Un enfoque humano a la seguridad pública
Hablar de seguridad pública es hablar de vidas, de seres humanos únicos; en consecuencia, al hacerlo se debería tomar distancia de un uso electoral para adentrarse en el campo de la ética, la humanidad y el cristianismo. Es verdad que por ser la principal preocupación de los salvadoreños es inevitable que el tema se mencione a la hora de las elecciones, pero hay una diferencia marcada entre su uso populista y el debate serio y honesto. El uso populista es el que se ha hecho desde la posguerra en nuestro país, en donde la polarización extrema condujo a un deterioro en la calidad de análisis y soluciones que se aplicaron a la violencia social. La idea que se manejó fue que mientras peor le fuera al gobierno mejor le iría a la oposición. De esa manera, prevaleció el conflicto sobre los acuerdos y la matonería se volvió más importante que la inteligencia.
El abordaje serio y honesto del tema requiere realizar un enfoque imparcial. Este exige alejarse de las posiciones dogmáticas para abrirse a los aportes de la psiquiatría y la criminalística. Las ideas populares y los sentimientos revanchistas no contribuyen a alcanzar la imparcialidad. Como fenómeno social y antropológico, la violencia debe ser enfrentada desde la ciencia para identificar sus raíces y buscar, en consecuencia, su mitigación o resolución.
Si lo anterior se hace con honestidad, de inmediato se percibe que la seguridad es una tarea que implica a muchos actores sociales. Es verdad que el Estado posee una responsabilidad ineludible y de liderazgo, pero por sí solo no es suficiente para resolverla. Se requiere de la participación comprometida de las comunidades organizadas, escuelas, servicios de salud, gobiernos locales, universidades, iglesias, etc. Es decir, se trata de la comprensión y asunción de la construcción de una cultura de la paz y el respeto. Un rol de la sociedad que se complementa con el trabajo de la policía.
La objetividad debe ser implacable. Porque se trata de la máxima responsabilidad del Estado y del primero de los derechos humanos a ser garantizado: el derecho a la vida. Ese apego a la verdad debe llevar a la comprensión de que la atenuación de la violencia es un proceso que toma su tiempo, un tiempo que no coincide con los períodos electorales y que, por tanto, la acciones no deben estar supeditadas a las siguientes votaciones sino a la objetividad de lo que toman los procesos sociales.
Para estimular la participación social es imprescindible la transparencia. Nada desalienta más la colaboración de los ciudadanos que el saberse instrumentalizados o no considerados con seriedad. Las personas deben ser capaces de constatar la coherencia entre el discurso público y las acciones de campo. La disponibilidad de información debe mostrar a las personas los planes, proyectos, presupuestos, resultados y evaluaciones finales. El uso honrado de los fondos públicos debe ser constatable. Las componendas a puerta cerrada son acciones que van en dirección contraria.
Aún más, por ser los temas de seguridad procesos que toman su tiempo y sobrepasan los mandatos partidarios, se debe procurar la manera en que las políticas públicas sobrepasen más de uno o dos períodos presidenciales. Eso solo es posible cuando en el proceso de elaboración de esas políticas hay una participación honesta de las diversas expresiones políticas partidarias. Es decir, se trata de asumir el problema de seguridad pública como una política de Estado que, para serla, necesariamente deberá ser consensuada. Esto sería inédito en nuestro país en donde, por la lógica de la polarización electoral, no ha sido posible la construcción de políticas de largo plazo.
Muy atinada reflexión hermano. Voz que clama en el desierto, pero que algún día Jesús hará realidad en el establecimiento de su reino. Que nuestro Dios le siga bendiciendo y protegiendo.
Se supone que ya hay en el país una nueva fuerza política honrada, elegida por el pueblo para trabajar por el pueblo (y nada hay más importante para el pueblo que este tema).
He aquí la receta sabía para construir por primera ver en la historia de El Salvador un plan eficaz, que perdure en el tipo sin importar los nuevos líderes o fuerzas políticas que vendrán. DIGO ‘SE SUPONE»: D E M U E S T R E N L O