¿Un muro para el reconocimiento o para la seguridad?

Finalmente, después de nueve meses de ocurrida la tragedia en la Colonia Málaga, el Ministerio de Obras Públicas ha anunciado el inicio de la construcción de un muro de metro y medio de altura por unos cien de largo que se erigirá a la orilla de la calle, junto al Arenal Montserrat.

El anuncio es, en sí mismo, un paso adelante. En el sentido que deja atrás las posiciones primerizas del Lic. Jorge Nieto, quien afirmó que «el diagnóstico no identificó el punto como crítico». También es un paso adelante a las declaraciones que a El Diario de Hoy hizo el ingeniero Alessandro Correrá el 6 de julio del año recién pasado cuando aseguró: ‘El modelo hidráulico con el cual se identificaron las obras y los diseños, sí lo señala como un punto especial porque hay una curva en el río. Para los niveles de lluvia con que se diseñaron no mostraba problemas de futuras inundaciones».

¡Caro precio a pagar por un error de cálculo! Treinta y un vidas y cuatro inundaciones más que se produjeron después de la del 3 de julio, fecha de la tragedia.

El anuncio y el arranque de las obras, son un reconocimiento tácito de que se erró en su momento en cuanto a las afirmaciones técnicas; pero, que también se erró moralmente al tachar la demanda ética de las familias de las víctimas de ser una politización del caso. Aunque sea de manera tácita resulta positivo el que, finalmente, se haga algo en el lugar. El muro que se construye en el lugar será, al menos, un testimonio mudo del reconocimiento de los exabruptos de aquel momento.

Queda pendiente el asunto de si el muro que se construye es en realidad una obra adecuada para resolver el riesgo en un punto tan peligroso. Es importante recordar las recomendaciones que el hidrólogo Carlos Montenegro de ASIA hizo también en julio pasado en el sentido que el caudal a la altura de las colonias San Antonio y Málaga sólo podrá ser controlado si se inician obras de mitigación doscientos metros arriba del punto crítico. En su opinión la solución no es tan simple en un lugar donde coinciden varias circunstancias agravantes.

Es importante recordar que la fuerza del agua en el lugar es de tal  magnitud que pudo arrancar el barandal de cemento y hierro del puente sobre la 17 Avenida Sur. También arrancó con todo y cimientos los pilotes que sostenían la barda metálica que el MOP colocó en los días siguientes a la tragedia con el fin de evitar que otros vehículos fueran arrastrados. Y, por supuesto, no se debe olvidar que la fuerza del agua logró arrastrar a un bus entero con todo y sus pasajeros.

¿Podrá el muro que se construye resistir el embate del tsunami en ese punto de la ciudad? ¿Por cuánto tiempo? Si no lo resistiera ¿no se estaría creando una trampa mortal que pudiese generar un falso sentimiento de seguridad en una zona que, en verdad, no ofrece garantías?

Quiera Dios que no sea así. Sin embargo, son los especialistas en la materia quienes deben opinar sobre el nivel de seguridad que el muro del reconocimiento ofrece. No sea que el mismo esté fundado en un mal cálculo como aquél que condujo a la conclusión, antes del 3 de julio, de que el punto «no mostraba problemas de futuras inundaciones». Tienen la palabra los expertos.

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