Madre Luz
María de la Luz Hernández vive con su esposo y seis hijos en La Ceiba, Honduras. En 2002 con un puñado de evangélicos como ella comenzaron un ministerio para evangelizar miembros de pandillas en las calles y en el penal de la ciudad, para ayudarles a abandonar la pandilla y vivir una vida libre de crimen y de drogas.
Cuando se desató una de las manos más duras durante la administración Maduro, mucho miembros de pandillas se vieron forzados a esconderse en las montañas cercanas. Fue entonces cuando un miembro de pandilla de sólo quince años le solicitó un lugar para refugiarse. Luz le invitó a quedarse en su casa y poco después también invitó a Camilo, un ex líder de la pandilla.
Camilo recién salía de prisión y había sido amenazado a muerte. Fue poco antes de salir de prisión cuando Luz le dijo: «Dios me ha hecho una madre para ti». Siendo Camilo un huérfano, las palabras de Luz le movieron hondamente y desde entonces comenzó a llamarla «mamá Luz».
Pronto la noticia que había un lugar seguro en casa de «mamá Luz» comenzó a esparcirse entre aquellos jóvenes desesperados por encontrar una salida de la pandilla. Eventualmente, Luz y su esposo convirtieron su hogar en un refugio para aquellos que por la vía de la conversión deseaban cambiar de vida. En cierto momento un total de ocho jóvenes vivían y comían en la casa de los Hernández usando dos habitaciones y el baño de huéspedes en tanto que Luz, su esposo y sus seis hijos (incluyendo cuatro hijas jóvenes) usaban otras dos habitaciones y un baño extra.
Al preguntársele a Luz por qué razón permitía que su hogar se hubiera convertido en un centro de recuperación, respondió que no fue algo que planeara. Contó que cuando tenía 24 años un familiar cercano se hizo miembro de una pandilla y ella comenzó a experimentar el dolor de ese joven y su familia. Su motivación era de empatía humana. «Nadie hacía nada por ellos y veíamos que estaban muriendo. No vimos otra opción que abrir nuestra casa», añadió.
Seguramente existen otras opciones de salida para estos jóvenes pero nadie pensaría en llevar a varios miembros de pandillas a casa, especialmente si se es madre de cuatro hijas jóvenes. Pero Luz solamente podía ver a esos jóvenes como si fueran sus propios hijos. Además, Luz posee convicciones cristianas. Está segura que no es el deseo de Dios que estos jóvenes continúen matándose entre sí. Su meta es que ellos experimenten una conversión durante su estancia en su casa.
Un total de catorce jóvenes han encontraron una vida nueva, un trabajo e iniciaron un matrimonio después de unos meses en su hogar. Otros no tuvieron esa oportunidad: fueron asesinados por enemigos durante el proceso. Cada una de esas muertes fue dolorosa para «mamá Luz», quien veía en cada joven asesinado un hijo muerto.
«Mamá Luz» probablemente no comprende las dinámicas sociológicas tras el fenómeno de las pandillas. Su método tampoco sería recomendado como el más indicado en la tarea de inserción y prevención de la violencia. Pero actúa cada mañana bajo la convicción de hacer lo que Dios espera de ella: adoptar como hijos a quienes no tienen esperanza. Ella hace lo que puede y, eso, es hacer algo al fin.
wow para hacer eso se necesita coraje, valor y a Dios en el corazon.
Que testimonio mas impactante una madre de familia que habre las puertas de su casa para estos jovenes a quienes solo conocemos como delincuentes y cuantas familias que se la han cerrado a sus propios hijos por ser miembros de pandillas……Que Dios nos de sabiduria y amor para convertirlos a su salvacion.