Editorial de la Semana

La responsabilidad de mando

«Yo no estaba en el terreno, no tenía control sobre las acciones de mis tropas. No fui informado de lo que hicieron. No podía supervisar todo lo que ocurría en una guerra tan caótica». Estas fueron las palabras de Jean-Pierre Bemba, ex vicepresidente de la República Democrática del Congo, frente a la Corte Penal Internacional que lo juzgó por graves violaciones a los derechos humanos cometidas por hombres bajo su mando. Bemba trató de evadir su responsabilidad al distanciarse de los abusos de sus hombres, alegando que no tenía control de todo lo que ellos hacían en el día a día.

Este caso se suma a los muchos en los que los líderes de las cadenas de mando recurrieron a excusas para negar su responsabilidad por los hechos cometidos bajo su dirección. No obstante, el derecho humanitario internacional y los tribunales internacionales han sido consistentes en rechazar esas excusas, argumentando que la responsabilidad de mando no se puede eludir cuando se trata de violaciones a los derechos humanos. Los líderes, al estar en posición de poder, no pueden delegar la responsabilidad o alegar desconocimiento.

Una persona en el poder puede desentenderse cómodamente de los abusos que se cometen por la distancia que le separa de los ejecutores materiales de las violaciones a derechos. Es posible que el líder nunca haya visto tales abusos y muchos menos haya participado de ellos. Pero el solo hecho de ser la mayor autoridad en la cadena de mando le hace plenamente responsable. La Corte Penal Internacional, establece que los superiores jerárquicos son responsables por los crímenes cometidos por sus subordinados si sabían o debían haber sabido de dichos actos y no tomaron medidas para prevenirlos o sancionarlos.

El argumento de la falta de conocimiento no es válido si había aunque fuera indicios de abusos, que hubiera debido percibir, ya no se diga cuando hubo denuncias recurrentes e insistentemente denunciadas. Si el superior tuvo información para conocer las violaciones, pero no tomó medidas para investigar, se le considera responsable. De igual manera, si el superior no ejerció un control adecuado sobre sus subordinados es culpable de negligencia o de no haber cumplido con su deber de supervisión. Incluso si el superior descubre las violaciones o se entera de ellas después que hayan ocurrido, es responsable si no toma medidas para sancionar a los responsables o para prevenir futuras violaciones.

La jurisprudencia internacional, como en los juicios de Núremberg y en la Corte Penal Internacional, ha afirmado que los superiores tienen la obligación activa de prevenir, detener o castigar las violaciones cometidas por sus subordinados. Un superior que argumenta no haber tenido conocimiento de las acciones de sus subordinados o que nunca las ordenó es considerado responsable si debería haber sabido y no lo hizo. Tal es la responsabilidad que implica una posición de mando.

Tampoco son admisibles las justificaciones que pretendan hacerse desde la perspectiva de que se perseguía un bien superior común. Augusto Pinochet intentó defender sus acciones como necesarias para preservar la seguridad nacional en una situación de emergencia. Él afirmó: «Lo que hice fue para salvar a Chile. Estábamos en guerra contra el comunismo. No ordené personalmente ejecuciones ni torturas. Actué para preservar el orden en una situación de emergencia». Su argumento no lo exoneró de responsabilidad ante los tribunales. Los derechos humanos son inalienables y no pueden ser anulados o limitados en ninguna circunstancia.

Las posiciones de poder conllevan una responsabilidad inherente que no puede evadirse bajo la excusa de la falta de conocimiento, delegación de responsabilidades o situaciones de crisis. Los líderes tienen el deber de prevenir, detener y castigar violaciones de derechos humanos. En la medida que se asciende en los niveles de poder, la responsabilidad de mando se aplica con mayor rigor. Los líderes deben ser responsables, no solo por lo que hacen, sino también por lo que permiten o ignoran que se haga bajo su mando. El liderazgo implica una gran responsabilidad y una capacidad para actuar con justicia y rectitud. De no ser así, los tribunales internacionales están a la orden para el momento en el que menos se espera. La justicia puede tardar, pero siempre alcanza a quienes la infringen.

Restauración 100.5 FM · Editorial de la semana – La responsabilidad de mando
Comments
One Response to “La responsabilidad de mando”
  1. Adal R dice:

    La responsabilidad en todo acto.

    Cuando se habla de posiciones de mando o liderazgo, se llega a pensar en la posición de gobierno y dominio, de administrar, pero todo esto también implica la responsabilidad y la evaluación. Los gobernantes de las naciones no pueden culpar a otros una vez llegan al poder. Si han llegado a esa posición por la vía legal, se enfrentan a una gran responsabilidad, puesto que están ante una sociedad crítica, principalmente cuando se tiene un historial de casos. De modo que, quien aspira gobernar, dirigir o administrar las cosas de Otro, tienen mucho que manifestar en la manera de hacer las cosas de acuerdo al derecho y la justicia y la Verdad. Para esto es importante realizar evaluaciones constantes, oír la voz de justicia social, derecho, pero sobretodo oir la voz de Cristo, la Palabra del Señor. Todo puesto delante de la autoridad de Dios. Es obvio que muchos no ven la perspectiva divina y el orden de las cosas según el mandato divino, y están ante una labor demandante y exigente delante de Dios. Para muchos que gobiernan: Todo está supeditado al humanismo, lejos de Dios. Tanto el derecho y la justicia delimitan las acciones y la responsabilidad. También aquellos que dominan a través de la mentira, el miedo infundado, el control sofocante, el uso persuasivo de la redes, el engaño, y la manera ilegal de proceder, confiados en el aparato que sus seguidores o sus allegado han puesto. Cada labor conlleva decisiones y responsabilidad, ya sea en el hogar, en la iglesia o en la empresa o la escuela, también en cada posición de poder implica toma de decisiones y la responsabilidad en las acciones y en la inacción. El silencio también habla, el omitir algo también dice mucho, el no actuar, o no fiscalizar o revisar la función de los delegados o funcionarios. Es realmente imposible escapar de una evaluación final de las cosas. Antes bien todas las cosas estan desnudas delante de Dios, a quien daremos cuenta. Aquí no hay excusa, ni omisión, ni justificación. Son varias las formas para evadir responsabilidades en la forma de gobierno o de liderazgo, tanto las excusas por falta de recursos, conocimiento o tiempo, como también responsabilizar a otros dentro del desarrollo de actos injustos, como las crisis sociales o situacionales que enfrentan, difícilmente podrán evadir responsabilidad. Por lo tanto, es útil entender que buscar las posiciones de liderazgo, de gobierno o ser guía conlleva primeramente la responsabilidad delante de Dios. Y de igual manera responsabilidad ante las personas o sociedad. Existe un apetito por ser reconocido como maestro, guía, dirigente o gobernante; se trata de llegar alto según algunos dicen: arribar a otro nivel, se pretende buscar un nombre, una posición elevada. Más que todo tener el sartén por el mango. Es así que van pasando lo días, años y siglo, y se acumula una cantidad cada vez más amplia de liderazgo. Hasta dentro de las congregaciones se habla de liderazgo y no de súbdito, y menos de obrero o de un sencillo servidor no reconocido. Como que le hemos dado vuelta a la moneda y pensamos en aquellos religiosos que preguntan a Cristo sobre los impuestos si era lícito dar a César. Que les dijo Cristo:
    Lucas 20:22 ¿Nos es lícito dar tributo a César, o no? Lucas 20:25 Entonces les dijo: Pues dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios.
    El problema de estos hombres no era dar el tributo a César, sino verse desnivelados en su posición de líderes religiosos, verse apartados de su vanidosa forma de dirigir a Israel. Perder el puesto, el reconocimiento. El aparato religioso era tal que se había perdido la sencillez, el servicio a otros y la humildad. Teniendo la posición de poder ostentaban de la función, dejando de lado la justicia, la verdad, invalidaban los mandamientos de Dios por los mandatos de hombres.
    Y la costumbre es buscar la posición, la altura, los primeros asientos, el nombre pero lo esencial que es servir en justicia y Verdad no tiene valor.
    Ahora bien, de ahí en adelante estos vicios antiguos de actuar sin responsabilidad:
    1_Argumentar desconocimiento de hechos injustos personales y de sus subordinados.
    2_Delegar a otros para desligarse de lo justo y verdadero es un error craso. Y si pasan cosas injustas y perniciosas acusan a otros.
    3_La falta de valores, no hay justicia en las acciones, y al argumentar la crisis actual aplican medios injustos y de opresión y muerte, persecución y manipulación para obtener el fin esperado: una supuesta paz, un orden de cosas o mantener el sistema económico saturado de avaricia y hambre de poder. Los tales aplican en sus estrategias el lema: el fin justifica los medios.
    La perspectiva divina y el orden establecido por Dios es conforme a la justicia, la verdad y el amor de Cristo. Y Dios juzgará al mundo, juzgará las naciones enteras, los gobernantes serán juzgados y todo será juzgado conforme a la Palabra de Dios. No hay manera de escapar. Hoy día los gobernantes o gente de poder se jactan de grandes hechos tildandolos de heroísmo y con gran publicidad. Pero sabemos que todo redunta en vanidad, vanagloria, injusticia, mentira y manipulación de los hechos. Y con el tiempo dan sus frutos y se conocen que son corruptos, perdidos, ingratos, y la misma masa de maldad. Es así que nadie se engañe en cuanto posiciones de liderazgo, siempre hay cosas que corregir. Algo que no se debe descuidar es ser Evaluado. Una contante evaluación permite no repetir lo malo. Hasta que venga lo perfecto, entonces veremos bien la realidad y razón. Resta pues que caminemos de manera sencilla y humilde delante de Dios. Sobretodo puesto de liderazgo, gobierno o cualquier función, todos somos responsables delante de Dios, todos daremos cuentas de lo que hacemos. Mis intenciones, mis decisiones, mi dicho o hecho posee un peso de responsabilidad ante Dios. Aún miremos lo que el hermano de Señor nos dice: Santiago 3:1 Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación. Y el Señor nos dice: Mateo 23:10 Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo. La cosas que Jesucristo hizo, nadie más las ha hecho: morir por los pecadores, padecer la muerte de Cruz, crucificó toda maldición en la Cruz, como Cordero fue llevado al matadero y no abrió su boca. Cristo padeció por nosotros. Para así librarnos del presente siglo malo, para hacernos justos y útiles delante de Dios. Cristo nos perdona, nos limpia con su sangre y reparte de su Espíritu para capacitar a su pueblo. Ha hecho un ejército de reyes y sacerdotes, nos da vida nueva para que cada cual sirva de la mejor manera, como líder o gobernante, como pastor o ministro, como diácono o diaconiza, ha preparado a cada creyente para servirle a Él y a los hermanos, y a toda persona. Ahora bien, nuestro deber delante de Dios es:
    Ser responsables en cada decisión
    Honrar a Dios en nuestra función
    Hagamos bien nuestra labor para Cristo
    Usemos bien la Palabra de Verdad
    No despreciemos la obra insignificante
    Ni condenamos a otros, Porque Dios es el Juez Justo
    No vayamos tras lo ilegal o ilícito.
    Evaluamos o examinemos a nosotros mismos en cada acto.
    Evitemos todo acto destructivo del bien común.
    Apartemos de toda mentira y avaricia.
    Quitemos toda soberbia.
    Evitemos toda vanagloria y avaricia.
    Si tenemos posiciones de mando o dentro del gobierno: Hagamos las cosas conforme a la justicia y al derecho. Pero sobretodo bajo la perspectiva divina y en la confianza de Exaltar a Dios. Dándole Gloria, honra y honor al Señor.
    Santiago 4:6 Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.
    Sigamos pues el ejemplo de Cristo según lo que dice el texto: Filipenses 2: 5-10
    Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra.
    Que la Gracia de Señor Jesucristo y el amor de Dios sea en cada uno. Amén.

    Adal R
    27 Oct 2024

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