El remordimiento de Herodes
Herodes había ordenado la muerte de Juan el Bautista presionado por su nueva esposa Herodías y por la necesidad de guardar su reputación delante de sus amistades. Herodes estaba convencido de que Juan era un hombre justo, alguien a quien nunca habría querido hacer daño. Pero vencido por la sensualidad de su hijastra tuvo que dar la orden de su decapitación. Usar la cadena de mando para ejecutar al profeta ayudó a Herodes a no sentirse directamente responsable del asesinato. Las cadenas de mando crean una distancia entre el poderoso y su víctima. El poderoso puede ordenar que se hagan cosas que dañen a otros sin sentirse directamente responsable porque no ve el sufrimiento que inflige.
Pero a pesar de la distancia que tomó de su víctima, Herodes no pudo dejar de experimentar pesar y remordimiento. Siempre tuvo muy en claro que el pueblo tenía a Juan por profeta y que era él quien lo había ejecutado por conveniencia. Cuando la fama de Jesús comenzó a crecer, su culpa salió a flote. Herodes supo de la fama de Jesús «porque su nombre se había hecho notorio; y dijo: Juan el Bautista ha resucitado de los muertos, y por eso actúan en él estos poderes… Este es Juan, el que yo decapité, que ha resucitado de los muertos» (Marcos 6:14, 16). El recuerdo de Juan no lo dejaba tranquilo, en los milagros de Jesús lo veía resucitar para atormentarlo con su mensaje censurador.
La culpabilidad de Herodes aumentó con los acontecimientos políticos que siguieron al asesinato de Juan. El divorcio de Herodes enfureció a su antiguo suegro, el rey de Nabatea, quien lo atacó con su ejército. En la batalla las fuerzas de Herodes fueron derrotadas contundentemente. La derrota fue tanto más grave por cuanto los judíos la consideraron un castigo divino por haber ejecutado a Juan. Así lo relata el historiador Flavio Josefo: «Ahora bien, algunos de los judíos pensaban que la destrucción del ejército de Herodes procedía de Dios, y eso muy justamente, como castigo de lo que hizo contra Juan, que se llamaba el Bautista» (Antigüedades 2:116).
Desesperado por su fracaso militar, Herodes pidió ayuda al emperador Tiberio, quien ordenó a Vitelio, gobernador romano de Siria, que capturara al rey de Nabatea vivo o muerto. Pero para mayor desgracia de Herodes la expedición de Vitelio apenas había comenzado cuando el emperador Tiberio murió en el año 37 d.C. Muerto el emperador, Vitelio, que no era gran amigo de Herodes, detuvo el ataque y decidió esperar instrucciones del nuevo emperador Cayo. Pero éste, tenía planes diferentes. Lo primero que hizo fue otorgar a Agripa, sobrino de Herodes, el título de rey. Llevado por su perenne ambición y aspiraciones de grandeza, Herodes se sintió animado a solicitar el mismo título que había recibido su sobrino.
Se cree que Herodías, quien era hermana de Agripa, jugó un papel importante en espolear a Herodes a solicitar el título real, lo cual le otorgaría a ella el de reina. Herodes se embarcó rumbo a Roma para presentar su petición, pero, maldito por la sangre inocente de Juan, al mismo tiempo llegaron a Italia enviados de Agripa para acusarlo de traición. Se trataba de una manipulación habilidosa que Agripa hacía con el propósito de deshacerse de su tío Herodes.
El emperador Cayo creyó a las acusaciones. Un elemento que pesó en esa decisión fue el hecho de que Herodes había acumulado una gran cantidad de armas que, supuestamente, usaría en contra de los romanos, aunque Herodes siempre argumentó que eran para su guerra contra Nabatea. Como resultado, el emperador destituyó a Herodes, su territorio se lo anexionó al reino de Agripa y lo desterró lejos de sus antiguos territorios. El emperador quiso mostrar compasión a Herodías porque, al fin y al cabo, era hermana de su nuevo protegido Agripa. Pero Herodías rechazó el perdón imperial y decidió acompañar a Herodes al exilio. No hay seguridad de si fueron enviados a Lyon, hoy Francia, o al norte de España. El hecho es que Herodes y Herodías se pierden en la historia entre la vergüenza, la pobreza y la pérdida del poder que abusivamente usaron para sus intereses egoístas.
Herodes como Herodías nunca entraron al terreno espiritual, cada día creció el pecado, cada dia se vistió se iniquidad como un manto manchado de sangre inocente, marcado de intereses personales, y de la exaltación personal. Salmos 73:6 Por tanto, la soberbia los corona; Se cubren de vestido de violencia. Tanto era el deseo de vanagloria, orgullo y falsedad humana, que no les importaba como alcanzar sus apetitos y antojos por medio del asesinato. Herodes dio la orden de decapitar a Juan, pero hubo una voz detrás de él, la voz de una mujer perversa que no quería oír la Palabra de Dios. Herodes quizo el Reinado y al pedirlo en Roma, lo perdió, pues le fue entregado a su sobrino Agripa. Herodes fue dominado por la sensualidad de la danza de una joven. Marcos 6:22 entrando la hija de Herodías, danzó, y agradó a Herodes y a los que estaban con él a la mesa; y el rey dijo a la muchacha: Pídeme lo que quieras, y yo te lo daré. Mateo 14:8 Ella, instruida primero por su madre, dijo: Dame aquí en un plato la cabeza de Juan el Bautista. Así que la celebración de su cumpleaños se convirtió en autodestruccion y remordimiento. Cayó en el abismo de la intranquilidad, cayó en el hoyo del mal interior, del reproche interior, de la conciencia mortificada y la falta de paz. Todo esto por complacer su gran amor y deseo: Herodías. Salmos 109:18 Se vistió de maldición como de su vestido, Y entró como agua en sus entrañas, Y como aceite en sus huesos. Todo lo hacía iba de mal a peor. El pecado le generó muerte. Y sus deseos cada día tendían a la locura: buscó riquezas, posición, dominio, corona, pero lo que se acercaba a su vida era pobreza, rechazo imperial, trampa de su pariente Agripa, la lejanía y olvido, fue enviado Lyon, en total olvido huyendo de sus propias maniobras, decisiones y fracasos. ¿Cuanta gente huye de sus fracasos? ¿Cuantos van por el camino del remordimiento? Se muerden la lengua y los labios en la llama de la intranquilidad. Sus manos estaban manchadas de sangre inocente. Algo que debemos comprende y conocer claramente es esa gran diferencia entre lo que es el remordimiento y el camino que Dios nos abre por medio de su Espíritu Santo El Arrepentimiento. Veamos:
El remordimiento es falta de paz, intranquilidad, es el reproche interno, es un sufrimiento natural que mortifica y hunde el ser en su propia condena y culpa. Es en un plano no espiritual sino que sufrimiento natural, carnal sin Dios. El ejemplo claro es el caso de Judas Iscariote. Es la condena personal. Una conciencia altamente mortificada y sin paz. Que mueve al hombre al suicidio, perdición eterna y pobreza eterna.( vacíos sin Dios excluidos de la presencia de Dios).
Pero gracias a Dios por abrir un camino mejor, el camino del arrepentimiento en su nombre. Y Cristo nos invita al arrepentimiento y confesión de pecados. Y debemos oir su voz de amor eterno. Mateo 4:17 Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado. Marcos 1:15 diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio. Esto mismo predicó Juan Bautista, pero Herodes nunca tomó esas palabras, nunca quizo oir la verdad, como Judas nunca oyó a Cristo. Cada cual tomó a bien sus deseos carnales, sus apetitos de poder, sus intenciones y caminos erróneos de granjear y poseer cosas y bagatelas. Se vistieron de maldición y eso mismo invadió sus huesos. Hicieron el mal y el mal nunca se apartó de ellos.
Entonces camino del arrepentimiento es reconocer plenamente convencido del mal generado, es reconocer el daño realizado con el propósito de reparar, y buscar el perdón, de encontrar una salida al pecado y no volver a realizarlo. Isaías 65:1 Fui buscado por los que no preguntaban por mí; fui hallado por los que no me buscaban. Dije a gente que no invocaba mi nombre: Heme aquí, heme aquí. En Cristo tenemos el perdón de pecado. Lucas 5:32 No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento. Jeremías 29:13 y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón.
El mensaje sigue siendo este: Hechos 3:19 Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio. Es de esta manera que se inicia la vida nueva, pero todos somos llamados al arrepentimiento, y en su nombre hay arrepentimiento, Lucas 24:47 y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. Recordemos que no es a nuestra manera sino a la manera de Dios. Dios les bendiga hermanos y amigos en Cristo Jesús.