El final de las pandillas

¿Cuándo se terminarán las pandillas? Cuando se terminen las causas que impulsan a los menores a sumarse a ellas. Para lograrlo, es perentorio resolver las desigualdades. Se debe proporcionar vivienda mínima y digna a las personas. Que ya no sea necesario usurpar predios baldíos o públicos para construir viviendas de plástico y cartón. Que los niños puedan crecer en una casa de, al menos, tres habitaciones, ventiladas e iluminadas. Con agua potable permanente y energía eléctrica. Que puedan disfrutar de momentos de ocio en áreas de recreo cerca de sus casas. Que también puedan tener una escuela cercana, con buena infraestructura, buenos maestros y materiales, donde puedan recibir deporte y aprender pintura, teatro o música.

Que los niños puedan crecer con su papá, su mamá y sus hermanos. Todos juntos sin separaciones. Sin que haya abusos ni negligencia de ningún tipo. Desarrollando relaciones seguras, estables y amorosas. Sintiéndose aceptados y protegidos. Un hogar en el que se combata la cultura violenta, que en lugar de la agresividad se utilice el diálogo. En el que se fomente el respeto a las personas y a sus opiniones. En donde se enseñe a respetar a las niñas y a las mujeres comprendiendo que tienen iguales capacidades que los hombres. Que la verdadera hombría no excluye la ternura y la delicadeza. Un hogar donde se fomente la compasión, la solidaridad, la honestidad y el trabajo.

Las pandillas se terminarán cuando en los barrios se reduzca la disponibilidad de alcohol y drogas. Cuando sea muy difícil hacerse de armas de fuego y, por el contrario, se haga fácil hacerse de instrumentos musicales, de libros y de pelotas. Cuando los soldados vuelvan a los cuarteles y la policía sea parte de la comunidad, un cuerpo de servicio y garante de los derechos de todos. Cuando quienes cometan delitos reciban un juicio justo e imparcial, basado en evidencias y no en intereses electorales. Cuando el crimen se combata con inteligencia y los delitos sean investigados, perseguidos y penados respetando los derechos humanos y la legalidad. Cuando los centros penales en verdad rehabiliten y desarrollen habilidades para la vida.

Cuando la sociedad rechace las normas culturales y sociales que apoyan la violencia. Cuando las personas sean firmes en no tolerar el irrespeto y el acoso. Cuando indigne la ofensa o el daño a la dignidad de cualquier persona. Cuando finalmente se comprenda el carácter sagrado de la vida, sin ningún tipo de distinción. Cuando se trabaje en fomentar una cultura de tolerancia, consideración y derecho. Cuando las víctimas de la violencia sean protegidas y apoyadas. Cuando la verdad, la justicia y la garantía de no repetición sean otorgadas a quienes han sufrido abusos por parte del Estado. Los de ayer y los de hoy. Cuando los sedientos de justicia finalmente sean saciados.

Las pandillas se terminarán cuando las personas puedan recibir atención médica de calidad, pronta y humana. Cuando los hospitales estén abastecidos de medicamentos y las emergencias atiendan las emergencias. Cuando los jóvenes ya no necesiten becas, sino que el Estado garantice educación de calidad para todos y haya oportunidades para todos. Cuando el único límite que exista al conocimiento sea el que la misma persona se ponga a sí misma. Cuando los fondos públicos vayan a resolver los problemas de las personas y atiendan a sus necesidades básicas con transparencia. Cuando los funcionarios tengan como principal característica la honradez y la capacidad.

Cuando se implementen políticas públicas de prevención de la violencia, que sean integrales, focalizadas y permanentes. Cuando se abran caminos para la inserción social y la rehabilitación. Cuando haya opciones para el empleo juvenil. Cuando haya trabajo para todos, alimentos para todos y salud para todos, entonces, y solo entonces, los menores desistirán de incorporarse a las pandillas. Porque entonces la vida les ofrecerá opciones diferentes y ya no será necesario compensar la baja autoestima. Cuando haya educación para todos, vivienda para todos, respeto para todos, agua para todos y pensiones para todos, los factores de protección habrán sido fortalecidos y tendremos una sociedad más solidaria, más humana y cristiana. Entonces las causas de la violencia habrán sido mitigadas y habrá llegado el final de las pandillas. Solo entonces.

Restauración 100.5 FM · Editorial de la semana – El final de las pandillas
Comments
3 Responses to “El final de las pandillas”
  1. miguel molina dice:

    CLARO Y CONTUNDENTE.IR A LAS RAÍCES DEL PROBLEMA Y QUE HOY POR HOY PERSISTEN COMO UNA FUENTE FECUNDA.
    BENDICIONES!!!

  2. La Iglesia pregona esto, de manera puntual, desde hace más de 20 años, pero lastimosamente ninguna organización, instituto o personaje político , lo han tamado en serio.

    Ha estas alturas un cambio radical de la CULTURA Salvadoreña, ya fuera evidente. Pero actualmente, lejos de vencer la violencia, se está alimentando sistemáticamente.

    Los factores de protección detallados en el presente editorial, no son utopía, son la meta, es el llamado del evangelio; se necesita una voluntad cristiana, para entenderlo.

  3. William Obed dice:

    Yo entré a las pandillas a la edad de 13 años, en ese tiempo no tenía un hogar donde pasar las noches ni una mesa donde sentarme para comer un tiempo de comida pues había sufrido el abandono total de mi familia, apesar de haber estudiado en mi infancia en Estados Unidos y haber aprendido muy bien el inglés cuando la tía que me creció asta la edad de 12 años se casó y su esposo me rechazó por no ser su hijo fui enviado a El Salvador donde mi abuelo, el exigía que yo trabajara bien la agricultura sin yo haber sido propiamente enseñado y al ver que yo no sabía el trabajo me corrió, fue allí donde me enfrenté a la cruda realidad que el país vivía y sin tener adonde ir lo unico que encontré fue la calle, pasé noches de invierno muy frías en casas abandonadas y días muy tristes pidiendo en las calles para comer asta que un joven me dijo: «Para que ya no andes dando lastima todo sucio y sin tener donde vivir ven con nosotros y se parte de la mara», pensé que ese era el refugio que necesitaba, me «brincaron» a la mara y hempecé a hacer lo que me decían porque ellos eran los que yo creía me estaban ayudando; es una muy larga historia pero he vivido de cerca la situación del país y de las maras; un día fui invitado a una filial Elim, llegué con muchas heridas en mi alma, golpeado de la vida pero Dios allí me tomó y al fín sentí que tenía un Padre que de verdad me amaba que es Dios y una familia a quien yo le importaba que es la iglesia del Señor, hoy soy parte de la Iglesia Restauración Elim en Honduras pero amo a mi país El Salvador y oro para que los jovenes tengan mejores oportunidades

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