearon en torno al tema de la prevención como salida a la situación, otros se agruparon en torno al tema de la represión. Las posiciones se volvieron en ciertos momentos encontradas y excluyentes. Han desatado alineamientos políticos que tratan de interpretar y reaccionar frente a las insatisfacciones de la población, antes que atender a posiciones analíticamente fundadas de solución. Con frecuencia el mensaje de la prevención se ha subestimado al interpretarlo como un rechazo total al aspecto represivo.
La represión y la prevención no necesariamente se deben entender cómo encontradas y excluyentes. La represión sin prevención se convierte en un ciclo ascendente de violencias que se alimenta a sí mismo. La prevención sin represión es un idealismo que no responde a las actuales condiciones. Ambos temas tienen resultados que deben ser reconocidos para saber qué esperar de cada uno.
La represión trata con la violencia cuando eclosiona, la prevención desmonta los factores de riesgo que conducen a su eclosión. La represión obtiene resultados en el corto plazo, la prevención en el largo plazo. Los resultados que logra la represión son temporales, los de la prevención son más largos. La represión puede producir réditos populistas para las siguientes elecciones, la prevención produce réditos para el país.
La represión se enfoca sobre conductas violentas que constituyen delitos, la prevención se enfoca en todo tipo de violencias. Mientras menor es el esfuerzo en materia de prevención, mayor tendrá que ser el esfuerzo en represión. A menor inversión en prevención, mayor inversión en represión. La represión es un campo que le compete al Estado y en la que la participación ciudadana es limitada, la prevención también le compete al Estado pero convoca a una amplia participación ciudadana.
Siendo la violencia el resultado de factores sociales, económicos, culturales, políticos y ambientales que se manifiestan en el ámbito individual, familiar y comunitario, es esencial contar con políticas integrales que se orienten a erradicar sus factores estructurales con un enfoque esencialmente preventivo, superando el abordaje de las consecuencias y de medidas exclusivamente represivas.
La prevención debe iniciar desde el vientre, siendo esencial además la adopción de medidas que disminuyan las grandes inequidades en la distribución de ingresos. No se puede continuar postergando la necesidad de contar con políticas para el apoyo integral y el fortalecimiento de las familias o lo que queda de ellas después de la emigración. Las conductas violentas se aprenden y las primeras oportunidades para ese aprendizaje se dan en el hogar, observando e imitando la conducta agresiva de los mayores o de personajes que aparecen en los medios de comunicación.
Cada uno poseemos una tarea que está a nuestro alcance. Podemos apoyar a las entidades que ya trabajan el tema de la prevención. Podemos brindar a un niño o niña la atención que no recibe en su círculo familiar. Un menor amado es un menor salvado de la violencia. Los estudios muestran una relación significativa entre la victimización en la niñez y la propensión posterior a la conducta violenta. Los gestos amables marcan una diferencia. Ha llegado la hora de pasar a la acción y del discurso a los hechos.