¿Qué se hace con la educación sexual?
La educación sexual en las escuelas se ha propuesto como el camino para mitigar el sexo precoz. los embarazos no deseados y la transmisión de enfermedades venéreas Sin duda que la educación sexual impartida de manera científica y seria es un componente importante de la prevención Pero no se debe caer en la ilusión de pensar que la educación sexual sola incidirá dramáticamente.
Lo taxativo para el ser humano al hacer uso riesgoso del sexo es su capacidad o incapacidad para tomar decisiones, que se sobrepongan a sus deseos y emociones en momentos decisivos La educación sexual es un elemento positivo pero que resulta, en aquellos momentos, un solo elemento , a veces no muy relevante, de la entrelazada psique humana.
La educación sexual ayuda a los jóvenes a usar con responsabilidad la sexualidad, tanto como al glotón le ayuda el conocer el proceso fisiológico que lleva a adquirir sobrepeso. El goloso necesita elementos adicionales que le permitan controlar su imparable ingesta. Estos elementos deben residir al interior de la persona. Estamos hablando de los valores morales.
Pero, los valores por si solos tampoco pueden garantizar la conducta responsable. Prueba de ello son los interminables hechos contradictorios a que estamos acostumbrados de personas con conocimiento de valores pero que actúan en oposición a ellos. Las virtudes de la voluntad no ofrecen, por si mismas, ninguna motivación: una persona actúa con honor y dominio propio, pero no a causa de alimentos. Al actuar con valores la persona debe estar motivada por otra cosa. Las virtudes se vuelven efectivas sólo cuando están al servicio del amor y la justicia. Es decir, de Dios.
El ejercicio sano de la sexualidad es el resultado no de lo que las personas saben sino de lo que las personas son. Sólo el ser puede asegurar una manera mejor de actuar. La virtud debe ser para el hombre y no el hombre para la virtud.
El centro de la preocupación no debe girar en torno a si los menores recibirán educación sexual en las escuelas, sino en desarrollar en ellos el carácter esencial que se sujeta a los ideales del amor y de la justicia. Sin ello. ¿Qué se espera que los menores hagan con la educación sexual?
La subordinación del carácter a los grandes ideales puede ser materia del aula pero más del hogar. La enseñanza sólo es tal cuando se convierte en comunicación real. Dondequiera que haya comunicación habrá formación. Para que el proceso de comunicación se complete el mensaje debe ir por el canal adecuado. Este no es verbal. Logran la comunicación los modelos.
Solamente los modelos cercanos y permanentes pueden enviar ese mensaje que impactará la conciencia infantil para guiarla por el camino de la rectitud. Más que escuchar definiciones sobre la solidaridad, el respeto y la verdad lo que los menores necesitan es conocer personas solidarias, respetuosas y veraces. Los menores aprenden más de los modelos que de las palabras.
En una sociedad plagada de cafres no debería extrañarnos la conducta sexual de la juventud. Tenemos la escuela con profesores acosadores, el Estado con funcionarios descarados, el hogar con sus violencias, medios de comunicación con antivalores y la Iglesia con pastores lascivos. De la educación sexual en las escuelas se debe caminar más, mucho más, para lograr una modificación en las estadísticas. Se debe caminar al lado de aquellas personas que son la honrosa excepción. Se debe caminar hasta donde lleve la comprensión de la verdad de Jesús: «No hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que de fruto bueno».