Los cristianos blancos frente al racismo

El presidente de los Estados Unidos dijo: «Estoy convencido de que la actual invasión de mano de obra china […] es perniciosa y debería ser atajada». Pero no lo dijo el actual presidente aunque así lo parezca sino que Rutherford Hayes quien gobernó entre 1877 y 1881. Sus palabras tenían connotaciones racistas ya que a punto y seguido agregó: “Nuestra experiencia con las razas más débiles –negros e indios, por ejemplo– es una buena muestra de ello”.

El racismo siempre ha estado implícito en la vida y política estadounidenses pero en 2016 se hizo explícito con la elección de Donald Trump.
La retórica que generalmente es encubierta fue vergonzosamente abierta durante la campaña electoral y las elecciones que dejaron en claro que el uso que un candidato haga de la intolerancia racial no le descalifica en la conciencia de los cristianos blancos.

¿Cómo es posible que un candidato xenófobo sea apoyado por cristianos profesantes? La respuesta es que el racismo ha estado tan envuelto en la cultura estadounidense que las personas tienden a naturalizarlo. Los cristianos blancos han apoyado mayoritariamente a Trump porque les parece que hace algunas cosas buenas como su supuesto fomento de los valores tradicionales familiares, el rechazo al patrocinio de los abortos y otros elementos frente a los que sus órdenes ejecutivas que amenazan a inmigrantes y refugiados se consideran aceptables.

No tan malas, a pesar del escándalo humanitario que representan. Parece ser que solamente el estadounidense blanco es el que no percibe el retroceso que representa su política amenazante y su retórica de odio contra otras razas, etnias y religiones. Lo peor de todo es que entre esos partidarios se encuentran los cristianos blancos que deberían poseer estándares éticos insobornables. Esos estándares fueron modelados por Jesús quien siempre se colocó al lado de los débiles, los marginados, los forasteros, los migrantes y los enfermos.

Existe el peligro de perder de vista el sentido de lo humano por cuidar de las formas religiosas. Olvidar que no fue hecho el hombre por causa del sábado sino el sábado por causa del hombre.

El desafío de Jesús sigue siendo el mismo en todos los tiempos, la necesidad de conversión frente a un sistema que se muestra inhumano e insensible. El claro peligro del pensamiento de Trump para la equidad y la salud humana también puede ser aprovechado como una gran oportunidad para enfrentar el racismo a un nivel más profundo y honesto de lo que los estadounidenses jamás hayan hecho.

Esta vez sería el producto de una reflexión sincera que pudiera sanar para siempre las heridas que el pasado de desigualdad ha inculcado. Se trataría de una conversión de la conciencia blanca que iría aún más allá de lo que logró la Ley sobre Derechos Civiles de 1964. De eso hay algunos signos de esperanza a partir de la renovación del activismo y la resistencia que la elección presidencial y sus secuelas han desencadenado, incluyendo y especialmente entre las personas de fe.

Los siguientes pasos deberían privilegiar la reflexión dentro de las iglesias y las comunidades. Los cristianos inmigrantes que han representado una revitalización para el cristianismo estadounidense pueden jugar nuevamente un papel catalizador desde su posición minoritaria y marginal. Una vez más Dios puede valerse del débil para aleccionar al fuerte.

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