¿Quiénes mataron a William?

William Amaya nació en una comunidad de marginados en San Salvador. Al igual que otros jóvenes, vio en las pandillas la manera de alcanzar significado social, la oportunidad de ser. Se tatuó el cuello con los símbolos de su pandilla y se dedicó a vivir del delito. Tiempo después, en Iglesia Elim tomamos la decisión de intervenir la comunidad donde él vivía y en 2011 William tuvo una experiencia de conversión al evangelio. La pandilla respetó su decisión y le dieron de baja. Pero un joven que vive en una comunidad marginada, con antecedentes penales y tatuado no tiene muchas oportunidades en una sociedad tan vengativa como la salvadoreña. Eso lo entendemos muy bien en la iglesia y, consecuentemente, nuestro programa de intervención va más allá de la simple evangelización con palabras. Sucedió que William tenía habilidad para el canto, era un buen rapero. La iglesia le apoyó para que grabara su primer volumen que, de manera muy significativa, lo tituló “De las tinieblas a la luz”. Luego, William se dedicó a cantar en actividades de iglesias en donde ofrecía sus discos compactos caseros por pequeñas cantidades que le ayudaban a cubrir los gastos de su hogar.

No obstante su transformación, seguía siendo detenido arbitrariamente por las fuerzas del orden. A pesar de que la Ley de Rehabilitación y Reinserción de Miembros de Pandillas fue prometida en 2010, hasta el presente, los jóvenes que son rehabilitados por el evangelio no tienen garantía legal alguna en contra de los abusos. Fue así como en 2012, al igual que en otras ocasiones, fue capturado sin orden judicial a criterio de un oficial de turno y encarcelado por 14 meses en “detención administrativa”. La iglesia le colocó un abogado y, al no presentarse una acusación que no fuera su apariencia, fue dejado en libertad. Pensando en que un trabajo formal podría ayudarle a evitar las capturas arbitrarias, le enviamos a la empresa League, en donde, al igual que otros jóvenes rehabilitados, fue recibido con trabajo formal. Pero, el atravesar la ciudad para ir a trabajar se convirtió en un problema para su seguridad. Fue así que le apoyamos para que se hiciera de una motocicleta de segunda.

William se mantuvo trabajando por espacio de tres años, levantándose muy de mañana. De acuerdo a su costumbre, el lunes 19 de diciembre salió de su casa a las cinco de la mañana. Lo siguiente que se supo es que su cuerpo fue encontrado en la colonia Las Flores, de Soyapango, atado de manos y con cuatro tiros. Los hechores dejaron al lado una nota que decía: “Una rata menos, atentamente grupo de exterminio”. ¿Quiénes mataron a William? La vox populi sabe quiénes son los integrantes de los grupos de exterminio. Pero también pudiera ser que la nota solo tuviera el propósito de confundir. Lo que sí sabemos es que William no era una rata, tampoco era un miembro de pandillas. Era un joven trabajador de 26 años que deja en la orfandad a sus dos hijos de 6 y 3 años. Ese fue el regalo de fin de año que sus niños recibieron de parte de una sociedad excluyente e irreflexiva. Una sociedad que se reputa como cristiana, pero que no asimila la posibilidad de que una persona tenga una segunda oportunidad.

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