A menudo se asocia a las iglesias evangélicas con posturas conservadoras o «apolíticas», pero la historia ofrece otra cara: la de los creyentes que, motivados por el evangelio, se han atrevido a desobedecer leyes humanas por considerarlas injustas o inhumanas y, por tanto, contrarias a la voluntad de Dios.
En una cultura que valora la independencia y la privacidad, hablar de transparencia puede parecer incómodo o incluso innecesario. Sin embargo, para el cristiano, es una herramienta vital para el crecimiento espiritual y la salud de la comunidad.
Los cristianos deben ser obedientes a las autoridades civiles y actuar como ciudadanos responsables. Es lo que el apóstol Pablo enseñó en la conocida recomendación de su carta a los Romanos: «Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios».