Leyendo las señales de los tiempos

En una economía básicamente agraria, como en la que Jesús vivió, las personas habían desarrollado la habilidad de pronosticar el clima observando el aspecto del cielo. Pero se mostraban renuentes a reparar en las señales de los tiempos por las que Dios dirigía hacia la fe en su Hijo. Las señales de los tiempos eran los acontecimientos alrededor de Jesús, sus palabras, sus obras y sus posturas. Ese conjunto no solo les mostraba su identidad sino también la responsabilidad que les atañía. Nuestra época también está llena de señales a través de las cuales Dios se hace presente. El problema está en poder discernir lo que Dios está diciendo a su pueblo a través de ellas y, en consecuencia, entender la respuesta que Él espera frente a esas señales. Para Jesús la espiritualidad consiste en la capacidad de las iglesias para reaccionar “leyendo” la realidad e interactuando con ella desde el horizonte de la responsabilidad social.

Cosas como el desempleo, la pobreza, el alza al costo de la canasta básica, las extorsiones, las desapariciones, la migración, la falta de acceso a agua potable, la atención deplorable de la salud y las pensiones indignas se han vuelto rutinarias hasta el punto de normalizarlas. Es sobre estas verdades de la vida diaria, unas llamativas y otras apenas perceptibles, que se construye la forma histórica de la pasión del pueblo de Dios. Es ese pueblo al que hay que estar atentos como señal de los tiempos que nos interpela y nos desafía a actuar con valentía. El sistema mundano, que persigue valores opuestos a los del reino de Dios, siempre se estructura para que no podamos discernir la señal. Por eso el mundo hace todo lo posible por ocultarla, para que no perturbe la tranquilidad de los cristianos que prefieren cerrar los ojos a la lacerante realidad y creer al aparato propagandístico del poder. Los que se hacen sordos y ciegos a voluntad, pensando que estos no son problemas religiosos, son los tibios de los que Dios se siente asqueado.

Fue esa irresponsabilidad la que Jesús recriminó a sus contemporáneos que con mucho detenimiento interpretaban el clima observando las nubes, pero no eran capaces de comprender las señales de los tiempos que eran tan intensas a su alrededor. La Iglesia debe tener como propósito histórico el hacer visible las condiciones de las mayorías, pues es la manera en que su pueblo desarrollará ojos de misericordia hacia el Jesús que está en cada hambriento, sediento y enfermo. El mismo esfuerzo que el mundo hace para fomentar el turismo y que las personas se diviertan, debería hacer la Iglesia en dirección contraria para que se conviertan.

En la medida en que las condiciones de vida de las personas se deterioran y en la medida en que la pobreza y la inseguridad les oprimen y les roban la esperanza, las iglesias, como expresión terrena de Dios, deberían llamar la atención hacia las víctimas para que los responsables de tanto dolor se conviertan de su pecado y comiencen a actuar humanamente. Cuando el pueblo de Dios mantiene los ojos y el corazón puestos en las realidades históricas es cuando despierta a la compasión y al amor hacia los últimos, hacia los que siempre pierden y cuyas condiciones no mejoran y, si cambian, es solo para empeorar. El discernir las señales de los tiempos nos guardará de caer en la tentación de la complicidad y nos librará del mal de la indiferencia.

Comments
One Response to “Leyendo las señales de los tiempos”
  1. Manuel López dice:

    Gloria a Dios, está mañana en mi congregación se nos reto a dejar la comodidad para asistir a la iglesia, no esperaba que el reto fuera más claro. Al Lee su editorial he comprendido que asistir a las actividades de la iglesia es el resultado de una vida dedicada al Señor.

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