Lección de células de adultos para el sábado 27 de marzo

Sábado 20 de marzo de 2021

Si confesamos nuestros pecados

LECTURA: 1 Juan 1:8-10

8 Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. 9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. 10 Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.

VERDAD CENTRAL: El pecado es una realidad que solo una confesión sincera puede remediar.

INTRODUCCIÓN

La Primera Carta de Juan fue uno de los últimos documentos cristianos en ser redactados, en la segunda o tercera generación de cristianos. Fue escrita en una época ya avanzada cuando la iglesia había sufrido divisiones que afectaban el entendimiento de la persona de Jesús. Aunque no existe una claridad sobre la totalidad de los errores, hay suficientes elementos en la carta como para deducir lo que sostenían. Una de las enseñanzas era que el pecado no rompía la comunión con Dios y otra era la que negaba la existencia del pecado en el ser humano. Esas enseñanzas son tan fuera de lugar en la palabra de Dios que esta carta fue redactada con el propósito de aclarar su falsedad. Toda la verdad del evangelio se ponía en riesgo si se permitía que los creyentes terminaran aceptando enseñanzas de ese tipo.

CUERPO

1- La universalidad del pecado. Afirmar que el ser humano no tenía pecado era ir en contra de toda la revelación de la Biblia sobre la naturaleza del hombre. Por eso, la carta asegura con firmeza: «Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros» (v. 8). Negar que el ser humano tiene pecado es un intento inútil por engañarse a uno mismo. Las evidencias a lo largo de la historia muestran que en el hombre hay suficiente maldad como para provocar los males de la civilización. La expresión «no tenemos pecado» más que hablar de un acto específico se refiere a una naturaleza en los hombres que no está afectada por el mal. Pero, eso, es contrario a lo que la Biblia revela sobre la realidad del ser humano. A partir de Adán, todos los seres humanos pecaron y, así, la muerte pasó a todos los hombres. La demostración definitiva de que el pecado es universal es la universalidad de la muerte. Ninguna persona puede negar que morirá, consecuentemente, tampoco debe negar que el pecado ha dejado su huella en su naturaleza. Por ello, para quien dice no tener pecado, el versículo añade: «la verdad no está» en quien lo afirma.

2- El reconocimiento del pecado. Negar la existencia del pecado no conduce a nada más que a confusión mortal. Pero, las Escrituras muestran la actitud correcta: «Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad» (v. 9). El reconocimiento del pecado es un paso esencial para el perdón. Mientras la persona niegue haber pecado no podrá alcanzar misericordia. Por el contrario, si la persona reconoce haber pecado, hay una gracia segura que se compromete. Este pasaje es uno de los versículos que mejor garantiza la seguridad del perdón al creyente. Cuando una persona acepta que ha pecado y reconoce individualmente cada falta, la fidelidad y la justicia del Señor garantizan que sus pecados le serán perdonados. Aun cuando se trate de verdadera maldad, le será perdonada. Lo único que Dios espera es que haya un reconocimiento y un deseo de ser diferente. Quien lo hace, alcanzará su misericordia. Quien se humilla ante el Señor confesando sus faltas será exaltado, pero quien se vuelve soberbio pretendiendo negar su necesidad terminará siendo humillado eternamente.

3- No se debe ir en contra de la palabra de Dios. Antes de cerrar el tema, Santiago enfatiza de nuevo la gravedad de negar el pecado: «Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros» (v. 10). Negar la existencia del pecado es negar la razón para la expiación y para la revelación de Dios al hombre. Por tanto, es hacer a Dios mentiroso. Esta es la peor de las rebeliones, es el pecado de arrogancia y soberbia porque coloca la sabiduría del hombre por encima de la de Dios. Por eso afirma que si uno niega la realidad del pecado «su palabra no está en nosotros», porque es esa palabra la que asegura que la muerte del pecado es la que quitó la vida a su Hijo amado. Lo mejor, es el aceptar el testimonio de las Escrituras y reconocer la existencia del pecado.

APLICACIÓN

La sencillez ante Dios es un elemento importante para alcanzar su perdón. La Biblia afirma muchas veces que en el ser humano hay maldad. Ella vino como consecuencia de la desobediencia del primer hombre. Pero, en Jesús, todas las cosas cambiaron de dirección. En lugar de desobedecer él fue fiel y eso le permitió pagar las culpas de su pueblo en la cruz. Ese testimonio es el que debe ser recibido. Cuando una persona acepta que eso es verdad y se dispone a abandonar su vida de desobediencia para vivir en el Espíritu, encuentra el perdón. Aunque sean maldades las que esa persona cometió, Dios es fiel y justo para perdonarle y limpiarle. Esa oportunidad es suya ahora, reconozca sus faltas y reconozca que Jesús es fiel para perdonarle. Así tendrá vida y paz.

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