Mutación del conflicto salvadoreño
Durante la década de los Setenta el ensanchamiento progresivo de la brecha social en El Salvador llevó al estallido popular que alcanzó su máxima expresión en el conflicto armado. Las causas de la guerra son conocidas y pueden resumirse en el tema de la marginación y la exclusión económica. Con los Acuerdos de Paz se llegó a un estado en el que la democracia formal alcanzó características que antes no había tenido, pero las raíces estructurales del conflicto continuaron intactas.
Las brechas económicas producen estallidos sociales. Los estallidos pueden ser sonoros como en el caso de la guerra o silenciosos como en el caso de las migraciones. Frustrados por los extremos en la distribución de la riqueza y atrapados por los tiros, los desposeídos comenzaron a emigrar en busca de un alivio a su situación personal y la de sus familias. Lo que comenzó como un recurso de unos pocos se convirtió pronto en un dramático e interminable río de tristeza humana que persiste hasta el presente.
La emigración hacia el hemisferio norte se convirtió en la válvula de escape que postergó la eclosión de un nuevo conflicto social. Pero la emigración no siempre fue una salida, especialmente para aquellos que fueron forzados a volver al país deportado. De vuelta en un país que seguía sin oportunidades que ofrecer y obligados a vivir en condiciones de marginación, el estallido era sólo cuestión de tiempo, pues hay un límite a la paciencia que las personas muestran ante la impotencia antes de sucumbir a la desesperación de las medidas extremas.
En verdad, no tomó mucho tiempo. Casi finalizando la guerra, el estallido sordo de un nuevo conflicto social volvió a manifestarse en la forma de grupos altamente homogéneos de pobres que buscaron salir de su situación de exclusión usando medidas intimidatorias para aliviar su marginación.
La intimidación subió a terror, las solicitudes a delito y las presiones a asesinatos. Las pandillas habían irrumpido. A los primeros jóvenes maltratados y frustrados les siguieron docenas de miles. Las pandillas se volvieron comunes y su presencia comenzó a ser parte del escenario rutinario que las nuevas generaciones encuentran como una opción de vida.
Si el conflicto armado produjo un aproximado de 75,000 muertes lo que va del presente conflicto ha cobrado ya un aproximado de 42,000. Los esfuerzos por resolver los síntomas visibles de los conflictos resultan temporales dado que no toman en cuenta su etiología. Cuando los esfuerzos se enfocan en lo inmediato y se deja de lado la raíz, el conflicto muta pero continúa latente. Así ocurrió con los acuerdos políticos que hicieron posible el cese del conflicto armado y así sucederá con la oportunidad que un diálogo y negociación francos puedan suponer en el tema de las pandillas.
Esto no significa que no se deban emprender tales esfuerzos pero sí significa que se debe ir más allá, a la raíz de los problemas. Mientras no se produzcan transformaciones en la forma cómo el país se encuentra económicamente estructurado, continuará produciendo conflictos que adoptarán diversas modalidades. Solamente una política económica solidaria, inclusiva y generosa podrá crear las condiciones para romper con la tradición del uso de la violencia como recurso para obtener aquello que no se puede conquistar por vía del entendimiento y la vivencia de una real democracia.
Mar 16:15 Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. Los predicadore no debemos perder nustro unico objetivo y es obvio que no es incursionar en politica. Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. Los predicadore no debemos perder nustro unico objetivo y es obvio que no es incursionar en politica.
Para lograr un cambio en nuestros gobernantes hay que orar mucho, mucho, mucho …, y puedan haber realmente cambios en la política económica. Ya que en ellos reina los intereses personales, muestra un botón es la elección de los magistrados de la CSJ que hasta hubo una intervención del ejecutivo lograron ponerse de acuerdo las fuerzas políticas del país. Es hora de imitar al profeta Elías.