¿Qué provoca la violencia?

La violencia se ha tratado de explicar desde la biología, la sociología, la criminología y la psicología. Pero esos enfoques no siempre dan razón de todos los comportamientos violentos y terminan por recomendar la transdisciplinariedad. Al elaborar una teoría sobre la violencia se pretende obtener una explicación valedera para todos los casos. El logro de la universalidad está reservado para pensadores brillantes, aquellos que poseen la capacidad de descubrir tras lo casual y caótico los principios objetivos sin cuya comprensión no sería posible desplegar una actividad práctica y consciente que remedie el drama de la violencia. Huelga decir que son pocas las personas que lo logran. Uno de ellos es el filósofo francés René Girard, quien parte de la tradición filosófica-psicoanalítica que afirma que el deseo es una de las fuerzas más estructuradoras del ser humano. Es un deseo que se caracteriza por ser ilimitado y estar orientado a la totalidad de los objetos. Pero siendo el deseo común a las personas, a causa de su indeterminación, no saben cómo desear sino que aprenden a desear imitando el deseo de los otros.

En los niños se puede observar lo dicho ya que por muchos juguetes que un niño posea lo que más deseará será el juguete de otro niño, dando así paso a la rivalidad. Quiere el juguete solo para él y eso implica excluir al otro. Es así como el despojo cobra sentido. Pero sucede que las cosas son más complejas pues también hay otros niños que desean el mismo juguete, con lo cual se origina un conflicto de todos contra todos. A partir de allí, las cosas están dadas para que la situación de rivalidad-exclusión se supere cuando todos se unen contra uno, al que convierten en víctima acusándolo de querer el objeto únicamente para sí, cuando en realidad se trata de despojarlo de lo que le pertenece. Al unirse contra la víctima el grupo logra un mínimo de paz entre ellos. Así, las sociedades viven creando constantemente nuevas víctimas o chivos expiatorios. La culpa siempre la tienen otros: el presidente, la policía, los pandilleros, la globalización, los ignorantes, los partidos políticos. No se debe olvidar que el chivo expiatorio es solamente un recurso para ocultar la violencia propia, pero que no la elimina, porque todo sigue rivalizando entre sí. Es una violencia latente cuyo control es frágil y que puede manifestarse a la primera oportunidad en aquellos que se sienten perjudicados y buscan compensaciones.

De acuerdo con Girard, la solución a la violencia en una persona vendrá por asegurar a cada niño la oportunidad de tener su pelota, su helado, su casa, su agua, sus cuadernos y la posibilidad de ir a la escuela. En la medida que la solución se siga viendo individual no provocará un temor excesivo. Será un asunto de caridad asistencial. Por el contrario, cuando se reconoce que son las estructuras sociales las que despojan a los niños de sus deseos, las cosas se complican. Quienes dominan y controlan el tener se sentirán más seguros cuanto con mayor dureza apliquen las leyes contra los marginales. De ese modo consiguen olvidar que son ellos los causantes de una situación de violencia permanente. La violencia se resuelve con una sociedad más cooperativa y participativa. El camino más corto y seguro es una educación crítica y accesible para todos, que permita a las personas civilizarse, socializar valores y aprender a no crear chivos expiatorios sino a asumir ellas mismas la tarea de construcción de una sociedad en la que todos puedan tener cabida.

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