Elementos para una estrategia de prevención de la violencia

La prevención de la violencia tiene como propósito anteponer a los factores de riesgo los factores de protección.

Teniendo en cuenta que los factores de riesgo se combinan para detonar la violencia, una verdadera estrategia de prevención de la violencia debe también combinar los factores de protección. Éstos son variados y en buena medida responden a las peculiaridades de cada contexto. No obstante, la Organización Mundial de la Salud ha identificado algunos que son valederos de manera muy generalizada. El primero de ellos es el de desarrollar relaciones seguras, estables y amorosas entre los niños y sus padres o encargados. Esto supone la importancia de formar en los padres las habilidades para crear entornos seguros y amorosos para sus hijos; un hogar donde la comunicación prevalezca sobre el maltrato y la ofensa, donde los niños puedan aprender la manera de resolver conflictos por la vía del diálogo y el respeto, donde puedan desarrollar lazos de pertenencia y aceptación.

Un segundo factor de protección es el de desarrollar habilidades para la vida en niños y adolescentes. Esta tarea corresponde en buena medida al Ministerio de Educación, que debería crear programas para formar en habilidades de alta demanda en el mercado laboral. De esa forma, los menores tendrían un estímulo para completar su formación sabiendo que al final de ella tendrán una manera cierta de lograr ingresos para sus familias.

Un tercer elemento es el reducir la disponibilidad de alcohol. Las inclinaciones violentas se potencian con el uso de bebidas embriagantes. Por esa razón, en las actuales condiciones epidémicas, debería normarse de manera extraordinaria el acceso de los menores al alcohol, así como la limitación de horas para los adultos. Un cuarto factor de protección sería la reducción al acceso de armas de fuego. Esto se refiere a la facilidad con que las personas pueden obtener permiso para portar armas, las cuales, en un porcentaje alto van a parar en manos del crimen ya sea por hurto o por robo. Nuevamente, ante una condición excepcional de epidemia de violencia, se deben tomar medidas también excepcionales para la prevención.

Un quinto elemento es el de promover la equidad de género. El Salvador es uno de los países con mayor índice de feminicidios en el mundo. Además, existe alta incidencia de abusos y expresiones de maltrato. Una formación que inculque la valoración y el respeto entre niños y niñas es esencial. Por supuesto que en ello juegan un papel primordial los modelos a los que los menores están expuestos en sus hogares, eso marcará sus conciencias de manera permanente. Un sexto factor de protección sería cambiar las normas culturales y sociales que apoyan la violencia. En ello tienen que ver los contenidos que la sociedad recibe a través de los medios de comunicación, las actitudes que se transmiten de los que tienen poder, el lenguaje que se utiliza. Es posible expresar todo tipo de disenso desde la ecuanimidad y el respeto, pero esa es una meta todavía por alcanzar. Hay otros factores de protección que por espacio ya no es posible agregar. Pero los mencionados nos muestran que en el tema de la prevención de la violencia es poco lo que se ha hecho. No obstante, nunca es tarde para comenzar y el mejor momento para hacerlo es ahora mismo, cada uno desde su propios recursos y área de influencia.

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