Lección de células de adultos para sábado 24 de julio
Sábado 24 de julio de 2021
El siervo malvado
LECTURA: Mateo 18:23-35
23 Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos. 24 Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos. 25 A éste, como no pudo pagar, ordenó su señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que tenía, para que se le pagase la deuda. 26 Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. 27 El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda. 28 Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes. 29 Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. 30 Mas él no quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la deuda. 31 Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado. 32 Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste. 33 ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti? 34 Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía. 35 Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.
VERDAD CENTRAL: Debemos perdonar a los demás de la misma manera en que Dios nos ha perdonado.
INTRODUCCIÓN
Jesús enseñó a sus discípulos la importancia de resolver los conflictos internos que surgirían en su iglesia. Con relación a eso, Pedro mencionó el tema del perdón. Es muy conocida su pregunta sobre ¿cuántas veces debo perdonar a mi hermano? Jesús respondió que setenta veces siete. Para terminar de establecer su punto el Señor relató la parábola que hoy corresponde reflexionar. En ella enseñó que el hecho de recibir el perdón de Dios por nuestras ofensas debe comprometernos a perdonar a todos los hombres sus ofensas. Dicho de otra manera: Perdonar a todos los hombres sus ofensas es una condición para recibir el perdón de Dios.
CUERPO
1- Nuestra deuda inmensa con Dios. La parábola trata de un rey que decidió hacer cuentas con sus siervos. «Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos» (v. 24). Diez mil talentos era equivalente a 60 millones de denarios. Una cantidad enorme que podía ser la deuda de un reino entero, pero no la de una sola persona. Para poder pagarla el hombre tendría que trabajar por 167,000 años sin parar. No hay duda de que lo que Jesús quería enfatizar era lo enorme que es la deuda que tenemos con Dios. Nuestros pecados son tantos que no hay manera en que podamos pagarlos, es imposible. El hombre deudor le suplicó al rey: «Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo» (v. 26). La cuestión no era de paciencia, toda la vida no le alcanzaría al hombre para pagar su deuda. Ante eso el rey fue bondadoso: «movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda» (v. 27). Tan solo la misericordia podía resolver un problema así de grande.
2- Las pequeñas deudas entre los hombres. Cuando el hombre salió perdonado encontró a un compañero que le debía cien denarios. Esa era una cantidad pequeña que podía ser pagada en cuestión de unos meses. Era una enorme diferencia entre una deuda de 60 millones y otra de 100 denarios. Con eso Jesús enseñaba que cualquiera sea la ofensa que los hombres nos hagan no es nada comparada con las deudas que tenemos con Dios. Por tanto, no hay razón para no perdonar a quienes nos ofenden. Pero el hombre fue cruel con su compañero: «fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la deuda» (v. 30).
3- Debemos perdonar porque fuimos perdonados. El rey se enteró de lo que aquel hombre había hecho con su compañero de manera que mandó a llamarlo y lo trato de «malvado». Le hizo entonces una pregunta aguda: «¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti?» (v. 33). La pregunta se responde por sí misma. El hombre había sido cruel en el trato hacia su compañero cuando él había sido tratado con misericordia por el rey. Si Dios ha sido bondadoso al perdonar nuestras faltas, nosotros también debemos mostrarnos compasivos hacia quienes nos ofenden. «Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía» (v. 34). Cosa imposible por mucho que trabajara.
APLICACIÓN
La enseñanza de la parábola la resume el mismo Señor: «Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas» (v. 35). El perdón que debemos dar a quienes nos ofenden debe ser de todo corazón, sincero. No solo por formalismo sino porque comprendemos que es lo justo después de que Dios nos ha perdonado tanto. Para el hombre natural eso puede resultar muy difícil, pero cuando se experimenta el perdón de Dios se obtiene la base para perdonar a los demás. El primer paso entonces es recibir a Jesús como Señor y salvador.